Políticas

7/9/2021

Del “gobierno de científicos” a la “astrología de países”

La candidata oficialista Tolosa Paz utiliza las pseudociencias como una manera de explicar la situación política y social.

En la noche de este lunes, la candidata bonaerense a diputada nacional por el Frente de Todos, Victoria Tolosa Paz, dejó atónito a todo el piso del programa Intratables. Al ser consultada por su padre, respondió que el mismo es astrólogo. Mientras se iba profundizando la conversación, relató que “le hace cartas natales a mucha gente”, y que incluso “los países tienen carta natal”. Hasta el panelista oficialista Diego Brancatelli miraba desconcertado. La candidata alegó que hechos históricos como la crisis del 2001 (y el Argentinazo) podían explicarse bajo esa óptica, ya que esta pseudociencia podría predecir “buenos tiempos” o “malos tiempos”. En su discurso anticientífico aprovechó para mencionar que su padre vaticina “tiempos de recuperación para el país”. Se trata de una burda manera de desligar a los gobiernos (incluido el que ella misma integra) de las responsabilidades que les caben por la insoportable catástrofe social de un país con más del 50% de pobreza.

Estas palabras llaman particularmente la atención por parte de la candidata de quienes se decían “un gobierno de científicos”. Claro que el primer hecho que desmiente esta arrogación es cómo los Fernández han masacrado el presupuesto en ciencia y tecnología, como parte de su política vertebral de ajuste fiscal para el pago de la deuda externa al FMI y los acreedores. Esto se expresó en los sucesivos paros y movilizaciones de los científicos del Conicet, que han sido una variable de ajuste permanente. O en que estos últimos, junto a científicos del Instituto Leloir, denunciaran que hay proyectos de vacunas argentinas contra el Covid-19 que están refrenados por la falta de financiamiento del Estado. Pero la forma en que Tolosa Paz naturaliza explicar hechos políticos, sociales e históricos desde las pseudociencias reviste incluso mucha más gravedad.

Quien renunció a su cargo de presidenta del Consejo de Coordinación de Políticas Sociales para ser candidata ninguna explicación dio sobre un país jaqueado por el hambre, aunque ahora augure que “los astros deparan tiempos mejores”. Es la utilización de una pseudociencia para barrer bajo la alfombra los resultados desastrosos del ajuste del que ella y su gobierno son responsables. Mientras en todo el mundo proliferan movimientos antivacunas, la candidata reproduce un discurso oscurantista que minimiza la importancia de la ciencia como forma de interpretar aquellos fenómenos que no pueden explicarse en su simple apariencia.

Quizás esto se trate de una confesión de parte para dar cuenta, también, de que mientras hablaba de “garchar” y el derecho al goce, refuerce a una institución de lo más enemiga de la ciencia como la Iglesia Católica; a la cual todos los gobiernos le han hecho oportunamente jugosísimas concesiones y prebendas. Una de las peores es su grado de injerencia en el sistema educativo, por la cual la última Ley de Educación Sexual votada en 2006 bajo el gobierno de los Kirchner las habilita a dictaminar estos contenidos “según su ideario institucional”. Defender a la ciencia como la base empírica para consolidar el conocimiento de la humanidad no es una mera premisa. Es una cuestión de vida (o de muerte), de salud pública, de derechos reproductivos y sexuales, como dejó ver el desarrollo de esta pandemia en todo el mundo.

Sobre esta línea, resulta fundamental destacar que solo el Frente de Izquierda – Unidad propone una absoluta defensa de la ciencia y del desarrollo científico. Proponer la separación de la Iglesia y el Estado, una educación sexual laica, científica y obligatoria, liberar las patentes de las vacunas y abrir los contratos confidenciales con los pulpos farmacéuticos, disponer todos los recursos científicos del país a su elaboración masiva y el no pago de la deuda externa para recomponer un presupuesto en ciencia y tecnología pública son un programa contrapuesto a todas las otras variantes políticas que, por A o por B, alimentan el oscurantismo, los ataques y el desfinanciamiento a la ciencia.