Políticas
11/4/2025
Devaluación y megaendeudamiento: la "fase tres" de la gran estafa de Milei y Caputo
Dólar a $1.400, levantamiento del cepo y más hipoteca con el FMI. La inflación de marzo es solo un anticipo.

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El único ancla pesa sobre los salarios y jubilaciones.
Tras lograr la aprobación del nuevo megapréstamo del Fondo Monetario, el gobierno anunció que levanta el cepo cambiario con una devaluación cercana al 30%. Lo que denominaron la "fase tres del programa económico" va a profundizar el padecimiento de los trabajadores con más ajuste e inflación. Para colmo, anuncian mayor flexibilidad en un contexto de crisis mundial que redobla la fuga de capitales. La única forma de que esto no termine mal es que derrotemos en las calles a este gobierno antiobrero.
Con una conferencia de prensa de Caputo y una cadena nacional de Milei el gobierno busca mostrarse como el dueño de la situación, aunque para la gente de a pie el dato dominante sea el repunte de la inflación con el 3,7% de marzo. El IPC registró una aceleración del 50% respecto del mes anterior, al compás de la corrida; un anticipo de cómo impactará inmediatamente en los precios la nueva devaluación anunciada por el ministro de Economía, con el establecimiento de una banda de flotación cambiaria de entre $1.000 y $1.400 por dólar.
Eso quiere decir que desde ahora los alimentos y otros productos de consumo esencial se remarcarán contando un tipo de cambio de $1.400, independientemente de cuál sea la oscilación circunstancial del día a día. Lo mismo harán los importadores, que se stockearon a lo grande aprovechando el dólar oficial barato y la remoción de aranceles. De hecho, conociendo el paño (o con alguna data, no sería extraño), el mismo viernes antes del anuncio el Banco Central tuvo que vender 400 millones de dólares de sus reservas ante la demanda de los importadores y la banca. La "fase tres" debutó con un gran negocio para un puñado de especuladores.
El préstamo del FMI arrancaría con unos 12.000 millones de dólares "de libre disponibilidad" -o sea que pueden quemar interviniendo en el mercado-, y se sumaría otro tanto de nuevos créditos de organismos multilaterales. Este endeudamiento demencial se explica por la desesperación del gobierno para llegar a pagar los próximos vencimientos de deuda externa, especialmente a los bonistas en julio. Más que avanzar en un plan económico, son manotazos de ahogado para evitar el default después de haber dilapidado una cuarta parte de las reservas en lo que va del año.
¿Cuánto le duran estos fondos? Es la gran apuesta. A juzgar por la experiencia de 2018-2019, no hay que subestimar la velocidad con que pueden fugarse cifras astronómicas cuando los capitalistas desarman sus negocios con títulos y acciones en pesos. Contra el verso de que ahora no habría con qué pesos correr al dólar, por el supuesto fin de la emisión monetaria, la única verdad es la realidad: solo este mes vencen el equivalente a más de 10.000 millones de dólares de la deuda en pesos del Tesoro, que los bancos van a renovar siempre y cuando no vean que esto se va a pique. La corrida puede precipitarse además por el crítico contexto internacional, con la tendencia a la repatriación de capitales hacia los centros financieros y Estados imperialistas.
Incluso, esa deuda en pesos desmiente también las "fases uno y dos" de las que habla Caputo. Si contamos que desde el anuncio de la fase dos, a medidados del año pasado, se acumularon más de 14 billones de pesos en intereses de las Lecaps, que se capitalizan en lugar de pagarse, no habría ni superávit fiscal (fase uno) ni eliminación de la emisión y de los pasivos remunerados del Central (fase dos). Todo en este gobierno es una estafa. Como vemos en el IPC de marzo, también es falso que la motosierra haya servido para terminar con la inflación; solamente sirvió para costear la timba financiera.
Habrá que ver si la devaluación alienta a los sojeros a liquidar la cosecha que retuvieron (otros que ganaron especulando con el tipo de cambio), pero por lo pronto nada le quedó al gobierno del superávit comercial del año pasado: unos 19.000 millones de dólares. Ahora la balanza del comercio exterior no va a ser tan generosa, con la guerra comercial azuzada por Trump afectando las exportaciones y deprimiendo los precios internacionales de las commodities. Lo que es seguro es que en el "granero del mundo" vamos a pagar cada vez más caros los alimentos.
El único ancla real del programa económico es la que pesa sobre los salarios, gracias a las paritarias al 1% firmadas con la complicidad de la burocracia sindical. Pero como expresó el paro nacional y la enorme movilización obrera junto a los jubilados, crece la bronca en los lugares de trabajo contra esta entrega salarial y la pérdida de puestos de trabajo. Lo mismo puede decirse de la empatía que despiertan los reclamos de los jubilados. Es ahí donde están las fuerzas para que este nuevo fracaso no lo sigamos pagando los que, como demostramos el 10 de abril, hacemos funcionar el país todos lo días.

