La transición en Irán tras la muerte del presidente Ebrahim Raisi

Tareas de salvataje tras la caída del helicóptero presidencial

La muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi, después de que el helicóptero en que viajaba se estrellara contra una montaña en la provincia de Azerbaiyán Oriental, derivó en un adelantamiento de las elecciones presidenciales, que se llevarán a cabo el 28 de junio. Si bien el Ejército abrió una investigación sobre el deceso del mandatario, la hipótesis principal que se baraja es la de un accidente, por encima de la de un posible atentado.

Aunque el régimen iraní parece en condiciones de absorber la pérdida de Raisi, ya que el poder político reside en última instancia en el ayatollah supremo, Ali Khamenei, se abren interrogantes respecto a la futura sucesión del máximo líder, ya que era justamente Raisi quien sonaba como potencial reemplazo. Otro de los nombres en danza es el de Mojtaba Khamenei, hijo de Ali y nieto de Ruhollah, el fundador de la república islámica. La incógnita, entonces, es si se abrirá una puja para ocupar el máximo lugar en la jerarquía del poder.

Con respecto a la elección presidencial, los medios occidentales evalúan posibles candidatos, pero es muy poco lo que se sabe. El proceso, como es habitual, estará férreamente controlado por Khamenei, ya que el Consejo de Guardianes (con 12 integrantes, la mitad de los cuales es designada en forma directa por el ayatollah supremo, y la otra mitad por la justicia, con aval del parlamento) tiene poder de veto sobre las candidaturas. Como presidente interino, fue designado Mohammad Mokhber, quien supo dirigir uno de los conglomerados económicos principales del régimen, con injerencia en el sector energético, financiero y de las telecomunicaciones.

Las últimas elecciones en Irán vienen marcando una caída pronunciada de la participación. En junio de 2021, los comicios en los que triunfó Raisi registraron una abstención superior al 50%. Y, si bien el pico de la pandemia pudo influir en esos guarismos, las parlamentarias de marzo de este año tuvieron un ausentismo aún superior, confirmando la tendencia.

Contradictoriamente con esta caída en la popularidad del régimen, su ala más recalcitrante es la que viene ganando posiciones desde que Donald Trump rompiera las negociaciones sobre el plan nuclear persa y reimpusiera las sanciones económicas, en 2018. El fallecido Raisi, de hecho, resultó una figura más conservadora que su antecesor en el cargo, Hassan Rohaní, un “moderado” que parece haber perdido la confianza del líder supremo, ya que fue vetado en las últimas parlamentarias. El “ala reformista”, en tanto, o al menos el llamado Frente de la Reforma, que reúne una veintena de organizaciones, boicoteó los comicios de este año, considerándolos manipulados.

Si bien la reimposición de las sanciones norteamericanas golpeó a la economía iraní, que atraviesa una inflación próxima al 50% anual y sufrió una fuerte devaluación de su moneda, Teherán ha logrado reorientar sus exportaciones de petróleo hacia China, siguiendo el mismo modelo que Rusia tras las penalidades impuestas a Moscú desde la invasión de Ucrania.

Según las autoridades persas, en el primer trimestre de 2024 el país obtuvo el mayor volumen en exportaciones petroleras desde la reimposición de las sanciones. El 80% se destinó a China. Biden enfrenta un dilema, ya que el flujo de petróleo iraní evita un alza mayor de los precios internacionales del crudo. Si impusiera sanciones mayores, se elevarían los precios globales, lo que tendría un impacto negativo en su campaña presidencial.

La expresión más importante del malestar popular frente al régimen de los ayatollahs se vio en los levantamientos de 2018 y 2019, y en la oleada de huelgas obreras de 2020 por el pago de sueldos atrasados, contra la precarización laboral y las privatizaciones. A su vez, en 2022, se desarrollaron importantes movilizaciones debido a la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, bajo custodia de la Policía de la Moral, tras su detención por no portar el hiyab (velo islámico), que es de uso obligatorio. La represión dejó centenares de muertos. Aún hoy esa nefasta entidad patrulla las calles para intimidar a las mujeres iraníes.

Sin embargo, el régimen recupera oxígeno político en su confrontación con el imperialismo y el sionismo, que viene de atacar el consulado iraní en Siria. Aunque la respuesta de Irán fue limitada, y con aviso previo, la postura le sirve para contrarrestar, en parte, el deterioro que acarrea como consecuencia de la pérdida del poder adquisitivo, la pobreza y la represión, que contrastan con la vida opulenta de la élite dominante.

Las sanciones contra Irán tienen que ser levantadas y los ataques provocadores del sionismo, detenidos. El régimen iraní debe ser vencido, pero por la clase trabajadora y las masas populares, como parte de una lucha por una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.