Mujer
16/8/2025
El caso Julieta Prandi, la violencia de género en el matrimonio y la misoginia oficial
El juicio contra su expareja, el empresario gastronómico Claudio Contardi, fue condenado a 19 años de cárcel.
Seguir
Prandi tuvo que recorrer un largo camino para lograr esta sentencia.
Este miércoles 13 de agosto terminó el juicio contra el empresario gastronómico Claudio Contardi, denunciado por su expareja, la actriz y conductora Julieta Prandi hace más de cuatro años. El veredicto del TOC N°2 de Zarate-Campana fue una condena de 19 años por “abuso sexual con acceso carnal agravado”.
Julieta Prandi tuvo que recorrer un largo camino para lograr esta sentencia. Como ella misma relató, atravesó más de cuatro años de revictimización por parte de la Justicia, desde que pudo denunciar las distintas violencias a las que fue sometida por su exmarido durante los ocho años de relación que tuvo con él.
En 2019 huyó con sus dos pequeños hijos de su propia casa en un country de Escobar, literalmente con lo puesto. En 2021 realizó las denuncias y a partir de allí se vio sometida a un sinfín de pericias, declaraciones e indagatorias para poder “probar” el horror que le hizo vivir Contardi durante su matrimonio. Aunque la causa se elevó a juicio en 2022, las apelaciones constantes por parte de la defensa, la recusación de jueces y múltiples trabas que la propia justicia impuso alargaron tres años el proceso. Durante todo ese tiempo, Contardi estuvo en libertad y Prandi vivió aterrorizada. Como ella mismo dijo, está viva solo por ser famosa.
En varias entrevistas insistió en que vio como muchas mujeres denunciaban a sus agresores en la comisaría y la policía les exigía ver golpes o marcas o les decía que vuelvan a sus casas, que seguro a sus maridos “ya se les había pasado la borrachera”. Esta realidad de revictimización por parte de distintos agentes del Estados es la que sufren las mujeres víctimas de violencia que logran denunciar a los violentos en la Argentina desde hace muchos años. La mayoría de las denuncias naufraga y muchos de esos casos terminan en femicidios. Efectivamente, según el Observatorio de Violencia de Género Ahora Que Sí Nos Ven, al 30 de junio de este año hubo 126 femicidios, uno cada 34 horas. De esas víctimas el 16% había realizado denuncias previas.
El abuso sexual en el matrimonio, un horror más cotidiano de lo que se cree
El caso de Prandi no solo llamó la atención mediática por ser ella una actriz y conductora conocida, sino también porque la principal denuncia que ella realizó es por violencia sexual. Contardi no sólo ejerció violencia simbólica, psicológica, física y económica contra Julieta sino que también abusó de ella sistemáticamente durante -por lo menos- tres años, dos veces por semana. La violación en el marco de relaciones matrimoniales es una realidad que viven muchas mujeres. Identificar esos actos forzados como violación y poder denunciarlos no es algo común. Además, el sistema judicial y la propia sociedad suelen desestimarlo: "cómo te va a violar si es tu marido".
Por eso la condena a Contardi es un paso importante en la visibilización de estos hechos aberrantes. Más en un contexto como el actual, donde el gobierno de Javier Milei ha arremetido contra la lucha de las mujeres en todos los ámbitos pero especialmente en la justicia. Recordemos que a principio de año prometió eliminar la figura de femicidio del Código Penal de la mano del despreciable defensor de pedófilos y actual ministro de Justicia Cúneo Libarona, y aunque hasta ahora la promesa no pasó de una bravuconada, este gobierno es efectivamente un negacionista de la violencia de género.
Por otro lado, también han arremetido contra las madres protectoras que denuncian el abuso sexual intrafamiliar y los profesionales que las acompañan a través de un proyecto de ley que busca "perseguir las falsas denuncias", las cuales son insignificantes.
Misóginos al ataque
Una de las formas en que el gobierno derechista de La Libertad Avanza suele atacar al movimiento de mujeres es a través de una banda de provocadores misóginos que propagan, sobre todo en las redes sociales, discursos violentos, machistas, retrógrados y oscurantistas. Es lo que ellos han denominado parte de “la batalla cultural” y lo que Milei hizo oportunamente en Davos este verano, con un discurso contra las mujeres y la comunidad LGTBIQ, que le valió como respuesta una marcha multitudinaria el 1° de febrero.
Nicolás Márquez es uno de los representantes más conocidos de esta política de provocación sistemática en redes. En el marco de la sentencia a Contardi, publicó un tuit donde ponía en duda la denuncia de Prandi. Dijo: “me cuesta creer que una mujer mediática mayor de edad (...) con autonomía económica y notoriedad pública haya vivido secuestrada y abusada sexualmente durante años por su propio marido. Cualquier mujer con dos dedos de frente y cierto nivel cultural, al ser golpeada o abusada por su esposo se separa en el acto y hace la denuncia pertinente… ¿Cómo hizo para vivir por años bajo ‘secuestro’ sin escaparse?"
Luego de recibir un fuerte repudio por estos nefastos dichos, Márquez borró el tuit, haciendo gala de la cobardía que le conocemos a estos provocadores que son muy vivos con el teclado pero que luego no se bancan las consecuencias de sus dichos. Sin embargo, el hecho no es para nada anecdótico porque expresa el pensamiento de un gobierno reaccionario que necesita de la subordinación de las mujeres, especialmente las de la clase obrera, para facilitar la aplicación de su plan de guerra contra el conjunto de los trabajadores expresado hoy en los despidos, el ajuste, la represión a los jubilados, el desguace a los comedores populares, la persecución a las organizaciones sociales y el ataque a las luchas como las del Hospital Garrahan o de las familias de personas con discapacidad.
La instalación de estos discursos que buscan desacreditar a las mujeres, despreciar su sufrimiento y desmoralizarlas en el camino de búsqueda de justicia son un ariete fundamental en el proceso de quebrar cualquier expresión de resistencia y lucha contra los horrores cotidianos a la que nos somete este sistema.
Pero Nicolás Márquez no es un soldado más de este ejército de forros misóginos. Este personaje conocido como el biógrafo de Milei y orador en los actos nefastos como el de la Derecha Fest es uno de los ideólogos principales de los “argumentos” de la lucha del mileísmo contra los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBIQ y también del negacionismo de la dictadura y los 30.000. Márquez no pierde oportunidad para atacar a la ESI y al aborto legal como expresiones de la llamada “ideología de género”.
En sus discursos arremete contra la agenda “woke”, los “zurdos de mierda” y patologiza la diversidad sexual, mezclando todo en una ensalada donde finalmente enarbola como superiores los valores de la familia tradicional, monógama, heteropatriarcal, donde manda el hombre y los hijos y la mujer obedecen (que por cierto ni él ni ninguno de su grupo de acólitos llevan a la práctica, incluido el propio presidente, ya que no forman familia). La biografía de Márquez es para un artículo aparte, pero basta con decir que es amigo personal de Astiz y que además fue denunciado por su expareja por abuso sexual contra su pequeña hija en 2005, causa donde fue sobreseído por sus amigos de la casta judicial marplatense.
Organización independiente y lucha callejera
El ataque al colectivo de mujeres y la diversidad no solo se queda en discursos. Este gobierno ha desfinanciado programas de ayuda a la mujer víctima de violencia, ha dejado de entregar misoprostol para realizar las IVE en dispositivos de la salud pública y ataca el acceso a la ESI cotidianamente. Además sus políticas de ajuste nos perjudican principalmente a nosotras, descargando sobre nuestras espaldas los peores costos de la crisis. Por eso es imperante que el movimiento de mujeres vuelva a las calles tomando como propia la consigna del “Fuera Milei”.

