Educación

22/4/2025

Un aporte al debate sobre alfabetización en la provincia de Buenos Aires

El rol de la docencia y la responsabilidad de los estados capitalistas.

Un debate clave.

El triunfo de Milei en Argentina, producto entre otras cosas del fracaso de los partidos tradicionales que han gobernado desde el regreso de la democracia, puso en el centro de la crisis educativa el cuestionamiento de los enfoques que se aplican en el proceso de alfabetización en el nivel primario. 

La campaña sobre qué tipo de alfabetización es mejor no distingue fuerzas políticas y a ella se suman distintos “especialistas” en educación, analizando como punto de partida que la crisis educativa y que la escuela pública no enseñe a leer y escribir son responsabilidad de los docentes. El ataque al enfoque, de acuerdo a dónde se pare cada fuerza política, es el taparrabos para ocultar su responsabilidad en la debacle educativa.

Este argumento también es internacional: el Banco Mundial y la Unesco, entre otros organismos, tienen como parte de su agenda en esta nueva configuración política el objetivo de reducir el origen de la crisis educativa al problema de los enfoques para esconder abajo de la alfombra todos los elementos que influyen e interactúan en el proceso de alfabetización. Es decir, para ocultar a los verdaderos responsables de que exista una situación crítica en torno a la lectura y la escritura: los gobiernos que recortan brutalmente los presupuestos para educación. 

Dos enfoques en pugna, un sistema educativo en ruinas

La ultraderecha afirma que la implementación del enfoque de la psicogénesis constructivista, vigente en la provincia de Buenos Aires, solo ha parido estudiantes analfabetos y docentes que no cumplen un rol pedagógico en el aula porque esta propuesta de alfabetización deja a las y los alumnos a la deriva para que “aprendan solos”. Por estos resultados, se quiere reemplazar un enfoque por otro: implementar a nivel nacional el de la conciencia fonológica.

Así, el sistema de escritura quedaría reducido a la enseñanza del sonido de las letras y dejaría de lado la necesidad de pensar la alfabetización en términos socioculturales, aspecto que sí recoge la psicogénesis o las Prácticas del Lenguaje. Es interesante agregar en este sentido que en la mayor parte de las provincias del país el constructivismo no es el enfoque hegemónico, pero aún así sería el responsable de todos los males que aquejan a la educación. 

Jorge Macri, por ejemplo, ya ha realizado una reforma del diseño curricular en la Ciudad de Buenos Aires para las escuelas primarias y a partir de este año es el enfoque de conciencia fonológica el que regirá a través del Diseño Curricular en CABA, como en otras provincias del país (Chubut, Corrientes, La Rioja, San Juan). Dato interesante: el estudio “Aprender 2021” de Argentinos por la Educación mostró que CABA presentó los porcentajes más altos de estudiantes con buenos niveles de desempeño en lengua bajo el enfoque de la psicogénesis que se implementó en la Ciudad desde el 2004. 

Es importante aclarar y subrayar dos cuestiones fundamentales para entender el trasfondo del debate. La puja entre estos enfoques es una puja capitalista, lejos está la idea de abrir un debate superador en torno a cómo mejorar las condiciones para una mejor y más efectiva alfabetización. Los dos enfoques en pugna son teorías viejas, nada innovadoras, que se van reemplazando a lo largo de la historia según sean las demandas de los Estados capitalistas en torno al perfil del estudiante/futuro trabajador que necesitan para desenvolver sus planes económicos. 

Es interesante señalar que la derecha no siempre ha mostrado un cuestionamiento a la psicogénesis, por el contrario en otros escenarios políticos (fundamentalmente en la década de los 90) ha sido el sector que la ha impulsado como enfoque adecuado para garantizar la alfabetización. Posdictadura militar, en el gobierno de Alfonsín, se ha desarrollado en Argentina el Plan Nacional de Alfabetización (PNA) con un enfoque psicosocial, influenciado por las ideas de Paulo Freire. En el auge de la democracia capitalista era necesario defender una mirada que ponderara el rol social de los sujetos dentro y fuera de las escuelas. 

Por otro lado, la teoría constructivista y su aplicación en el aula requiere una dedicación e intervención constante del docente y coloca al niño en un rol activo en su proceso de aprendizaje. Es un arduo trabajo cotidiano que debe tener un seguimiento riguroso, lejos de lo que divulgadores como Ana Borzone, Claudia Peiró, Andrés Rieznik, entre otros se empeñan en instalar en cuanto medio pueden para colaborar con el discurso de la derecha. 

Aun así, la teoría psicogenética no siempre es posible aplicarla. Ningún escenario es tan homogéneo en las escuelas para que todos los niños y las niñas aprendan de una única manera. Esto vale para cualquiera de los enfoques que queramos analizar. Por eso mismo, la realidad áulica arroja que las y los docentes utilizamos de los enfoques lo que nos parece más pertinente según el diagnóstico pedagógico que elaboramos al comenzar cada año lectivo.

Entonces, resulta fundamental entender por qué hay un interés en traer este debate sin evaluar también las condiciones laborales y salariales en las que la docencia tiene que desenvolver la tarea de alfabetizar. Sin considerar la sobrecarga laboral, el agotamiento cotidiano, las presiones administrativas, la falta de recursos y el crecimiento de la pobreza que afecta a las familias de los estudiantes no llegaremos a una conclusión que se acerque a la realidad que nos determina como trabajadores de la educación. 

Gobiernos como el de Milei solo se apoyan en la conciencia fonológica para presentar un debate sesgado de la crisis educativa y para transformar a las escuelas en fábricas de estudiantes que solo puedan decodificar el lenguaje y no comprenderlo. Gobiernos “progresistas” como el de Kicillof se han montado en la defensa del enfoque constructivista mientras con sus políticas van destruyendo los recursos para poder aplicarlo; mientras se desdibujan todos los parámetros que definen a la escuela como un lugar propicio para garantizar una educación de calidad. 

¿Cuál es el rol pedagógico de la docencia? ¿Y el de Kicillof?

Traslademos este panorama a la provincia de Buenos Aires y a lo que realmente ocurre en las aulas de la educación primaria. 

En la provincia de Buenos Aires se aplica desde el Diseño Curricular el enfoque constructivista, asociado históricamente al progresismo pedagógico. En las aulas, las y los docentes estamos al tanto de las herramientas que ofrecen ambos enfoques, el que está vigente y el de conciencia fonológica, y utilizamos de cada uno lo que consideramos más pertinente para la características del grupo social con el que nos toca trabajar, considerando también las individualidades.

Para la derecha la ecuación es más o menos así: el progresismo de Kicillof y su idea constructivista de la alfabetización, como una herramienta más de adoctrinamiento en las escuelas, ha impedido que las y los alumnos aprendan a leer y escribir y ha colocado a la docencia en un lugar de relajo ya que este enfoque no implica la intervención de las y los trabajadores de la educación. 

En este punto, el del adoctrinamiento, se para Andrés Rieznik, en nombre de la neurociencia, para afirmar que la docencia bonaerense sufre una persecución por parte de directivos e inspectores si se les ocurre enseñar el sonido de las letras. Según sus afirmaciones, es más que probable que si un inspector entrase a un aula de la provincia y se topara con una docente enseñando el sonido de las vocales, en su rol patronal no le caería bien y hasta podría hacerle un llamado de atención. 

La realidad es que los inspectores persiguen a los docentes que luchan para defender los cargos de Maestra de Apoyo por ejemplo, no por cómo enseñan a leer. 

¿Cuestionamiento o intercambio de favores?

El argumento de que Kicillof persigue a la docencia por el enfoque busca polarizar por derecha el debate educativo, y lo que pretende es ocultar que la verdadera persecución es la que sufren las docentes que deciden adherirse a los paros convocados por la Multicolor, formando parte de listas negras que mandan a elaborar inspectores y directivos alineados a la Celeste de Baradel.

Si el problema del progresismo de la provincia de Buenos Aires en materia educativa solo fuese el enfoque del diseño, bastaría con cambiarlo y así mágicamente las y los niños aprenderían a leer y escribir sin dificultades. Un operativo de rescate “por derecha” del papel que viene jugando el gobernador Kicillof sobre el ajuste educativo en la provincia de Buenos Aires. 

Es importante destacar que a través de Fabián Loayza, quien estuvo en la cartera educativa de la provincia hasta el 2023, se le entregó a Milei el sello del Partido Unión Celeste y Blanco, para que sirva como estructura electoral de La Libertad Avanza. Lo mismo pasa en la actualidad donde muchos de los funcionarios de la DGCYE vienen del gobierno de Vidal, como Emilio Cassou, director provincial de Gestión de Recursos Humanos, uno de los impulsores de la campaña antihuelga en 2023 y el encargado por orden del gobernador y el director general de Escuelas, Alberto Sileoni, de impulsar los descuentos y las injustificadas contra los paros Multicolor.

Los libertarios buscan una falsa polarización con el gobernador. Porque ni Milei, ni Kicillof buscan enfrentar las verdaderas causas de la debacle educativa, básicamente porque son responsables del ajuste y el vaciamiento educativo. 

A esto se suma el rol de la celeste de Baradel, que forma parte del entramado que ha tejido la burocracia sindical para contener la organización de los trabajadores y está dejando pasar los ataques de Milei y los gobernadores a la educación. 

La docencia de todo el país y la de la provincia de Buenos Aires tienen que poner su voz en este debate, de lo contrario serán la derecha libertaria y los gobiernos que garantizaron su ascenso los que diriman un problema que no es de enfoques sino de políticas educativas y orientación social.

Defendamos la intervención de la docencia en el debate pedagógico de la mano de la defensa de nuestras principales demandas rompiendo la contención de la burocracia sindical que solo nos propone permanecer en las escuelas en las peores condiciones, alejándonos cada vez más de un debate integral para la defensa de la educación pública.

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