Sindicales
8/1/2025
CÓRDOBA
Los trabajadores químicos y petroquímicos de Río Tercero arrancan la reincorporación de 23 obreros despedidos
Un golpe al ajuste patronal y al intento de quebrar la lucha para avanzar en la precarización y la reforma laboral.
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Petroquímicos en lucha.
Luego de 90 días de un plan de lucha sostenido, los trabajadores químicos y petroquímicos arrancaron un acuerdo con la empresa Petroquímica de Río Tercero (Córdoba) para la reincorporación inmediata de 23 trabajadores despedidos, la obligación de reingresar con prioridad a los despedidos en caso de vacantes, mejoras salariales para quienes tienen un año de antigüedad y cobertura de obra social por tres meses frente a situaciones especiales.
El acuerdo fue firmado este lunes 6 de enero ante la Secretaría de Trabajo de la provincia de Córdoba, entre la patronal y el Sindicato del Personal de Industrias Químicas y Petroquímicas, sin embargo, es el resultado de una contienda que tuvo en vilo y caló hondo entre los trabajadores y sectores populares de toda la provincia. La resistencia y la batalla librada por los trabajadores asestó un golpe al intento de ir a fondo con el ajuste y quebrar a los trabajadores para avanzar en la precarización y la reforma laboral, máxime si se tiene en cuenta que la empresa contó para ello con el apoyo incondicional del gobierno pejotista de Martín Llaryora.
Recordemos que el pasado 14 de octubre, tras la decisión de poner fin a la producción de Diisocianato de Tolueno (TDI) e imponer un plan de reconversión de la fábrica, la patronal procedió a despedir a un tercio de sus operarios, 125 de 375 trabajadores. Desde el primer momento la empresa emprendió un derrotero de abusos patronales, arbitrariedades e ilegalidades, impidiendo el ingreso a los trabajadores a la planta y la organización sindical mediante un verdadero lockout patronal.
La Secretaría de Trabajo, en su carácter de representación del gobierno provincial, fue un aliado patronal indispensable en este accionar, convocando a sucesivas audiencias estériles, dilatando el conflicto en desmedro de los trabajadores y negándose dictar la conciliación obligatoria con todos los despedidos adentro.
Así las cosas, tanto patronal como gobierno jugaron a fondo la estrategia del desgaste para hacer pasar su verdadero objetivo de quebrar la resistencia a los ataques antiobreros. En efecto, los despidos nunca estuvieron vinculados a una crisis de competitividad ni a la sobreoferta de TDI en el mercado mundial, como falsamente pretendió instalar la empresa, sino más bien, con la intención de avanzar en la línea de precarizadora de una reforma laboral en los términos del gobierno nacional de Milei. Por eso, desarticular una organización sindical dispuesta a no dejar pasar esta ofensiva fue una tarea central de la clase capitalista provincial en este conflicto.
En contraste con la posición asumida por las conducciones sindicales de la CGT y la CTA, que aislaron el conflicto y no convocaron al paro provincial, el Sindicato de Químicos y Petroquímicos de Río Tercero desde el primer momento accionó con los métodos de la clase trabajadora, resolviendo el paro por tiempo indeterminado, acampando en puerta de fábrica, convocando a asambleas y cortes de ruta, a marchas masivas que configuraron verdaderas sublevaciones populares para la localidad de Río Tercero (no vistas desde los 90 tras la explosiones en fabricaciones militares).
En los noventa días de un conflicto estratégico que puso en riesgo uno de los principales polos industriales de la provincia y cuestionaba puestos de trabajo en varias ramas de la industria, el gran ausente fue la burocracia sindical que anuló cualquier convocatoria conjunta que implicara el riego de un desborde desde las bases.
Aun así, el conflicto fue escalando en profundidad y alcance con las marchas y concentraciones hacia la secretaría de trabajo en la capital de Córdoba, el plenario de trabajadores ocupados y desocupados que sesionó en Luz y Fuerza, y votó un plan de lucha con la participación de UPEC Capital, Sutna, Ate Conicet, agrupaciones de jubilados, entre otras representaciones gremiales combativas. Es de destacar el frente único con el Polo Obrero que dio cuerpo y combatividad a cada una de las acciones desde el primer momento, bancando los piquetes, concentraciones, marchas, ollas populares y todas las resoluciones del plenario.
Asimismo, la unidad obrera estudiantil con la intervención de la asamblea interfacultades cuyo momento más álgido quedo plasmado en el gran festival contra los despidos realizado en la UNC.
La resistencia a los despidos en petroquímica no fue un rayo en cielo sereno, por el contrario, empalmó con diversos procesos de paro y movilización que se abrieron paso en la provincia a pesar de las centrales burocráticas que traicionaron alegando que no había condiciones para luchar y que había que esperar una salida electoral.
Es claro que solo se cierra un capítulo en la lucha protagonizada por los petroquímicos y los trabajadores en general contra los ataques a las condiciones de trabajo y la reforma laboral. Nuevos capítulos vendrán bajo el gobierno liber facho de Milei, las cartas están echadas en cuanto al rol de la burocracia sindical y la oposición del PJ, por eso la tarea sigue siendo recuperar la dirección independiente del movimiento obrero.
El camino trazado por este conflicto para los trabajadores es la independencia de clase, avanzar en el frente único de ocupados y desocupados, la unidad obrero estudiantil y de todos los que luchan. Con todo, vamos por un congreso de delegados de base y la huelga general hasta derrotar el plan de guerra de Milei y sus cómplices.