Ambiente
24/4/2025
¿Salmoneras inglesas en las Malvinas? Saqueo y destrucción ambiental
La explotación imperialista del territorio argentino.

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Las Islas.
El gobierno ocupante inglés de las Islas Malvinas busca impulsar la producción de salmón en el Atlántico Sur, de la mano de una empresa británico-danesa llamada Unity Marine. La industria salmonera es repudiada en varios lugares del mundo por las consecuencias gravosas que su actividad tiene para el medio ambiente. En Argentina, una lucha popular impuso la prohibición de las salmoneras en Tierra del Fuego, y en Chile se han abierto paso importantes peleas. De concretarse la movida, ingresaríamos en un nuevo capítulo de la expoliación imperialista del territorio argentino.
La empresa, una alianza entre la pesquera local Fortuna y la consultora danesa F-Land ApS, presentó un proyecto para avanzar en la producción de hasta 50.000 toneladas de salmón cultivado. Se pretende construir ocho centros de producción en la isla principal del archipiélago, con infraestructuras similares a las que se utilizan en países como Noruega y Escocia. Solo resta que el elenco pirata dé luz verde a la iniciativa.
Las salmoneras son repudiadas por pueblos, comunidades originarias y organizaciones ambientales debido a sus graves impactos ecológicos, sociales y sanitarios. La industria introduce en el fondo del mar grandes cantidades de heces de peces, alimentos no consumidos, antibióticos y pesticidas, desquiciando el ecosistema. Así, por ejemplo, genera condiciones para el desarrollo de marea roja. El salmón es una especie exótica y agresiva que amenaza la existencia de otros peces, y transmite patógenos como el virus ISA o el piojo de mar, que afectan a poblaciones silvestres.
El Mar Patagónico en Chile es contaminado por las empresas salmoneras –más de la mitad son extranjeras, mayormente noruegas–, que liberan antibióticos y salmones que depredan especies locales, afectando el equilibrio marino, y llenan la región de basura. Los capitalistas operan violando la ley bajo la mirada cómplice del gobierno de Gabriel Boric. En este contexto, la industria sigue expandiéndose, cada vez más hacia el sur. Además, está afectando la vida de los pueblos indígenas y las comunidades locales al perjudicar la actividad pesquera.
La industria recibió denuncias en Chile por someter a sus trabajadores al pago de salarios bajos, a ritmos extenuantes y a la precarización laboral –el 40% de los trabajadores, según el diario chileno Interferencia, labora a través de subcontratistas–, y por exponerlos a químicos tóxicos. Los buzos suelen sufrir el mal de presión, provocado por descensos y ascensos sin la descompresión necesaria. Entre 2013 y los primeros meses de 2024 se registraron 80 muertes de trabajadores.
Argentina también ha sido testigo de un importante repudio a los capitalistas salmoneros y a sus defensores en el poder político. En Tierra del Fuego, una enorme lucha popular de la que participaron organizaciones ambientales, comunidades locales, ONGs y otros sectores terminó por imponer la suspensión absoluta de la instalación de salmoneras promovida por los partidos capitalistas, fundamentalmente por el PJ.
La zona del Mar Argentino, en la que están ubicadas las Islas Malvinas, está disputada por distintas potencias capitalistas, entre ellas Estados Unidos, China y el propio Reino Unido. Además de la pesca, la explotación de hidrocarburos es otro negocio muy codiciado. La empresa israelí Navitas Petroleum y la británica Rockhopper Exploration lideran el proyecto de explotación petrolera Sea Lion, que alcanzará un pico de producción de 150.000 barriles diarios.
La instalación de las salmoneras en las Malvinas implicaría un reforzamiento de la explotación imperialista del territorio argentino. El gobierno de Javier Milei es cómplice del saqueo y de la usurpación británica de las Islas, como dejó bien claro en el acto que encabezó el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra.
Abajo las salmoneras. Fuera los británicos de las Malvinas.

