Guernica: “me dicen que no va a pasar nada y a los dos segundos están prendiendo fuego las casas”

Testimonios de las víctimas del desalojo.

Foto: Willy Monea - Ojo Obrero Fotografía

“Quemaron todas las cosas de mi señora, los documentos de mis hijos, de mi señora. Todo. No me dieron tiempo, ni siquiera me dejaron sacar mis cosas, nada. Yo lo perdí todo, hermano. Me quedé en la calle, ahora, me quedé en la calle”. Con esas palabras, entre llantos, describía a TN un vecino de la toma de Guernica el operativo marcial de desalojo ejecutado este jueves 29 contra las miles de familias.

Es uno de los tantos testimonios que desmienten de plano las versiones oficiales sobre los hechos, plagadas de mentiras, al punto de querer responsabilizar de la represión a sus víctimas. Y que, más en general, pintan un cuadro vivo de la situación de miseria de la población trabajadora.

El Estado al rojo vivo

“Mirá si los vecinos van a quemar sus cosas, con lo poco que uno tiene, con la miseria que uno tiene. Fue la policía”, dijo con claridad a Crónica una joven, ante el intento de atribuir el incendio de las casillas del predio a quienes las habían construido. Mientras el gobierno de Axel Kicillof venía hablando y hablando de un “desalojo pacífico”, ella relata crudamente, en contraposición, que los policías “tiraban balas de goma y no dejaban que diga ni ‘a’ la gente. Total vos sos un perro, ándate”.

Y en el mismo sentido, una vocera del sector La Lucha de la toma narró que “arrancaron a las 5 de la mañana con un operativo muy grande, alrededor de entre 3 mil y 4 mil, todos en cordón, muchos patrulleros. Estaba el avión también, camiones hidráulicos. Fue un operativo muy violento, que duró de las 5 a las 9 y media”. Junto a ello, denunció que la avanzada tuvo lugar cuando, en la última de las versiones oficiales, la “fecha límite” era el 30, y dijo que “lógicamente resistimos y peleamos, porque nos quemaron nuestras casillas, todo lo que teníamos. Hubo muchísimos accidentes. Tenemos compañeros presos que estamos pidiendo que liberen, tenemos un montón de heridos”.

“Yo estaba viviendo acá con mi señora que está embarazada de 8 meses y mi hijo de un año. Los policías llegaron sin avisar. No nos dieron tiempo para desalojar, tiraron balas y tuvimos que correr con mi familia. Tenía algunas cosas, los documentos en la casilla y la policía nos quemó todo. Yo estaba pagando alquiler y cuando vino la pandemia me dejaron sin laburo. No tenía a dónde ir”, señaló un hombre a Futurock, en un relato que se reproduce por cientos.

Como el de María, de 32 años y madre de dos niños y un bebé, que contó a esa misma radio que “nos atacaron, nos quemaron la casita, no pudimos sacar nada y si te agarraban te llevaban preso”. O el de Fabián, un muchacho desocupado de 17 años que había logrado “rescatar” una pava quemada, un arroz y unas botas y señaló a América24 que “me quemaron toda la casa y no pude recuperar nada porque fue todo muy rápido, tiraron los gases lacrimógenos, las balas, tuve que salir corriendo porque me iban a lastimar y no quería eso”.

Belén, madre de un chico de 1 año y otro de 2, cuenta que “yo estaba durmiendo cuando llegó la policía. Nos dijeron que si nos podíamos retirar, yo dije que sí pero que me deje llevar mis cosas. Me dijo que me quede tranquila, que mañana iba a poder retirar mis cosas. Cuando me fui a la casa de mi hermano, me entero por la tele que los policías están prendiendo fuego los ranchos, entonces volví por mis cosas. No puedo confiar en una persona que me dice que no va a pasar nada y a los dos segundos están prendiendo fuego las casas”.

La incertidumbre

Los testimonios son de familias o madres solteras que llegaron a la toma luego de quedar desocupadas este año y ya no poder pagar el alquiler, de changarines a quienes se le cortaron las changas y venían sosteniéndose con la recolección de cartón y calentando el agua para bañarse con la leña que lograban juntar, de personas echadas de sus hogares, y hasta –como en el caso de una mujer que habló con AméricaTV- de trabajadoras y trabajadores que pese a estar en blanco el sueldo no les alcanza. Como resume una de las víctimas del desalojo, “todos necesitábamos, no vamos a ir a una toma para ‘pasar el verano’”.

Ahora “no tenemos dónde ir, el Estado nos canceló. Somos un número grande de las familias que no tenemos dónde resguardarnos esta noche”, dijo otra mujer a ese canal, resumiendo la situación de tantas familias que, una tras otra, expresaban su preocupación por terminar en la calle.

La “negociación”

La citada vocera de La Lucha deja en claro la naturaleza de la “voluntad negociadora” con que el Ejecutivo bonaerense buscó mostrarse públicamente, señalando que “veníamos tratando de negociar con el gobierno. Pero esta última acta que presentaron fue muy vergonzosa y fraudulenta. Le dijimos al gobierno: ‘queremos arreglar un par de puntos y seguir negociando’. Porque ellos no nos querían decir adonde íbamos a ir, cuando íbamos a ir, ni la lista real de las personas que nos íbamos a mover a esos supuestos predios. Nosotros dijimos que no podemos firmar algo sin saber qué es, ni dónde, ni cuándo. Es lógica pura. Venimos de un lugar democrático en donde tuvimos un montón de asambleas y llegamos al consenso de que necesitábamos esos datos. Cuando le planteamos esto al gobierno, dijo: ‘si ustedes no firman, hay represión’”.

Y son muchas las voces, asimismo, que critican con claridad el planteo gubernamental de que dejen el predio a cambio de un pago. Como la mujer que señaló a América21: “eso de los 50 mil pesos que nos iban a dar (…) No queremos plata, porque la plata se va. Lo que nosotros queríamos era que el gobierno nos ayude en algo, aunque sea darnos una tierra, aunque no sea esta. Muchas mujeres que se esforzaron por sus hijos, queremos tierra para tener una casa digna”.

En pie de lucha

Experiencias como esta, sin dudas, abonan la conciencia de los explotados a propósito del rol del Estado y la necesidad de organizarse de forma independiente del mismo. En C5N, un joven participante de la toma definió con precisión que “los responsables políticos hicieron una masacre. Tiraron al cuerpo. Se metieron a casas, le tiraron a los vecinos. Esta es la responsabilidad del gobierno nacional, de Kicillof y de Berni. Los mismos que mataron a Facundo Castro hoy le tiraban a pibes por todos lados. ¡Es una vergüenza! ¿Ese es el desalojo pacifico? ¡Se tienen que ir! Es una masacre lo que hicieron hoy”.

Como añade el joven en su testimonio, “la lucha por la vivienda digna continúa”. En horas del mediodía los vecinos y vecinas de Guernica debatían en asamblea cómo seguir; y las movilizaciones y cortes solidarios se multiplicaban en todo el país.

Mientras los gobiernos trabajan para el FMI y para los especuladores inmobiliarios, crece el repudio popular contra sus políticas de ajuste y represión.

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