Sociedad

16/1/2024

Criar cuesta casi el triple de dinero que hace un año

Milei condena a las infancias a la pobreza.

Hay que salir a luchar por una crianza en condiciones deseables.

El salto devaluatorio de Milei y Caputo acrecentó el peso económico de la crianza, dejando en situación de extrema vulnerabilidad a las niñeces de los sectores populares.

En diciembre, el Índice de Crianza calculado por el Indec -que incluye el costo de los bienes y servicios y el de los cuidados- llegó a los $197.046 para niñes menores de un año, a $233.528 en el caso de niñes entre 1 y 3 años, a $192.988 para la franja etaria entre los 4 y los 5 años y a $242.918 entre los 6 y los 12 años. Se trata de un aumento interanual del 180%, 182%, 191% y 191%, respectivamente.

Vale aclarar que la canasta de crianza está calculada por debajo de su verdadero valor. Por un lado, para valorizar las horas de cuidado se toma como referencia la remuneración de miseria que perciben las trabajadoras de casas particulares pertenecientes a la categoría “Asistencia y cuidado de personas”. Por otro, entre los bienes y servicios contemplados, no figuran los juguetes, ni el acceso al deporte, a la cultura y a la tecnología, que también hacen al sano desarrollo de las infancias. Como vemos, el costo de mapaternar supera ampliamente al que figura en las estadísticas oficiales.

La suba de los costos relacionados con la crianza se traduce en mayores carencias para les niñes de las familias trabajadoras, cuyos ingresos se han desplomado. Los más afectados son los hogares monomarentales (a cargo exclusivamente de las mujeres), los cuales 7 de cada 10 se encuentran bajo la línea de pobreza, según Unicef.

Aquí reside la hipocresía del gobierno, que arguye una supuesta defensa a los derechos de les niñes al momento de perseguir a las madres que se movilizan con sus hijes para reclamar por trabajo y alimentos, mientras condena a las infancias a transitar una vida de privaciones. Milei y Bullrich fomentan la misoginia, la aporofobia y el adultocentrismo en función de deslegitimar la protesta social. Pero fracasaron el 20 de diciembre, donde, a pesar de sus diatribas contra el movimiento piquetero para utilizarlo como chivo expiatorio, no pudieron evitar la movilización multitudinaria a Plaza de Mayo ni los cacerolazos posteriores.

En el capitalismo, que la crianza recaiga exclusivamente en los adultos del núcleo familiar -principalmente en las mujeres- puede funcionar en algunos momentos como un factor de atomización de la clase trabajadora, desalentando que esos cuidadores se embarquen en una lucha colectiva por mejores condiciones de vida. Sin embargo, a medida que las patronales y el Estado redoblan sus ataques contra les trabajadores, el hecho de que la obligación de garantizar la supervivencia de les hijes esté relegada a la esfera de lo privado termina alentando a les mapadres a salir a luchar.

Incluso, en los barrios más golpeados por la crisis, muchas veces la crianza deja de ser un asunto circunscripto al hogar y aparecen formas de cuidados más comunitarias. Esos lazos de solidaridad, que tienen su expresión más nítida en los comedores populares a los cuales acuden miles de niñes en todo el país, refuerzan la organización entre los explotados y actúan como catalizador de la respuesta popular frente al ajuste.

Si bien este régimen social hizo que tener hijes sea un factor de empobrecimiento de la familia obrera, también lo convirtió en un impulso vital para movilizarse por transformarlo. Milei, con su motosierra contra las infancias, está desencadenando su propia caída.

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