Sindicales
11/5/2022
Los salarios quedaron un 1,2% por debajo de la inflación en el primer trimestre
Acumulan así una pérdida de hasta un tercio de su valor real en los últimos cinco años.
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Se mantiene una tendencia constante de licuación salarial.
Tras conocerse las cifras recientes del Indec, que postulan que en marzo el promedio del Índice de Variación Salarial escaló por encima del Índice de Precios al Consumidor, algunos medios y voceros oficialistas salieron a presentarlo como si se tratara de algún indicio de recuperación salarial, cuando durante el primer trimestre quedaron en promedio un 1,2% debajo del índice general de inflación. Mismo en marzo los asalariados del sector privado perdieron 1,3% contra los precios, mientras los no registrados acumulan una pérdida interanual del 8,7%.
Hace poco más de un mes el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, aseveraba que “los salarios no estaban perdiendo contra la inflación”, apoyándose sobre todas las cosas en la firma de paritarias a la orden de un 45% en el que calculaban la inflación anual. Hoy ya hay quienes aseguran que la misma podría tener hasta tres dígitos, mientras el consenso general es que no va a bajar del 65%, algo que hasta los representantes de un gobierno desmentido por la realidad admiten abiertamente. Sobre la base de esta confiscación permanente del poder adquisitivo que supone la inflación, en los últimos cinco años el salario real se derrumbó hasta en un tercio de su valor.
Esto también se desprende de la comparativa entre los mismos informes del Indec en el plazo, y van en sintonía con lo plasmado en un estudio previo realizado por la consultora LCG. La peor parte se la llevan, como no podía ser de otra manera, los trabajadores no registrados e informales, que representan al 40% de la masa laboral del país y cuyo poder adquisitivo cayó en hasta un tercio. Esto tiene la gravedad adicional de que es esta modalidad la que crece a ritmo frenético en el mercado de trabajo del país, partiendo de que el 60% de los puestos laborales recuperados tras la cuarentena estricta son informales. Es lo que explica también que haya 218.000 puestos laborales registrados menos que en 2018.
El gobierno necesita jactarse de lo ocurrido en marzo para intentar esconder el vasto derrumbe salarial. El reflejo del primer aumento en varias negociaciones paritarias siquiera alcanzó para revertir la pérdida ya consolidada en lo que va del año, cuando el camino hacia adelante solo puede empeorar con aumentos escalonados en sumas cada vez más chatas hacia fines del 2022. La necesidad de una recomposición salarial genuina aparece entonces en la primera línea de las demandas más urgentes de la población trabajadora, algo que advierten incluso tanto el gobierno como la burocracia sindical cuando intentan maniobrar con adelantamientos de cláusulas o el aumento al salario mínimo, para mantener esta tendencia dentro de márgenes que no hagan estallar la bronca de las bases.
En la vereda contraria, el Sutna clasista viene conquistando año tras año acuerdos por encima de la evolución de los precios, logrando frenar despidos y los planes flexibilizadores de las patronales. Todo ello con los métodos de las asambleas por fábrica, la deliberación de los trabajadores y la organización por sus reclamos. Marca sin duda un importante punto de apoyo en la pelea por defender el salario, que es hoy la gran pelea estratégica que tienen los trabajadores del país. Es imperioso un salario mínimo acorde a la canasta básica, el pase a planta de todos los trabajadores precarizados y el pleno respeto de los convenios colectivos de trabajo para ponerle punto final a esta debacle.
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