Educación
23/9/2024
CABA
La reforma de Mercedes Miguel es el fin de la escuela secundaria
Viva la lucha de los docentes que la están enfrentando.
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Lucha contra la reforma educativa.
En las últimas semanas ha ido creciendo la organización de las escuelas contra la reforma que impulsa el gobierno de la Ciudad con el inmerecido nombre “Buenos Aires Aprende”. Los argumentos expuestos en las decenas de cartas de rechazo que emergen de liceos, comerciales, técnicas y artísticas demuestran dos cosas. En primer lugar, que la reforma implica una degradación profunda de los aprendizajes y una violación de los derechos docentes. En segundo lugar, que los docentes tienen una comprensión mucho más clara que la ministra de los problemas y necesidades de la escuela secundaria.
La profundización de una política fracasada
Como señala Juan García, el argumento principal que justifica la reforma es la individualización de las trayectorias estudiantiles. “Una educación centrada en las necesidades, intereses y ritmos de aprendizaje de cada estudiante” reza el documento del Ministerio de Educación. Pero el “acompañamiento a las trayectorias” es lo que se viene imponiendo hace años y no ha evitado la caída de los resultados en Tesba, Aprender, Pisa o la prueba que fuera. Tampoco mejoró lo que el ministerio llama “bienestar socioemocional”, como da cuenta con mucha claridad el documento Secundaria Aprende.
En verdad, para quien quiera verlo, las razones son bastante evidentes. Que no haya “bienestar socioemocional” en una juventud que en un 60% vive en hogares pobres, que todo lo que vivió es la degradación sistemática de las condiciones de vida en sus familias y cuya perspectiva es el trabajo precario, es lo más natural del mundo. Esta obviedad está completamente ausente en las 90 páginas del documento elaborado por el ministerio.
En este contexto, y sin ninguna otra medida que la flexibilización de las condiciones de promoción (previas por parcial, Cate, escuela de verano, etc.), el resultado del “acompañamiento a las trayectorias” es claro: los estudiantes “avanzan” en la escuela secundaria con cada vez menos aprendizajes.
Individualización a la baja
Dice el documento: “En este modelo, la acreditación es progresiva y personalizada. Los estudiantes van acreditando los contenidos y competencias a medida que los desarrollan, basándose siempre en un plan de aprendizaje ajustado a su ritmo y estilo”. En pocas palabras: cada uno aprueba con lo que sabe.
Esta individualización extrema de la vara con la que pretenden que nos manejemos va contra el sentido de la escuela. Todos los docentes ajustamos la vara y, por lo general, no evaluamos de la misma forma al que ya sabía todo y al que hizo un enorme progreso aún cuando al final no alcance todos los objetivos. Pero lo hacemos partiendo de una idea de lo que debería ser capaz de hacer un estudiante de x año. El gobierno pretende que abandonemos por completo esa idea. Pretende que abandonemos la idea de que la escuela secundaria tiene que transmitir un piso mínimo de conocimientos científicos y de herramientas culturales.
Chatura total
Los “laboratorios de Cs. Sociales y Cs. Naturales” que vienen a reemplazar a Historia, Geografía, Economía, Filosofía, Biología, Física y Química no significan, en el plan del ministerio, solo un cambio de denominación o una apuesta a la integración de saberes. La idea de que haya un “menú” de “laboratorios” que cada estudiante puede cursar en cualquier momento, anula la idea más elemental de la educación: que uno entre a primer año sabiendo algunas cosas y termine quinto o sexto año sabiendo muchas más.
Pretender que este sentido básico de la escuela está obsoleto porque el conocimiento “está en internet” y ahora nos tendríamos que limitar a desarrollar “capacidades” es una estafa. El conocimiento no “está” en ningún lado, porque el conocimiento debe ser construido por las personas y ninguna capacidad existe al margen del conocimiento. El “pensamiento crítico” o la “resolución de problemas” son el resultado de una acumulación de experiencias y saberes concretos, no habilidades empaquetadas que se pueda transmitir en una charla TED.
El último documento aclara explícitamente que en los laboratorios “se tenderá a limitar las exigencias de correlatividad”. O sea, que no se espera ningún progreso en la comprensión de las ciencias naturales y sociales, sino apenas algunas experiencias desconectadas. El documento pone como ejemplo de estos “laboratorios” títulos como Seres Vivos o Formación de los Estados y con estos títulos vagos evita anclarlos a contenidos específicos. No tenemos dudas que se pueden enseñar cosas sobre los seres vivos en cualquier momento de la vida, pero no es lo mismo si se parte de algún conocimiento de los elementos que forman las células o quizás de haber estudiado los biomas, que si se parte sólo de la experiencia de vida (con todas las limitaciones que tiene hoy la vida de nuestros alumnos). Un análisis de la Formación de los Estados es una cosa si suponemos cierto conocimiento de la historia antigua y medieval o de la historia argentina y otra muy distinta si no. Y como los laboratorios tienen que ser aptos para todo público, habrá que adaptarlos sistemáticamente para abajo.
Estamos describiendo algo que ya viene ocurriendo, pero que esta reforma viene a profundizar y a reivindicar.
“Quiero enseñar Geografía”
Esta degradación de la escuela secundaria sólo es posible con una degradación de los docentes que la hacemos. Por eso la reforma (anti)educativa incluye una reforma (anti)laboral. La concentración de horas en algunos docentes por métodos anti-estatutarios y la reubicación forzosa o cese de la mayoría es una violación de derechos y una descalificación profesional.
La promesa de que los docentes titulares que no acumulen horas van a seguir cobrando íntegramente su sueldo, cumpliendo su carga horaria en tareas que le asigne la conducción, es poco creíble de quien viene y, en cualquier caso, refuerza la descalificación de nuestro trabajo (lo que a la larga siempre termina en peores condiciones). Por otro lado, la idea de que lo mejor es tener pocos docentes que estén todo el día en una escuela es, cuanto menos, debatible. ¿Por qué cerrar las puertas a que docentes universitarios, investigadores o profesionales se desempeñen también como docentes de secundaria? Evolutivamente, la endogamia reduce la variabilidad y la capacidad de adaptarse a situaciones cambiantes. Además, que algunos docentes titularicen 72hs puede convertirse en un tapón para que nuevas camadas ingresen a la docencia.
Carteles como el subtítulo de este apartado, que se pueden ver en los abrazos y semaforazos que están organizando las escuelas, son el grito de docentes que no se resignan ni a perder su trabajo ni a verse convertidos en “facilitadores” de una escuela vaciada. Como nunca, la lucha sindical se liga a una lucha política-pedagógica contra la destrucción de la enseñanza.
La educación es un derecho social
En esta línea, algunas escuelas están advirtiendo contra el riesgo que significa trasladar la responsabilidad sobre el proceso educativo a los estudiantes y sus familias. Con estas palabras, que hacemos propias, lo explican los docentes del Esnaola:
“Además, se delega a los/as estudiantes la toma de decisiones cruciales sobre su trayectoria educativa, encubriendo así un desplazamiento de la responsabilidad de los/as adultos/as, encargados/as de garantizar una educación integral y de calidad. Esta cesión de responsabilidades es profundamente preocupante, ya que el derecho a una educación de calidad es un pilar fundamental que debe ser garantizado por el Estado y sus representantes, no transferido a quienes aún se encuentran en pleno proceso de formación.”
Esta transferencia de la responsabilidad inevitablemente va agravar las diferencias sociales en el acceso a la educación, porque no todas las familias cuentan con los mismos recursos para tomar estas decisiones cruciales. Pero además, la decisión de educar a las nuevas generaciones en ciertos conocimientos y herramientas culturales no es una decisión individual, de la misma forma que la vacunación contra la polio no es una decisión individual.
La educación siempre fue un fenómeno social. Pretender reducirla a un conjunto de trayectorias individuales independientes es una utopía reaccionaria. Los problemas que hoy enfrenta la escuela secundaria son sociales y tienen su origen en el empobrecimiento y la descalificación del trabajo. Voltear la reforma de Macri y Mercedes Miguel no alcanza para resolverlos, pero la organización docente que surgió en su rechazo es el camino a seguir.