El ascenso huelguístico en Estados Unidos

Guionistas de Hollywood en huelga

Como parte de una tendencia creciente, más de 323.000 trabajadores participaron en huelgas en Estados Unidos durante los primeros ocho meses de 2023. Estos números superan a todo el año 2022, en el que, según un reporte de Labor Action, hubo 224.000 trabajadores involucrados. El dato importa porque este registro, a su vez, marcaba un incremento del 50% con respecto a 2021.

El proceso más significativo de este 2023 es el de los guionistas y actores, que ingresaron en huelga en mayo y julio, respectivamente, en demanda de mejores salariales y de las condiciones de trabajo. Pero también se destacan los hoteleros de Los Angeles y las enfermeras. Algunos medios hablan de un “verano caliente de huelgas”. Los afiliados del sindicato automotriz (UAW) aprobaron la realización de medidas de fuerza a partir de mediados de septiembre si no hay una resolución positiva en la negociación salarial. Los camioneros arribaron a un acuerdo de último minuto.

Para poner las cifras actuales en perspectiva, vale citar un interesante trabajo recientemente publicado por dos sociólogas norteamericanas. Entre el fin de la segunda guerra mundial y 1981, entre uno y cuatro millones de trabajadores norteamericanos participaron anualmente de huelgas. El pico se registró en 1946, coincidiendo con un levantamiento de restricciones a las medidas de fuerza establecidas durante el conflicto bélico.

Para los años ’90, ese promedio se desploma, hasta caer debajo de los 100 mil. En el medio, el movimiento obrero norteamericano sufrió una derrota que las investigadoras califican como un punto de inflexión: fue cuando, en 1981, el presidente Ronald Reagan despidió a 11 mil controladores aéreos en huelga y militarizó el servicio. Ese golpe, de proporciones históricas, afectó a toda la clase trabajadora. Y tuvo su correlato, según el estudio, en un desmejoramiento del salario.

Paulatinamente, las tasas de afiliación a los sindicatos también fueron cayendo. En 1945, abarcaba al 34,2% de la fuerza laboral, pero en 2010, a apenas alrededor del 10%. Como hemos consignado en otros artículos, esos niveles de sindicalización son desiguales. En el sector público bordea el 35% (destacándose el sector educativo), para caer al 6,3% en el sector privado (con pisos de apenas el 4% en la ganadería). A su vez, hay disparidades geográficas: en el estado de Nueva York el promedio general es del 20%, y en el estado costero de California del 16%, mientras que en las mediterráneas Utah, Texas y Arkansas es solo del 4% (datos de El Orden Mundial, 11/9/22).

¿En qué punto nos encontramos hoy? En un crecimiento de los conflictos y la sindicalización que, si bien está lejos de los niveles históricos, marcan un reanimamiento del movimiento obrero.

En 2022, un aguerrido núcleo de 7 mil trabajadores del sector gastronómico y hotelero protagonizó un tercio de los paros, según un artículo de la periodista Anna Helhoski (“Who is in strike Today in US”, en Nerdwallet.com, 25/8). La punta de lanza fue el flamante sindicato de las cafeterías Starbucks que, en tiempo récord, a pesar de la política antisindical de la compañía, eligió delegados en más de 100 tiendas. También en Amazon se libra una pulseada clave. En abril de 2022, se conquistó la sindicalización del primer almacén, en Staten Island, Nueva York. Con todo, fue el sector educativo el más involucrado en huelgas en 2022, totalizando el 60% de los trabajadores involucrados. Un dato significativo es que el 32% de los huelguistas de 2022 no se encontraban agremiados (ídem).

La inflación, que alcanzó picos de casi el 10% interanual hasta hace algunos meses, fue una de los propulsoras de las huelgas. Pero también tienen gran importancia las condiciones de trabajo. La salida del pico de la pandemia puso de relieve un fenómeno conocido como “el gran renunciamiento”, que mostraba la resistencia de una masa de trabajadores precarizados a volver a sus empleos. En particular, aquellos que eran más vulnerables al Covid-19. Para sortear esa situación, algunas empresas llegaron a pagar las entrevistas laborales y ofrecer bonos de contratación de hasta mil dólares. La caída del desempleo, que orillaba el 5% en abril de 2020, hace suponer que aquel fenómeno se está disipando.

Atento al escenario de revitalización organizativa, el presidente Joe Biden supo declararse como un presidente “prosindical”, llegando a expresar su apoyo a algunos de los conflictos. Pero este abrazo del oso es en realidad un intento de contención, de pesca de votos y de alineamiento de la burocracia sindical en la carrera por la reelección. Biden mostró su verdadero rostro cuando intervino personalmente en 2022 para abortar una huelga ferroviaria por mejoras salariales que hubiese tenido un fenomenal impacto en todo el país. El movimiento obrero necesita una independencia política y organizativa para conquistar sus reclamos.

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