Ambiente

22/9/2020

25S, ganemos las calles en la Huelga Mundial por el Clima

Habrá movilizaciones en todo el país.

Este 25 de septiembre, saldremos a la calle en todo el mundo contra las consecuencias devastadoras de la depredación ambiental capitalista. Nos sobran los motivos en nuestro país, que se suman a los reclamos planetarios contra el cambio climático. En todas las plazas, luego de las concentraciones que protagonizamos para rechazar el acuerdo porcino con China y contra las quemas de humedales y bosques, tenemos cita para denunciar a los responsables.

La génesis de las convocatorias internacionales se remonta al movimiento estudiantil que lideró en Suecia la secundaria Greta Thumberg, unos años atrás. Los días viernes de cada semana faltaban a clases para manifestarse frente al Parlamento sueco. Fueron sumándose más y más adeptos, hasta que se decidió realizar la primera Huelga Mundial por el Clima el 15 de marzo del 2019. Un millón seiscientos mil jóvenes se movilizaron en todo el mundo, entre ellos más de 5.000 frente al Congreso Nacional en Buenos Aires. La consigna central era “alcémonos como los océanos”, y fue la primera de crecientes movilizaciones que pusieron el eje cada vez más en la destrucción capitalistas del ambiente.

Las protestas reunieron a millones en los meses siguientes, hasta que se interrumpieron por la ocurrencia de la pandemia de coronavirus. Sin embargo, mientras tanto continuó su derrotero la depredación, agravándose las cuestiones climáticas en gran medida.

Hoy, asistimos al anticipado fracaso de lo acordado en 2015, en la Conferencia Marco de Cambio Climático (CMCC) que se realizó en París. En esa convención más de 190 países decidieron encargar al organismo científico Panel Intergubernamental (IPCC) la redacción de un informe técnico sobre qué pasaría con el clima a nivel mundial. Se produjeron más de 6.000 informes de científicos representantes de cada país (lo más granado dentro de los investigadores en cuestiones climáticas), y emitieron un documento final donde expresaron que de persistir los modos de producción actuales se vendrían situaciones de catástrofe para la humanidad..

El IPCC planteó que desde 1850 (inicios de la era industrial) hasta nuestros días la temperatura promedio del planeta subió entre 1,1 y 1,2°C. Radiografiaron además cuáles serían las graves consecuencias si hacia 2030 no se logre que no supere 1,5°C. De este Acuerdo de París firmado entre los 190 países participantes, sólo 16 han cumplido con la reducción voluntaria de las metas de emisiones de gases de efecto invernadero a que se comprometieron.

Efecto invernadero y calentamiento global

El efecto invernadero es natural, generado por una capa fina integrada por un conjunto de gases que es el techo de la atmósfera del planeta. Su función ha permitido mantener la temperatura promedio del planeta en alrededor de los 15°C, mientras que de no existir esa capa podría rondar los -18°C dificultando al extremo las condiciones de vida en el planeta. Pero en el último siglo y medio, fundamentalmente a partir de la generación de energía por medio de la quema de combustibles fósiles, se emitió a la atmósfera ingentes cantidades de Gases de Efecto Invernadero (GEIs) que fueron engrosando esa capa -vapor de agua en mayor medida, dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y clorofluoros de carbono.

Los efectos de esto en la atmósfera se asemejan a un invernáculo con paredes de vidrio o plástico, que los rayos del sol penetran calentando el volumen de aire allí contenido y elevando así la temperatura en varios grados por encima de la que se registra afuera del invernáculo; ya que por acumulación de GEI no deja pasar los rayos infrarrojos de la luz solar que rebota contra la corteza terrestre. Ello produce el calentamiento global, es decir la elevación de la temperatura promedio del planeta, lo que a su vez genera otros cambios en el clima (temperaturas extremas, precipitaciones, vientos, presión atmosférica).

En el mencionado informe del IPCC sostiene que la temperatura promedio viene elevándose a razón de 0,2°C por década y acelerándose; y que por lo tanto al año 2030 superará esos guarismos. Manifiestan que de llegar a 2°C (sobre los inicios de la era industrial) aumentaría el nivel del mar por deshielo de glaciares, pérdida de hielo en Ártico, la fusión de los casquetes polares de hielo en Groenlandia y Antártida, corriendo peligro de desaparición un conjunto de estados insulares y de ciudades costeras asientos de millones y millones de habitantes. Además se registrarían consecuencias irreversibles como desaparición de especies de la flora y la fauna, de enormes corales, desplazamiento de enfermedades tropicales hacia zonas más templadas.

Otras manifestaciones serían que en zonas húmedas se incrementen sustancialmente las precipitaciones, con mayor probabilidad de producir inundaciones; mientras que en zonas semiáridas se profundizarían las secas, corriéndose el peligro de desertificaciones. Fenómenos de ocurrencia segura serían olas de calor y de frío en diferentes zonas del planeta, principalmente en la zona de los polos, donde la elevación de la temperatura alcanzará los mayores niveles, con el lógico derretimiento de esos casquetes.

Las causas

Para un 97% de los científicos del Panel, el incremento de la temperatura se debe a causas antrópicas, y solo para un 3% obedece a causas naturales (como las erupciones volcánicas o cambios astronómicos como la diferente órbita de rotación de la tierra). Dos cuestiones centralmente repercuten en esta situación: la quema de combustibles fósiles y el cambio de uso del suelo.

La quema de combustibles (básicamente carbón mineral, petróleo y gas natural) comprende toda la generación energética del mundo, la totalidad del transporte, varios procesos industriales, los consumos de energías domiciliarias, la maquinaria militar, la producción de cemento.

El cambio de uso de suelo refiere a la agricultura, la ganadería, la silvicultura es el otro gran rubro de emisiones, y comprende toda la deforestación que anualmente es equivalente a 10/11 millones de hectáreas -principalmente entre Sudamérica y África-; el reemplazo de los cultivos plurianuales (pasturas) por cultivos anuales o agrícolas, y todo el proceso de implantación, cuidados y cosecha de los cultivos; y la ganadería es la principal productora de metano (proceso digestivo de los rumiantes, de la llamada fermentación entérica), un gas 23-24 veces más potente que el CO2 y el óxido nitroso.

Los procesos de urbanización también constituyen otro gran sector causante de emisiones, si bien todo se convierte y se expresa en toneladas de dióxido de carbono. Si esta tendencia aminorara un poco y se registrase solo un incremento de 1,5°C los problemas disminuirían, pero igualmente tendrían consecuencias fatales para muchos habitantes.

China genera un 28% del total de las emisiones mundiales, basado en que su producción de energía mayormente todavía se produce a partir de la quema de carbón mineral, en un país de enorme concentración industrial. Le sigue Estados Unidos con un 17%, producto de la generación de energía con petróleo. En conjunto, la Unión Europea emite un 10 %, luego viene India con un 6 %, Rusia con 5 %, Japón con 4%.

Entre las industrias más contaminantes ocupa el primer lugar la militar, quemando enormes cantidades de combustibles fósiles en todos sus elementos, y a su vez con la industria de los explosivos que emiten mucho óxido nitroso. Este otro aspecto del capitalismo y sus guerras, que además insumen presupuestos exorbitantes: en la Guerra de Irak (2003/7) se gastaron tres trillones de dólares, cifra similar a la necesaria para suplantar toda la generación de energía por combustibles por otras formas de producción no contaminantes como la eólica, la solar o la nuclear.

Para evitar grandes afectaciones a la población mundial es necesario reducir un 45% las emisiones de GEIs, lo que significa prácticamente reemplazar la quema de combustibles fósiles por energías no contaminantes, terminar con la deforestación y suplantar técnicas de implantación de cultivos por otras más sostenibles, e incrementar los planes de forestación para garantizar el secuestro del CO2 y utilizar prácticas de la geoingeniería -como cápsulas especiales que contengan CO2 en reservorios geológicos.

Argentina

En nuestro país las emisiones provienen de la producción de energía en un 54%, el cambio de uso del suelo (agricultura, ganadería y silvicultura) en un 39%, los residuos en un 4% y los procesos industriales en otro 4%. Sin lugar a dudas este 2020, producto de la deforestación a mansalva producida en todo el territorio y de las quemas simultáneas en 15 provincias se incrementará las emisiones, del mismo modo que en Australia el año pasado y en Brasil donde los incendios fueron una constante crecerán las emisiones de CO2.

El gobierno de Alberto Fernández profundizará la depredación ambiental para garantizar los dólares para el pago de la deuda externa. Muestra de ello es el intento de asociarse con China para instalar granjas industriales de cerdos que serán un factor de nuevas epidemias, maltrato animal y presionarán para expandir aún más la frontera agraria a costa del humedales y bosques. Lo mismo vale para la política frente a la cuestión minera, los desmontes que persisten y el uso indiscriminado de agrotóxicos.

El 25S nos movilizaremos siguiendo el camino de las grandes puebladas en defensa del ambiente, como la de Mendoza que derrotó el intento de avanzar en la megaminería del cianuro, del pueblo de Rosario que ganó las calles, las rutas y puentes para exigir el cese de la quema criminal. El viernes 25, desde las 15:00, nos concentramos en plazas de todo el país para hacer oír nuestras voces en repudio a este régimen depredador.

El principal responsable de la crisis climática es el modo de producción capitalista. Por lo tanto, la salida a esta destrucción del planeta es la lucha por el socialismo en todo el mundo. De ahí que cobra especial importancia el lema adoptado por Tribuna Ambiental: “si el capitalismo destruye el planeta, destruyamos al capitalismo”.