Internacionales
20/5/2025
La hambruna en Gaza confirma que Israel ejecuta un genocidio
Debido al bloqueo, dos millones de personas padecen hambre, según la Organización Mundial de la Salud.

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Mientras Israel bloquea el ingreso de la ayuda humanitaria, ésta se amontona en las fronteras
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ratificó este lunes 19 el plan de ocupación de la Franja de Gaza, aprobado a comienzos de mes por el gabinete de seguridad sionista. En los preparativos de la operación, que el ejército bautizó como Carros de Gedeón (en referencia al juez bíblico hebreo que combatió a los madianitas), más de 500 palestinos fueron asesinados en ataques aéreos, lo que lleva la cifra oficial de muertos a 53 mil desde octubre de 2023.
La puesta en marcha del plan de anexión tiene lugar en medio de una situación terminal en materia humanitaria. El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Ghebreyesus, advirtió que dos millones de gazatíes (sobre 2,4 millones de habitantes) pasan hambre como consecuencia del bloqueo total que Tel Aviv reimpuso el 2 de marzo. Tom Fletcher, jefe de operaciones humanitarias de Naciones Unidas, advirtió el martes 20, en una entrevista con la BBC, que 14 mil niños corrían el riesgo de morir si en 48 horas no ingresaba asistencia al enclave costero.
Un genocidio con todas las letras
En este contexto, Netanyahu anunció en su conferencia de prensa que había permitido el ingreso a Gaza de cinco camiones con ayuda humanitaria. Aunque se encargó de aclarar que era por razones “prácticas” y “diplomáticas” (La Nación, 20/5), es decir, por la presión internacional, y no por humanidad. Posteriormente, la cifra de camiones se elevó a un centenar, que es igualmente “una gota en el océano” de las necesidades del pueblo gazatí, según la descripción del director de la OMS para los Territorios Ocupados, Rick Peeperkorn. En el gabinete israelí, de todos modos, hay quienes rivalizan en dureza con el propio Netanyahu, como el ministro de seguridad, Itamar Ben-Gvir, de Poder Judío, quien considera que cualquier ingreso de ayuda humanitaria al enclave obstaculiza la victoria israelí.
Mientras Israel bloquea el ingreso de la ayuda humanitaria, ésta se amontona en las fronteras. La portavoz de la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés), Louise Wateridge, señaló desde Jordania que “tienen suficiente comida para 200.000 personas durante todo un mes, así como medicamentos suficientes para el funcionamiento de nueve centros de salud y 38 puntos médicos de la Agencia, con lo que atender a 1,6 millones de personas” (sitio de Naciones Unidas, 20/5). Pero todo se estrella con la implacable negativa sionista.
En el caso de la atención médica, Peeperkorn asegura que el sistema sanitario se encuentra “empujado al límite, con hospitales bombardeados y suministros vitales disminuyendo (…) hay una aguda escasez de todo, incluido líquidos intravenosos, antibióticos, insulina, desinfectantes e incluso materiales de limpieza básicos” (ídem).
Alimentos e insumos sanitarios varados en la frontera, gazatíes muriendo por el hambre y sin acceso a la salud. ¿Qué otra prueba se necesita para confirmar que estamos en presencia de una perversa operación de características genocidas?
La corresponsal de la cadena qatarí Al Jazeera en el enclave costero señala que cuatro hospitales (Nasser, Indonesio, Europeo y al –Awda) fueron bombardeados o sitiados por las tropas israelíes, por lo que “en gran medida han quedado fuera de servicio en los últimos días” (Al Jazeera, 20/5). En tanto, el municipio de Deir el-Balah, del centro de Gaza, denunció este martes que Israel destruyó el último pozo de agua de la zona, y también su generador.
La operación de nombre bíblico de las tropas israelíes se complementa con un plan para modificar el sistema de reparto de la ayuda humanitaria. En la actualidad, Naciones Unidas cuenta con alrededor de 400 puntos de distribución en la zona, aunque los almacenes están vacíos debido al bloqueo israelí. La intención de Tel Aviv y la Casa Blanca es pasar a un sistema con menos bocas de expendio, de entrega individual (una persona por familia, previamente registrada), y bajo estricto control militar israelí. Bajo este modelo, Israel pretende extorsionar a la población con una entrega a cuentagotas de la ayuda, a cambio del reconocimiento o la resignación ante la ocupación.
Sobre las características del plan de anexión, no hay demasiada información oficial, aunque la prensa israelí ventiló el fin de semana un documento que dice que el pueblo de Gaza quedaría confinado y separado por cuatro zonas militares, para cruzar las cuales sus habitantes deberían pedir autorización previa, además de estar registrados. Esta política de cantones aislados entre sí, rodeados por la vigilancia militar sionista, es la que rige en Cisjordania.
Repudio internacional
El horror genocida, sin embargo, no es impune. Netanyahu señaló en su conferencia de prensa que senadores norteamericanos que él conoce, y que son incondicionales del sionismo, le han advertido que las imágenes del pueblo de Gaza sometido al hambre merman la imagen de Israel en el mundo y acercan a Tel Aviv a “una línea roja, a un punto en el que podríamos perder el control” (La Nación, ídem).
En la semana del 15 de mayo, Día de la Nakba, en que se conmemora la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus tierras en 1948 para la formación del Estado de Israel, hubo movilizaciones en Londres (con la participación de medio millón de personas), Bruselas (también multitudinaria), Estocolmo, Dublín, Madrid, Amsterdam, Milán, Berlín (donde fueron detenidos 56 manifestantes), Hamburgo, Atenas, Melbourne, San Francisco, Toronto, San Pablo y Buenos Aires, entre otras.
Necesitamos profundizar este camino. No al genocidio. Viva la lucha del pueblo palestino.

