Sociedad
17/7/2020
Los barrios de Rosario sin comida, agua potable ni vivienda digna
100 mil personas viviendo hacinadas en asentamientos.
Seguir
Polo Obrero
La crisis sanitaria y económica sigue su curso, haciendo estragos en los barrios y villas del país que no cuentan con las condiciones para hacerle frente a la pandemia.
La ciudad santafesina de Rosario no es la excepción. Hoy se registran 100 mil personas viviendo en asentamientos, hacinadas en un situación explosiva, mientras retornan a la ciudad los casos de Covid-19, mostrando que los más golpeados por la crisis no podrían cumplir el aislamiento correspondiente. Es lo que pasa en el barrio Las Flores, cuya “parte B” no podrá aislarse por problemas habitacionales. Una realidad que se replica en otros barrios, donde varias familia viven juntas en viviendas de un solo ambiente.
La pelea por la comida en el hogar cuando no hay trabajo
Nuestra ciudad es la segunda en el país con mayor tasa de desempleo. Según un relevamiento realizado por la Ong Techo, que consultó a lxs vecinos de las barrios periféricos, el 40% de las personas que allí viven son laburantes que perdieron su trabajo a causa de la pandemia. El 59,8% de las personas entrevistadas afirman que la principal dificultad a la que se enfrentan actualmente las familias es a “la disminución de los ingresos del hogar” y que “su principal problema es poner un plato de comida en la mesa”.
Un termómetro de esta realidad es la multiplicación de comedores y merenderos en manos de vecinos y clubes barriales, o de organizaciones sociales como el Polo Obrero. Compañeras de nuestras asambleas nos cuentan que hoy muchas recorren con sus tapers cuatro o cinco comedores de sus barrios o de los cercanos, para poder comer ellas y sus familias.
Los barrios sin agua potable en medio de la pandemia
La misma ONG mostró en su relevamiento que 39 barrios de la ciudad no tienen agua potable en sus casas.
En Rosario hay 1.198.528 de habitantes; pero Aguas Santafesinas Sociedad Anónima (Assa), con el beneplácito del Ente Regulador de Servicios Sanitarios (Enress), le brinda agua a solo 976.568. Es decir que hoy 217.037 habitantes no tiene agua potable en sus casa, en medio de una pandemia mundial que nos exige el constante lavado de manos como principal medida de resguardo. La realidad que se viven en los barrios es la de los vecinos de Puente Gallego, que caminan 150 metros todos los días hasta un canilla comunitaria para llenar sus baldes y tener agua para tomar, cocinar y limpiar sus viviendas. El problema también de los que son usuarios de Assa es la baja presión del agua.
Esta realidad muestra que Assa, pese la intervención de Enress (creada en 2006), que supuestamente venía a romper con el manejo privatista que le otorgó el gobierno de Carlos Reutemann en 1995 por medio de la ley 11.220, nunca dejó de funcionar bajo esa lógica. Los cuantiosos subsidios por parte del Estado no se reflejaron en un mejoramiento real del servicio, ni se agrandaron las plantas potabilizadoras, ni tampoco se terminaron las obras del Acueducto Gran Rosario, entre otras. Por el contrario, al día de hoy Aguas Santafecinas está negociando con el gobierno y el Concejo Deliberante municipal un sistema de medidores para proceder a un tarifazo del servicio.
Por una salida de los trabajadores a la crisis
El régimen político de la provincia de Santa Fe, co-gobernada por peronistas y “progresistas”, es responsable de la miseria social que rige en una de sus principales ciudades. El intendente Pablo Javkin está más concentrado en salvar los intereses de los capitalistas, poniendo a un hombre de Vicentin como director del Banco Municipal, que en darle una salida a la barbarie que viven miles de rosarinos.
Desde el Partido Obrero y el Polo Obrero planteamos un impuesto extraordinario a los grandes capitalistas, comenzando por la Bolsa de Comercio y todo el complejo agroexportador, para poner en pie un plan inmediato de creación de empleo; un seguro universal a todo desocupado de $30.000 y el cese de los despidos y las suspensiones; plantas potabilizadoras y renovación de cañerías de agua potable (que en algunos casos datan de más de 100 años); urbanización integral de las barriadas y acceso a la vivienda digna