Ambiente
4/11/2020
Depredación ambiental
El acuerdo porcino con China ya está en marcha
El 9 de noviembre movilizamos del Obelisco a Plaza de Mayo para rechazarlo.
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Desde que debió postergar la firma del acuerdo porcino con China, a partir de las jornadas nacionales de movilización, el gobierno tomó otros caminos para implementarlo. En todo momento, los secretos de Estado presidieron la operatoria, y aún hoy es poco claro cómo será el devenir de este proyecto.
Empeñado en lograr una fuente de dólares que contribuya a garantizar el pago de la deuda externa, el gobierno de Alberto Fernández busca la vuelta para poner en funcionamiento las factorías de megagranjas industriales de cerdos. Después de anunciar por la cuenta de Twitter de la Cancillería la postergación de la firma del memorándum de entendimiento, el atajo que ha encontrado es la firma de acuerdos comerciales entre empresarios chinos del sector y autoridades de distintas provincias argentinas.
Chaco
El 29 de octubre el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, firmó un acuerdo de cooperación para que una empresa china con accionistas argentinos Feng Tian Food instale en esa provincia tres complejos de granjas porcinas, con cinco granjas de 2.400 madres cada uno, o sea que en total serían 36.000 madres.
Feng Tian Food tiene entre sus socios locales a Lorenzo Basso, exsecretario de Agricultura de Kirchner, y a Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) y el Centro Exportador de Cereales (CEC). Esta movediza empresa de capitales mixtos también se ha movido buscando contactos con otras provincias, y ya se han iniciado contactos con los gobiernos de Santiago del Estero y de Santa Fe para instalar otros dos complejos de granjas .
Córdoba
El WH Group, que se conocía como Shuanghui International, cambió su nombre en el año 2014 luego de adquirir por la suma de 7.100 millones de dólares a Smithfield -con sede en Estados Unidos-, el mayor procesador y productor de carne de cerdos del mundo. Tiene bajo su administración trece factorías que producen tres millones de toneladas de carne al año, aproximadamente, y sacrifica más de 22 millones de cerdos por año.
La particularidad, de esta empresa es que solo cría unos 400.000 ejemplares, mientras que el resto (el 97 % del total de la producción) proviene de un conglomerado de unidades subsidiarias, compuesto por empresas y proveedores distribuidos en China y distintas partes del mundo. Es que uno de los principales motivos por los que el país asiático busca terceriza la producción es la aparición de enfermedades como la PPA (peste porcina africana), que en 2018/19 obligó a sacrificar entre el 40 y el 50% del stock porcino, lo que llevó a la quiebra a la gran mayoría de los productores y matarifes chinos quebraron. WH Group fue el único que salió airoso. Esos riesgos son los que se pretende que corra ahora nuestro país.
Este grupo empresario ha iniciado gestiones desde comienzo de año contactos para la instalación de emprendimientos porcinos en Córdoba. Esteban Turic, gerente de Biogénesis-Bagó, fue el nexo entre el Grupo WH con empresarios cordobeses. Luis Picat, un productor porcino importante que además es intendente de Jesús María, fue quien los acercó al gobernador Juan Schiaretti. Las localidades de Colonia Caroya, Marcos Juárez, Monte Buey, Jesús María y Candelaria Sud son señaladas como sedes de los posibles asentamientos.
China y la producción porcina
Tras la PPA y la epidemia de Covid-19, China busca desesperadamente tercerizar el abastecimiento de carne porcina que sus 1.400 millones de personas consumen. Es decir que no solo es el principal productor, sino también su principal consumidor. Con la estrategia de conseguir socios comerciales en otras partes del mundo, minimizan los riesgos y problemas internos.
Este tipo de producción trae innumerables problemas sanitarios. El tipo de producción hacinada es propenso a la generación de nuevas pestes, que incluso pueden transmitirse a los humanos. La alta carga de antibióticos y antivirales usados por eso en el proceso productivo encierran a su vez un gran peligro. Otra cuestión importante son los costos ocultos de esta producción, el consumo de agua (se dice alrededor de 6000 litros por kilogramo de carne), la contaminación del suelo, aire y agua que se produce, y un costo de producción que supera en más del 100% los que se tienen en estas latitudes.
Debemos estar atentos a la marcha de estos acuerdos provinciales. La oposición a la radicación de estos emprendimientos tiene innumerables razones, en primer lugar la cuestión ambiental. Además, si bien se hacen anuncios rimbombantes acerca de la contratación de mano de obra, lo cierto es que si se la compara con establecimientos productores en diferentes zonas del país la creación de puestos de trabajo será mucho menor. Por sobre todo, hay contundentes denuncias por las pésimas condiciones laborales y la exposición de la salud en estos granjas industriales. Los olores y los gases emitidos, de hecho, hacen prácticamente que no se pueda vivir en sus adyacencias.
El presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Productores de la provincia de Buenos Aires (Aproporba), Alejandro Lamacchia, emitió un comunicado titulado “Inversiones chinas. Una oportunidad de crecimiento o de sumisión”, puntualizando una serie de cuestiones en defensa de la producción nacional. Según él, la producción tendría que facilitar el abastecimiento a China sin obstaculizar el mercado interno, establecer asociaciones entre los capitales chinos y los productores locales, y todo estímulo fiscal hacia las empresas chinas debe ser igualmente replicado para los productores locales. Su temor es que la crisis en la que está inmersa China, y el mundo, lleve en algún momento a que se discontinúe la compra, y que esa producción inunde el mercado interno produciendo un descalabro en los precios. Lo que refleja es que este acuerdo refuerza la inserción subordinada de Argentina en el mercado mundial.
Por lo demás, la implementación de las megagranjas industriales de cerdos sería un nuevo estímulo al avance de la frontera agropecuaria, con las terribles consecuencias que vemos en las incendios de las Islas del Delta del Paraná y el monte nativo de Córdoba, y en la deforestación de amplias regiones como en Chaco y Salta. Esto, reforzando además la rapacidad de una producción basada en el monocultivo de transgénicos y la utilización de agrotóxicos que envenenan a la población.
¡Derrotemos el acuerdo porcino con China, tanto en las provincias como a nivel nacional! El agua debe ser para consumo de nuestras habitantes y producciones, los bosques nativos no se deben tocar, hace falta un menor uso de agrotóxicos y una menor contaminación por emisión de CO2. El 9 de noviembre, llenemos la Plaza de Mayo y todas las plazas del país.
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