India, cuatro meses de rebelión campesina

La rebelión de los campesinos en la India sigue atormentando al gobierno del ultraderechista Narendra Modi y con él también a la clase capitalista toda. El pasado 26 de marzo se conmemoró, mediante una jornada de lucha en el marco de un Bharat Bandh (cierre total de actividades, en este caso por doce horas), el cuarto mes de la sublevación que ha metido de lleno a la India en el pelotón de países que a nivel internacional se han convertido en ejes centrales de la lucha de clases, en el continente asiático este proceso viene estando presente en lugares como MyanmarTailandia o Indonesia.

Los campesinos irrumpieron en el escenario político nacional en agosto de 2020, y sus acciones de lucha fueron tonificándose al calor de la rebelión, lo que ha llevado a estos a protagonizar fuertes choques contra el régimen, que ha fracasado en su tentativa de sacar a las masas de la calle –militarización, intervención de la Corte Suprema, etcétera-. Su objetivo es derrotar la pretensión oficialista de entroncar a los pulpos del agronegocio en el mercado de cosechas campesinas, cuyos productos del trabajo venían siendo comprados por el Estado a precio sostén.

Se toma como referencia el día 26 ya que el año pasado, en noviembre de esa misma fecha, tuvo lugar un paro general que involucró a cerca de 250 millones de personas y que encontró a los campesinos enfrentando junto a la clase obrera el paquete de reformas anti populares de Modi. Ese día, en Delhi, se instalaron campamentos, que se convirtieron en focos de organización política y de solidaridad de clase.

El grado de acatamiento al Bharat Bandh, convocado por el Samyukt Kisan Morcha (SKM), un organismo que nuclea alrededor de 40 organizaciones campesinas, ha variado de acuerdo al punto del país en el cual se ha desarrollado. En los norteños estados de Punjab y Haryana, las tiendas cerraron sus persianas en varios lugares. En Delhi, el impacto ha sido mínimo; los grandes mercados, por ejemplo, han continuado sus movimientos con normalidad. El Departamento de Educación Superior del oriental estado de Odisha anunció en vísperas a la jornada que todos los colegios y universidades de la región habrían de permanecer cerrados. Andra Pradesh, estado ubicado en el sureste del país, vio sus comercios fuera de actividad y los agricultores obtuvieron el apoyo de los camioneros, quienes no ejercieron su labor. Aquellos estados y territorios que fueron a las urnas para renovar autoridades, por el contrario, quedaron por fuera de la convocatoria, mientras que en otros se produjo un brevísimo parate de la actividad mercantil. Uno de los motivos por el cual una parte significativa de los comercios no se plegó al cierre fue el rechazo a este por parte de la Confederación de Comerciantes de la India (India Today, 25/3).

Desde el punto de vista de las tendencias políticas nacionales, la movida ha sido acompañada por el Partido Comunista (PC) y el Partido Comunista Marxista (PCM), en tanto que ciertos elementos del Partido del Congreso (CNI) coquetearon de manera demagógica con ella.

Los agricultores bloquearon carreteras nacionales y puntos estratégicos en muchos rincones de Punjab y Haryana, y realizaron piquetes en las vías de tren. Se estima que cuatro trenes de Shatabdi –trenes rápidos- fueron cancelados, otros treinta y cinco han sido detenidos, y cuarenta trenes comerciales encontraron afectadas sus operaciones. Asimismo, hubo cortes y movilizaciones en numerosos distritos. Los gobiernos, como era de esperar, desplegaron a las fuerzas represivas. En el estado de Uttar Pradesh, al norte del país, 20 activistas del PCM que protestaban en el municipio de Sikandarpur fueron detenidos por la Policía. Al oeste, en el estado de Guyarat, cuatro líderes campesinos han sido arrestados en una conferencia de prensa que pretendía trazar un plan de lucha para los días de abril por venir. Las fuerzas de seguridad del estado de Karnataka, por otro lado, detuvieron a campesinos que se manifestaban pacíficamente.

La iniciativa huelguística de los agricultores aconteció luego de un paro nacional bancario de dos días contra la privatización de algunos bancos estatales, cuya puesta en marcha daría lugar a despidos y a la liquidación de conquistas históricas de los trabajadores. Se trata de uno de los pilares del anti obrero presupuesto 2021 anunciado por el gobierno en febrero pasado. La huelga, que fue acompañada de protestas en varias ciudades, fue convocada por el Foro Unido de Sindicatos Bancarios y logró la adhesión de alrededor de un millón de empleados. Los bancarios se han sumado así a los demás sectores de la clase obrera que ya se han consustanciado con la rebelión campesina, como fueran los trabajadores de la industria automotriz y del transporte.

El próximo capítulo de la lucha campesina tendría lugar cuando el parlamento indio trate un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea respecto a la industria láctea, el cual, de concretarse, haría que grandes jugadores como Dinamarca, cuya burguesía se vale del dumping o de los millonarios subsidios estatales para competir en el mercado, perjudicasen la producción de los agricultores locales (The Hindu, 1/4).

Proimperialismo

Modi viene reforzando a todo vapor el carácter pro imperialista de su gobierno. Él y su ministro de Defensa han protagonizado reuniones con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, las cuales tuvieron como leit motiv el fortalecimiento de los lazos militares entre ambos países en aras de contrarrestar la influencia china en la región. En esta sintonía se produjo la reciente visita de Modi al vecino Bangladesh, poco después del encuentro entre el gobierno indio y los yanquis, cuyo fin ha sido aceitar no solo las relaciones comerciales, sino también proyectos nucleares que tiene la India en el territorio bangladesí. Estados Unidos pretende que el país bengalí compre sus pertrechos militares en lugar de los de China, que actualmente funge como su principal aprovisionador militar y asimismo lleva la delantera en términos de inversiones. Durante la visita de Modi se desenvolvieron protestas que fueron duramente reprimidas por el gobierno bangladesí, dejando un saldo de varios manifestantes muertos. El disparador de estas ha sido el odio de la población al supremacista Modi, quien promueve una política de masacre de los musulmanes –casi el 90 por ciento de la población de Bangladesh pertenece a esta religión.

A 4 meses del inicio de la rebelión campesina, en la atribulada situación política india, la clave de la etapa sigue siendo preparar las condiciones para unir a la clase obrera con los agricultores. Las centrales sindicales deben convocar a la huelga general, el proletariado y los campesinos indios pueden triunfar.