Políticas
5/6/2024
A lo Massa: crece la brecha cambiaria, mientras Milei y Caputo salen a vender dólares
Muestra del empantanamiento económico del gobierno.
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Las inconsistencias del rumbo oficial.
La brecha cambiaria alcanzó el 40%, y, a contramano de las pretensiones oficiales de acumular divisas para levantar el cepo, el Banco Central tuvo que salir a vender dólares para contener las cotizaciones paralelas. Crece la presión devaluatoria, poniendo en riesgo la “desaceleración” de los precios tan festejada por el gobierno.
Como hemos explicado, la suba de los dólares paralelos se debe, por un lado, al aumento en la emisión de pesos destinada a comprarle divisas a los exportadores (a un precio más alto por la devaluación de diciembre) y pagarle seguros de liquidez (puts) a los acreedores de bonos del Tesoro. El agro y la banca, con esa mayor cantidad de pesos disponibles, procedieron a dolarizarse. El menor rendimiento de los plazos fijos -producto de la decisión del gobierno de bajar las tasas de interés- incentivó esa corrida.
Otro factor es que el agro se encuentra reteniendo la cosecha para presionar por una devaluación. En mayo de este año, según la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), el sector liquidó un 38% menos respecto al mismo mes del año pasado, cuando había sequía. Eso se traduce en una menor oferta del dólar CCL que hace saltar su cotización. Recordemos que el capital agrario cuenta con el beneficio del dólar blend, que le permite liquidar el 20% de sus exportaciones al CCL.
Aquí se produce un espiral sin salida, ya que si sigue ensanchándose la brecha cambiaria las expectativas devaluatorias aumentan y el agro suma más motivos para seguir acopiando. A su vez, al sector le conviene que suba el CCL para que el estímulo del dólar blend le resulte más redituable. Es un beneficio que, a su turno, atenta contra el objetivo de acumulación de reservas del gobierno, por eso el plan original era eliminarlo en junio pero seguirá funcionando a causa de las tensiones cambiarias.
Como vemos, el salto cambiario de diciembre en favor de los capitalistas exportadores, que tanto perjudicó al bolsillo popular, nos deja en las puertas de una nueva devaluación porque la inflación desatada se devoró la competitividad del tipo de cambio oficial. De ejecutarse, las consecuencias sobre los trabajadores serían letales. Incluso, el aumento de la brecha lleva a que las grandes empresas remarquen sus precios.
Entre tanto, el Banco Central finalizó el mes de mayo vendiendo U$S 52 millones de las reservas para contener los tipos de cambio financieros, una práctica característica del gobierno anterior. Sucede que Milei quiere evitar una nueva megadevaluación que reanime la estampida inflacionaria. Sin embargo, si sigue dilapidando divisas para dicho fin, pone en riesgo la meta de acumulación de reservas del FMI y el mentado “colchón de dólares” necesario para salir del cepo. Más aún si a partir del crecimiento de la brecha las patronales importadoras comienzan a especular con ella sobrestockeándose, o bien, sobrefacturando importaciones.
Lo cierto es que la situación de las reservas es sumamente crítica: las líquidas se encuentran en terreno negativo por U$S 1.200 millones. Sumado a esto, restan pagar hasta fin de año numerosos vencimientos de deuda externa: U$S 2.076 millones en concepto de intereses al FMI; U$S 4.900 millones a China si el gobierno no logra renegociar el Swap; U$S 3.563 millones a otros organismos multilaterales; y U$S 4.600 millones a los bonistas que ingresaron en el canje de 2020. Asimismo, la deuda por importaciones creció U$S 11.663 millones en los primeros cinco meses del año, lo cual representa el 80% de las divisas que pudo comprar el BCRA en el mismo período. A todo esto, Caputo no logró captar nuevos préstamos internacionales.
El empantanamiento del rumbo económico del gobierno es ostensible. Solo se puede lograr una salida consistente a esta crisis terminando con el dominio capitalista del campo, el comercio exterior y el sistema financiero, para pasar al control obrero de dichos recursos estratégicos. Es la única manera de poner fin a las prácticas especulativas de los pulpos agroexportadores, a las corridas contra el peso, a la sangría de la deuda externa usuraria y a la fuga de capitales en general.