La indagatoria a Belliboni y el derecho de los trabajadores a luchar y organizarse políticamente

Su declaración indagatoria en Comodoro Py fue una defensa de clase ante la persecución política del Estado.

Foto: Fede Imas @ojoobrerofotografia

En el marco de las causas truchas con las que el Estado persigue al movimiento piquetero, declaró en los tribunales de Comodoro Py el dirigente del Polo Obrero y el Partido Obrero, Eduardo Belliboni. Ante el fiscal Gerardo Pollicita y el juez Sebastián Casanello, quienes hasta intimidan testigos para que abonen a las acusaciones de Bullrich y Pettovello, el referente piquetero no solo refutó las infamias dirigidas contra su organización y todos los que son perseguidos por luchar, sino que hizo una defensa del derecho de los trabajadores a organizarse para pelear por mejores condiciones de vida y agruparse políticamente por sus intereses más profundos.

El hecho de que los pobres pueden tener y tienen conciencia política fue uno de los puntos nodales de la declaración indagatoria de Belliboni. Esta cuestión tan básica refuta toda la concepción racista en que se basa la acusación por extorsión o desvío de fondos hacia el Polo Obrero y otras organizaciones sociales, cuyo punto de partida es que las familias trabajadoras no se agrupan y movilizan por decisión propia sino que son arriados como si fueran ganado.

“Chiquito” Belliboni explicó a los funcionarios judiciales que llevan adelante esta causa manipulada cómo nació el Polo Obrero hace más de dos décadas al calor de las grandes luchas de los desocupados hacia finales de los ’90 que recorrieron la Argentina, cómo se organiza en base a asambleas en los barrios y elección de delegados revocables, e incluso contó su historia personal que lo llevó a la militancia socialista en el Partido Obrero. Explicó que los socialistas peleamos por ganar la conciencia de los trabajadores, sea en un gremio o en un barrio, lo que excluye cualquier método de imposición u extorsión.

Desnudó así cómo la acusación de llevar a la gente de las narices responde a prejuicios de clase, fundados en la concepción de que “porque somos pobres no nos podemos organizar, no podemos pensar, no podemos debatir políticamente”.

Sobre el intento del gobierno y la Justicia de juzgar la extorsión y coacción como forma de organizar manifestaciones bajo amenaza de quitar programas sociales, Belliboni recurrió a un ejemplo que muestra cómo la acusación se cae sola: durante el gobierno de Macri se sucedían grandes movilizaciones en todo el país para reclamar asistencia social y trabajo genuino, pero no había contraprestación alguna en los programas sino que el requisito era avanzar en los estudios primarios o secundarios.

Más aún, refutó el verso de que el Polo Obrero diera bajas con el hecho comprobable de que cuando el Estado permitió los pases de los beneficiarios de planes sociales hacia otras unidades de gestión la principal recepcionista fue justamente el Polo, con más de 15.000 nuevos compañeros, alejándose de los punteros de los partidos capitalistas para agruparse con quienes se organizan democráticamente en asambleas y defienden a cada uno ante los ataques y la arbitrariedades de los gobiernos.

El extorsionador es en cambio el Estado, que incluso luego cortó la posibilidad de pases de beneficiarios y hoy advierte que “el que marcha, no cobra”. Para ilustrar la defensa de los compañeros, en la indagatoria Belliboni presentó una enorme cantidad de correos enviados a las autoridades ministeriales ante la quita de planes sociales a migrantes que por motivos personales o familiares debieron salir del país momentáneamente; lo cual dio en su momento dio origen también a la presentación de un amparo en sede judicial.

En total la declaración fue respaldada con tres biblioratos llenos de pruebas que rebaten todas las acusaciones acerca del desvío de fondos públicos, por el simple hecho que demuestran cómo en la realidad sostener un comedor en un barrio implica un enorme esfuerzo tanto económico como militante. Esto porque el Estado en el mejor de los casos apenas enviaba alimentos secos, pero las organizaciones se encargan de su distribución, de complementarlos con verduras o carne, de alquilar locales, comprar garrafas y elementos de cocina, además de destinar las horas de trabajo necesarias para cocinar, servir y limpiar.

Tanto es así que contó que mientras él declaraba el Ministerio de Capital Humano realizaba dos inspecciones a comedores de La Matanza donde pueden constatarse el avance de las obras comprometidas y la rendición de todas las facturas que prueban el uso de las partidas para los fines proyectados.

En definitiva, ante la persecución política del Estado capitalista Eduardo Belliboni respondió como un revolucionario, defendiendo el derecho de los trabajadores a organizarse no solo contra el hambre y por trabajo sino además políticamente para terminar con este régimen social de explotación que condena a millones a tener la panza vacía y padecer la desocupación. Las causas truchas contra el movimiento piquetero van a ser derrotadas con la movilización popular, al igual que todos los ataques de Milei y sus cómplices contra las libertades democráticas y las condiciones de vida del pueblo trabajador.

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