Sindicales
23/5/2020
Mineros de Neuquén: balance de una lucha histórica
En esta nota video con el emotivo recibimiento a los mineros en Andacollo
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Después de 17 días de piquetes y acampes termina una etapa de esta extraordinaria lucha y continúa la batalla por los puestos de trabajo.
Los obreros mineros de Andacollo han conquistado el compromiso de la continuidad de los puestos de trabajo en un fututo pliego licitatorio, donde se deberá respetar la antigüedad de los compañeros. Con esta cláusula, cualquier empresa que retome la explotación deberá incorporar a estos trabajadores. Junto con ello, se estipuló un aporte económico de $50.000 ($ 20.000 por marzo y $30.000 por abril) y luego 4 cuotas de $30.000 en los próximos meses.
Además, se establece una mesa de negociación y monitoreo en forma quincenal, la cual estará compuesta por la plana mayor de los funcionarios de la provincia y donde los representantes de los mineros podrán estar presentes. Sobre el punto de las causas penales, el acta no hace referencia alguna.
Dicho esto, se trata de un triunfo importante si se tiene en cuenta el contexto y las dificultades que presentó la lucha. Por un lado, la realización de una protesta con acampes, ocupación de la mina, de la municipalidad de Andacollo y cortes de ruta en tiempos de pandemia y de cuarentena. Por otro lado, la fuga y retirada de la patronal derivó que todo lo relacionado con el pago de los salarios y las indemnizaciones se tramitara en la justicia, ya que la empresa se presentó en concurso de acreedores. Por esta vía, la empresa busca eximirse de su responsabilidad y pagar indemnizaciones al 50 %.
Finalmente, ante la brutalidad de los incumplimientos de la patronal, el Estado se vio obligado a proceder a la recisión del contrato, hecho que significó que la empresa no pagaría los salarios adeudados en lo inmediato. La complicidad del Estado neuquino con la patronal quedó de manifiesto en que Trident no pagó la caución de un millón de dólares en tres años y adeudó el abono del canon.
La lucha de los compañeros debió soportar el permanente acoso de la gendarmería nacional en el piquete de ruta 22 y en sus domicilios, el cerrojo para el ingreso de alimentos en el acampe de ciudad judicial, las amenazas de criminalización por “violar la cuarentena”, soportar fríos y condiciones climáticas intensas.
Pese a ello, la lucha minera caló hondo. Es que la población de Neuquén en general desarrolló una solidaridad enorme, expresada en el acercamiento de alimentos o el apoyo en redes sociales. Y en particular, del pueblo de Andacollo, Huinganco y de la zona Norte que hicieron su aporte con la experiencia de años y años de atropellos por parte de las patronales con los obreros mineros. Vale recordar, que los obreros que se quedaron en la comuna de Andacollo, mantuvieron la ocupación de las instalaciones de la mina.
La definición del conflicto
Conscientes de las reservas y firmeza de los mineros y del apoyo de la comunidad, el gobierno debió ceder. La primera actitud del Estado fue mantener el conflicto como una “pelea entre privados”. En esa línea, el presidente de Cormine (ente estatal de minería de Neuquén), Martín Irigoyen, señalaba que el Estado no pagaría los salarios. Luego, intentó desgastar la lucha con innumerables reuniones, proponiendo solo $10.000 y asesoramiento gratuito.
El temor a una pueblada en Andacollo fue considerada por el gobierno, ya que en el mismo día que estaban finalizando las negociaciones, el exintendente de Andacollo, Domingo Colleti, no descartó una revuelta de la comunidad minera.
En este sentido, fue central el papel jugado por las organizaciones de izquierda y sus agrupaciones. Es que, mediante la “multisectorial contra el ajuste y la represión” y el Plenario Sindical Combativo, se acompañó en cada etapa de la lucha. Desde el primer día, cuando los mineros llegaron a Neuquén, el sindicato ceramista les abrió las puertas de Fasinpat para aguantar la inicial mesa de negociación. Luego en Arroyito, realizando una caravana que fue detenida por policía provincial y que derivó en un corte de ruta 22. El día que la policía provincial mantuvo cerrado el ingreso de alimentos, la izquierda fue clave para que esa situación destrabe. La jornada nacional del PSC fue una bocanada de aire fresco y una motivación para los mineros. Es que cientos de luchadores pasaron las barreras policiales y llevaron la solidaridad activa. Estas mismas organizaciones, entre ellas el Polo Obrero y ceramistas, cortaron la ruta para exigir al gobierno la resolución positiva del conflicto. Fue importante el rol de los legisladores del Frente de Izquierda donde, por ejemplo, Patricia Jure logró aprobar una declaración de la Cámara por los puestos de trabajo, presentó un proyecto para la interpelación al titular de Cormine (que sigue vigente) y el pedido de sesión especial. Nuestro partido se jugó con todo al triunfo de esta lucha, estando en cada instancia decisiva. Nuestros compañeros Fede y Tamara fueron secuestrados por la policía provincial por 12 horas por acompañar esta pelea.
Esta actitud de la izquierda y el clasismo contrastó con el papel lamentable que jugó la dirección de la CTA que no fue capaz de realizar una sola acción concreta para no chocar con el gobierno de Gutiérrez.
Lo que viene
El aguante y la tenacidad de los obreros de Andacollo han sido descomunales. Se trata de una lucha que representa un norte para la clase obrera. Es que, por su combatividad y sus métodos de acción directa, la lucha minera sirve de ejemplo para derrotar el intento de descargar la crisis sobre los trabajadores.
Ahora, con esta importante victoria, se abre una etapa donde el gobierno buscará desactivar la organización minera y dilatar las soluciones. Por lo tanto, la continuidad de las asambleas y de la organización del colectivo obrero es clave para garantizar los puestos de trabajo. Está planteada más que nunca, una salida por la continuidad estatal de la explotación de la mina, bajo gestión de los trabajadores.
Los obreros fueron saludados por cada localidad donde transitaron con destino a sus hogares. En Andacollo fueron recibidos con una caravana y un festejo popular. Un cartel en la ruta expreso el claro mensaje que dejó esta batalla: “lucha como minero”.