Sudán: ¿hacia una nueva guerra civil?

Sangrientos choques armados en plena capital

Una columna de humo asciende al cielo de Khartoum

Los enfrentamientos armados que estallaron este fin de semana en Sudán despertaron los temores de una nueva guerra civil en este territorio africano. El ejército, al mando del jefe de Estado y cabeza del Consejo Soberano, Abdel Fatah al Burhan, intenta sofocar el alzamiento de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), dirigidas por el segundo hombre fuerte del país, Mohamed Hamdan Daglo, alias “Hemedti”. Hay más de cien civiles muertos, en medio de fuertes combates en plena capital, Khartoum.

Al Burhan y “Hemedti” habían sido socios políticos en el golpe de octubre de 2021, que desplazó al primer ministro Abdalla Hamdok y puso fin a un gobierno de transición entre militares y civiles. Pero enseguida estallaron las disputas de poder entre ambos. En las últimas semanas, antes del estallido de los choques armados, las disensiones giraban en torno al lugar de cada cual en el nuevo proceso de transición política alentado por la Unión Africana y la ONU, que naufragó definitivamente con los primeros disparos.

Socios y enemigos

El actual mandatario de Sudán es un graduado de la Academia Militar de Jartum y pertenece a la élite castrense. Las fuerzas armadas dominan negocios importantísimos, gracias al control o participación en cientos de empresas del sector bancario, la construcción, el oro y las telecomunicaciones, entre otros. Se transformó en el hombre fuerte del país tras la caída de Omar al-Bashir, el dictador que gobernó entre 1989 y 2019 y que fue abandonado por los militares en medio de una rebelión popular. Al Burhan lideró el Consejo Militar de Transición entre abril y octubre de 2019, con “Hemedti” como su segundo, y a partir de entonces, el Consejo Soberano.

A diferencia de Al Burhan, “Hemedti” tiene un origen humilde como pastor de camellos en la región de Darfour, en el oeste. Lideró, por encargo del dictador Omar al-Bashir, las milicias paramilitares Yanyaweed que llevaron a cabo una limpieza étnica contra la población agrícola de ese lugar, durante la guerra que dejó 300 mil muertos a comienzos de siglo en esa región. Las milicias Yanyaweed, dotadas de camionetas 4×4, caballos y camellos, fueron formadas ante la dificultad del Ejército de operar en la zona en conflicto.

En 2013, las milicias Yanyaweed se convirtieron en las actuales FAR y se transformaron en una unidad más convencional. Al-Bashir las veía como un contrapeso ante posibles conspiraciones golpistas dentro del Ejército. “Hemedti” acumuló gran poder: para 2019 las FAR tenían 50 mil efectivos y él se había convertido en uno de los hombres más ricos del país, metido en el negocio del oro.

Las FAR participaron del derrocamiento de Al-Bashir, pero también reprimieron de forma sanguinaria las movilizaciones populares posteriores que reclamaban un gobierno civil. Por eso mismo, que ahora hable de preservar el legado de la “revolución” de 2019 es una impostura.

La élite del Ejército siempre despreció a las milicias de “Hemedti”, provenientes de regiones periféricas de Sudán. Hoy se estima que las FAR tienen alrededor de 100 mil miembros y que dispone de vehículos blindados y drones, aunque no cuentan con el poder aéreo y de artillería del que gozan las fuerzas armadas oficiales.

Según el diario El País (17/4), al Burhan tiene una buena relación con Egipto e Israel, en tanto que las FAR han tejido lazos con Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos, a quienes brindaron sus servicios militares en algunos conflictos (Yemen, Libia). Con todo, la reacción pública de los Estados árabes por el momento ha sido equidistante, y el gobierno de El Cairo se propuso como mediador.

Petróleo y minerales

Una nueva guerra civil sería –sin contar los hechos de Darfour- la tercera en este castigado país africano. Las primeras dos (1955-1972 y 1983-2005) dejaron alrededor de 2,5 millones de muertos. Enfrentaron al norte (mayormente árabe y musulmán) y el sur (predominantemente cristiano) y uno de sus puntos principales fue el control de la riqueza petrolera. El sur alberga enormes recursos hidrocarburíferos, pero no dispone de salida al mar, por lo que se exportan a través del Mar Rojo. La última guerra derivó en la independencia de Sudán del Sur, tras un referéndum (2011), y en el compromiso de un reparto igualitario de esos recursos. Rápidamente, sin embargo, el propio Sudán del Sur se vio inmerso en una cruenta guerra civil.

Las compañías imperialistas tienen sus ojos en los recursos petrolíferos y minerales de Sudán. En tanto, Rusia se interesa por construir una base naval sobre el Mar Rojo.

Mapa político de Sudán. Las áreas en rojo conforman el actual Sudán del Sur.

Las masas

El levantamiento popular de 2019 volteó a al-Bashir, pero los militares lograron mantenerse en el poder. Frente a la persistencia de las movilizaciones, éstos pactaron un gobierno de transición cívico-militar con las Fuerzas de la Libertad y el Cambio (FLC), con el ya mencionado Hamdok como primer ministro. Hamdok fue depuesto en octubre de 2021 y más tarde restituido en el cargo, aunque terminó renunciando. En los últimos meses, se desarrollaban nuevas negociaciones entre el gobierno y las FLC.

Quienes han cuestionado estas tratativas con las fuerzas armadas son los comités de resistencia, el sector más avanzado de la rebelión sudanesa, basados en la organización en los barrios. En marzo de 2022, los comités del estado de Khartoum consensuaron un documento político que plantea la disolución de los grupos paraestatales; el juzgamiento de los militares; y la subordinación de las agencias de seguridad a autoridades ejecutivas y civiles, entre otros reclamos democráticos. A la vez, propone la revisión de los acuerdos financieros firmados desde la llegada al poder de al Bashir y la revisión de la deuda (Al Monitor, 9/3/22).

Aunque el primer plano ha sido ocupado nuevamente por los militares y sus sangrientas pujas internas, Sudán viene de importantes movilizaciones contra el golpe de octubre y el crecimiento de la inflación y la pobreza. Es necesario un gobierno de trabajadores que liquide el poder militar y dé una respuesta a los grandes problemas de las masas.