Sindicales

16/9/2025

UOM: la explosividad que incuba la quiebra industrial

Se desploma la actividad metalúrgica.

La actividad metalúrgica sigue barranca abajo. Según la cámara patronal, Adimra, en agosto la caída fue del 2,3% respecto a julio y del 6,1% interanual; la utilización de la capacidad instalada fue de apenas el 44,8%. Un derrumbe histórico, que se traslada directamente a los trabajadores mediante suspensiones y despidos, la pulverización de sus ingresos y la precarización de sus condiciones de trabajo.

A los despidos en las contratistas de Siderar se suman 70 en Siderca, 35 en Metrofund, en el sur rosarino, y despido de activistas en Aceros Angelletti, de La Matanza; el cierre de la histórica planta de Vassalli en Firmat y de KTM en Campana. En Tierra del Fuego vuelve a escalar la tensión, luego de la huelga general de mayo de este año; primero Carrier se negó a pagar los días de huelga, tal como se había acordado, luego Fapesa dio de baja numerosos contratos; Mirgor impuso suspensiones y BGH redujo drásticamente la producción. En Acindar-Villa Constitución continúan las suspensiones y ya hay más 400 desvinculaciones. Según el propio Furlán, secretario general de la UOM, los despidos llegan a 26 mil.

Un conflicto que se impuso desde las bases

El conflicto de las contratistas de Ternium-Siderar, que desembocó en el despido “sin indemnización” de 350 trabajadores, puso de relieve tendencias y problemas profundos.

El telón de fondo fue el desastre salarial que es común a todo el gremio. La pérdida acumulada supera el 30%; la paritaria siderúrgica fue virtualmente abolida (sin resolución desde hace 14 meses, las patronales van adelantando porcentajes arbitrarios “a cuenta”). En el caso de Techint, los tercerizados cobran la escala de la rama 17, inferior al convenio siderúrgico, y varias patronales no pagaron el último aumento homologado en agosto (inferior a la inflación). Hablamos de ingresos que orillan los 800 mil pesos. La consigna “Salario Digno o Conflicto”, que Furlán repite por los medios, es apenas un slogan de su campaña por el sillón de la CGT.

La huelga indefinida y coordinada de unas 50 empresas contratistas, que se extendió por 15 días y sacudió a toda la región, fue impulsada por asambleas de base, y, citando una crónica de Página 12, por “jóvenes desencantados con Milei que se acercaron al sindicato” e incluso algunos –añade el cronista– “con simpatías hacia el trotskismo”. Una multitud marchó en solidaridad por las calles de San Nicolás, mostrando la capacidad de la clase obrera para acaudillar a la población trabajadora. Los videos que se viralizaron recordaron muchas escenas de la huelga de Tierra del Fuego.

Fue necesaria la presión combinada de la patronal, el Estado y la burocracia de la UOM para quebrarla. Durante dos semanas, Naldo Brunelli –actual adjunto nacional y dirigente de la seccional San Nicolás desde la renuncia de José Rucci en 1973– se dedicó a llamar a la moderación, recordando la amenaza patronal de apagar el horno y dejar en la calle a los 7 mil obreros de producción.

Paolo Rocca apeló a la secretaría de Trabajo de Nación que encabeza su ex (¿ex?) empleado Julio Cordero, para intimar a retomar el trabajo; al mismo tiempo la empresa desconoció parcialmente la conciliación obligatoria dictada antes por el Ministerio de Trabajo de Provincia. En esa confusión, los sectores más decididos no pudieron reingresar, se rompió la unidad y la patronal retomó la iniciativa avanzando con la rescisión de contratos y despidos “con justa causa”.

El apagado del horno de Ternium es una operación política

Al mismo tiempo que se denunciaban los despidos, Techint resolvía cumplir su amenaza de apagar el horno “General Savio, símbolo de la siderurgia nacional desde los tiempos de Somisa”; el argumento cínico de la empresa es que no puede “garantizar la prestación de los servicios necesarios para la continuidad del proceso". Sin embargo, la decisión nada tiene que ver con la intransigencia sindical, como falsamente denunció una cámara empresaria (Camima), ya que el procedimiento técnico es muy complejo y debió ser planificado con mucha anticipación. La sustitución de producción local por autoimportaciones de otras plantas del Grupo, de México y Brasil, no es un proyecto nuevo.

El apagado del horno es una operación política de Rocca –el principal aportante de fondos y personal al experimento libertario– dirigida a golpear al gobierno por la falta de protecciones arancelarias, y, de paso, a allanar el camino para una profunda reconversión productiva y laboral. En estos días Techint anunció un acuerdo con el banco ICBC, por un monto de 100 millones de dólares, para financiar la nueva planta de Sidersa en San Nicolás que, por sus características, será única en América Latina (además de informar sobre inversiones millonarias en otras áreas, como la planta desalinizadora de Codelco en Chile, y Mexinol, la mayor productora de metanol verde del mundo, en México).

En gran medida el cambio de las normas laborales que la burguesía reclama –como la prohibición de asambleas o las jornadas y los contratos flexibles– hace tiempo rige “de hecho” en las plantas de Techint: otro objetivo que esperan imponer es la reducción de la cantidad de delegados.  

Pirotecnia verbal para encubrir la parálisis

El conflicto de Ternium dejó expuesta una fisura entre Furlán y Brunelli que tendrá consecuencias en la elección de la UOM del año que viene (pero que ya está en marcha; el 23 de setiembre se eligen las juntas electorales). Brunelli, a quien se señala como dueño de la contratista Loberaz, es un aliado incondicional de Rocca que jugó abiertamente contra la huelga. Furlán, obligado por el lugar que ocupa como referente de la “izquierda” sindical y de los gremios industriales, adoptó una postura de acompañamiento. A su exposición se suma la presión que enfrenta en su “pago chico”, la seccional Campana-Zarate; allí, Siderca acaba de despedir 70 trabajadores (incluidos destacados activistas, como nuestro compañero Miguel Díaz) y su exsecretario de Organización, Ángel Derosso, presenta lista propia. Para no dejar casilleros vacíos, Derosso fue también segundo candidato a concejal en Zarate de un partido vecinalista, Nuevos Aires, poblado de viudas del PRO y LLA.

Se puede arriesgar que el apoyo determinante de Brunelli a Furlán para desplazar a Antonio Caló en 2022 contó con la venia de Rocca; hoy no está claro que posición adoptará. Tampoco es claro hasta donde Derosso cuenta con el visto bueno de la empresa para dirigir la seccional. Lo que sí es evidente, a partir de la ofensiva verbal de Furlán de las últimas semanas, es que su relación con el “patrón de patrones” se ha complicado. Furlán acusa directamente a Paolo Rocca de imponer una “política de ajuste y explotación” en Ternium y en Tenaris, y lo llamó “el gran ingeniero del caos”. Incluso amenazó con nuevas medidas si no se revierten las cesantías y se abre una negociación salarial que contemple la inflación; ninguna de las dos cosas parece probable.

En Siderca rige una conciliación obligatoria. Algunos de los despedidos, en ausencia de una perspectiva de lucha, han optado por arreglar su desvinculación; otros están en sus puestos y algunos en una especie de “dispensa”. Presumiblemente, la UOM espera negociar algunas reincorporaciones, aunque nada de esto se informa ni se discute colectivamente. La desconfianza hacia el gremio es total y detrás de la aparente desmoralización se acumulan tensiones explosivas. No hay que olvidar que, en el plebiscito siderúrgico de mayo de 2024, que la UOM organizó para encubrir la entrega de la paritaria, solo se impuso abrumadoramente el SI en San Nicolás, donde ahora la regimentación de Brunelli fue desbordada por los cuatro costados.

Para frenar los despidos y las suspensiones, defender el convenio colectivo y conquistar un aumento que permita cubrir la canasta familiar, hay que unificar al gremio desde abajo, impulsando asambleas y congresos con mandatos, para superar a la burocracia sindical.

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