El pasado martes se realizó la segunda asamblea de mujeres y diversidades. Nuevamente la convocatoria atrajo a distintas organizaciones de mujeres que frente al avance de los discursos derechistas y antiderechos coparon una instancia más populosa que la anterior. La necesidad de salir a las calles con una instancia unitaria fue la tónica de muchas intervenciones, que tuvieron el espíritu de retomar la experiencia de la marea verde. La asamblea resolvió realizar una movilización el 28 de septiembre, día de lucha por el aborto legal en América Latina y el Caribe.

A partir de un acalorado debate, quedaron expuestas de nuevo las fuertes diferencias que tenemos quienes intervenimos en esta instancia. Bajo la prédica de la unidad, algunos sectores volvieron a la carga con colocar el problema electoral como respuesta. Con un tímido reconocimiento a la situación de crisis que atraviesa el conjunto de la clase obrera, continuaron con eufemismos que quitan responsabilidad al gobierno de la situación general. La contradicción es galopante: enfrentar los intentos de demoler los derechos conquistados de la mano del ajuste que vienen metiendo Massa y compañía no va a hacer otra cosa que agravar el cuadro que permite que discursos derechistas como los de Milei se reproduzcan.

El punto crucial estuvo concentrado en el carácter que tomará el 28S. Una supuesta cuestión logística expresó el punto donde radica el mayor parteaguas de la asamblea. Las organizaciones ligadas al gobierno (La Cámpora, Patria Grande, Nuevo Encuentro, entre otras) esbozaron una batería de argumentos para evitar que la movilización encontrase su punto de movilización en la Plaza de Mayo a fin de evitar la denuncia central que merece el poder político.

Con la consigna de “volver a enamorar” a, sobre todo, las juventudes, se montaron en esta línea cuando el problema consiste en que el desencanto de la juventud no tiene otros responsables que los gobernantes, quienes condenan a una parte considerable de los hogares a la pobreza y precarizan hasta el último aspecto de la vida. El sentido de este desencanto no deja de estar situado en, por ejemplo, un Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad que ha desarrollado hasta el hartazgo una liturgia feminista pero que no ha modificado de fondo la vida de ninguna trabajadora. “Las mujeres gobernando” aparecen desprestigiadas entre las trabajadoras más pobres, que ven cómo las funcionarias las ajustan y abandonan. Así crecen los enemigos de las mujeres, en la desmoralización que genera la expectativa discursiva y no las transformaciones reales.

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Otro de los temas giró alrededor de que en el Congreso se ha votado el pacto con el FMI o recientemente el nuevo proyecto de la ley de alquileres, que retrotrae los puntos progresivos, por lo que las mujeres debemos llevar allí nuestros reclamos. Estos argumentos hacen agua al considerar que el acuerdo (con la política de ajuste que trae consigo) viene siendo sostenido por los distintos agentes de gobierno; también porque se llenaron la boca hablando de los problemas de alquileres en la Ciudad cuando Unión por la Patria ha garantizado de forma vergonzosa la aprobación del proyecto de JxC con la abstención de un diputado y la ausencia de otros 12. La exdiputada del Movimiento Evita, Araceli Ferreyra, participó planteando que movilización a la Plaza no sería adecuada ya que no cuidaría a CFK. Probablemente las mujeres trabajadoras que alquilan tengan mayor preocupación en cómo su partido ha garantizado tal aprobación, con Leonardo Grosso ausentándose de la votación.

A diferencia de años anteriores, donde nos movilizamos por la aprobación, la defensa del aborto legal se circunscribe al reclamo hacia el poder político, ya que se conquistó la ley pero no se destinan los recursos necesarios para sostener su implementación gratuita; además, se permite la persecución a trabajadores de la salud por implementarla. De hecho, ha sido el gobierno el responsable del envalentonamiento de las iglesias ya que han apelado a su papel de contención llenándolas de subsidios millonarios. Desde el Plenario de Trabajadoras (PDT) señalamos que necesitamos un movimiento de mujeres y diversidades independiente que se plante por la separación de la Iglesia del Estado y reclame por la efectiva implementación de una ESI laica y científica. Si es responsabilidad de este gobierno que cada vez más trabajadores sean pobres, la necesidad de salir a luchar para evitar que calen aún más los planteos de la derecha es ahora.

Frente a los argumentos de las organizaciones ligadas al gobierno de restringir el día a una concentración, desde el PDT, en conjunto con el MST, Izquierda Socialista y la Campaña por el Aborto Legal en CABA, sostuvimos la importancia de que la jornada consista en una movilización que parta del Congreso y que pase por Plaza de Mayo y la catedral. Fue también en este punto donde la izquierda tuvo diferencias: el PTS y el Nuevo MAS propusieron directamente ir al Congreso, lo que empalma con las perspectivas de generar solamente una concentración que evada la Plaza. El valor del planteo que impulsamos da cuenta de cómo se forja un movimiento que reclama al poder político; la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadoras contra la devaluación de Massa es la forma de proteger los derechos conquistados.

La semana siguiente habrá una nueva asamblea. El punto central será poder garantizar que la jornada tenga un carácter independiente de los gobiernos y enarbole un programa con reivindicaciones y consignas que denuncien el ajuste del gobierno y el FMI, a Milei y que reclame por la efectiva implementación del aborto y la ESI. Para quienes militamos en el movimiento de mujeres resulta fundamental que reconstruyamos esa enorme marea verde que copó las calles en años anteriores por un derecho que ningún gobierno garantiza totalmente. Nos proponemos ir a los lugares de trabajo, estudios y distintos barrios a llevar un planteo que nos permita organizar a las compañeras para que el próximo 28S sea una jornada de lucha.

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