Políticas
1/8/2025
El dólar se bandea, a pesar del intervencionismo de Milei
No alcanza el rescate del FMI, ni el "plan platita" para los bancos, ni el plan recesión contra los trabajadores.

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Milei en Neura.
El dólar oficial alcanzó los $1380 al cierre de julio, por lo que Javier Milei, junto con Luis Caputo y Santiago Bausili, fueron al programa de Alejandro Fantino en Neura a intentar trasmitir tranquilidad al mercado. Ahora bien, dijeron puras inconsistencias, equiparables a las de su rumbo económico, las cuales están detrás de las tensiones cambiarias.
Caputo le restó importancia a la suba del dólar afirmando que “el cambio es libre, flota y es libre. Desde que salimos del cepo no intervenimos". Sin embargo, la intervención estatal para mantener pisada la divisa norteamericana estuvo a la orden del día. Por un lado, Economía elevó considerablemente las tasas de interés en las últimas licitaciones de deuda, llevándolas hasta el 65% anual. Paso seguido, frente a la decepción de la última subasta, obligó a los organismos públicos a colocar sus excedentes presupuestarios en títulos del Tesoro. Por otra parte, solo en julio, realizó operaciones en el mercado de futuros por el equivalente a alrededor de U$S 4.800 millones para setear expectativas, lo cual, a su turno, será muy costoso de afrontar para el país en caso que el dólar siga subiendo por encima de los contratos pactados; en cambio, saldrán ganando los bancos y fondos de inversión, que, además lucrar con el carry-trade, compraron futuros para cubrirse frente a una devaluación.
Pese a semejante nivel de intervencionismo, y a una tasa que sigue siendo positiva frente al tipo de cambio, cada vez más especuladores deciden desarmar sus posiciones en pesos y migrar el dólar. Milei adjudicó el fenómeno a que "la traidora (Victoria Villarruel) dio lugar a una sesión ilegal para que nos rompan el equilibrio fiscal y eso generó ruido y habilitó una corrida, un ataque especulativo". Caputo, por su parte, lo atribuyó al “el riesgo kuka" y sostuvo que es parte de “la volatilidad que puede tener un fin de mes y un evento como las elecciones".
Ahora bien, no estamos frente a una mera cobertura electoral ni el paquete de leyes que sancionó el Congreso pone el riesgo el superávit fiscal, el cual peligra, en cambio, por la bola de nieve de intereses capitalizables que está gestando el Tesoro fruto de la bicicleta financiera. Lo cierto es que detrás de la corrida yace una fuerte incertidumbre por parte de los capitalistas sobre si el gobierno tendrá reservas suficientes para salir a intervenir cuando el dólar supere el techo de la banda. La sangría constante de divisas por el auge importador, el pago de intereses de deuda externa y el boom de viajes al exterior indican que el Banco Central se quedará sin resto para contener el tipo de cambio. Ni siquiera el nuevo desembolso que aprobó el FMI para apuntalar a Milei logra disipar las expectativas devaluatorias.
Caputo intentó negar esta realidad evidente argumentando que "nuestro problema nunca fue la compra de reservas. Hemos comprado casi U$S 26.000 millones en los primeros 18 meses. El tema de la acumulación es porque hace meses venimos cancelando la deuda y no hay reacceso a los mercados". Precisamente, es la confesión de que no hay escasez de divisas en Argentina, sino que existe una fuga constante por parte de la clase capitalista bajo la anuencia del gobierno. Tal es así que, según Chequeado, en el primer año de gestión libertaria, el BCRA compró más de U$S 20 mil millones de divisas, pero logró acumular como reservas brutas apenas U$S 8.100 millones.
También descartó que esta suba del dólar del 14% en un mes impacte en la inflación, pronosticando que "si alguien sube precios porque ve subir el dólar, probablemente termine vendiendo menos”, como si en el mercado primara la libre competencia capitalista y no la concentración monopólica, donde un puñado de empresas tiene la potestad de fijar precios sobre bienes cuya demanda es inelástica. O bien, como si los capitalistas no optaran por compensar la caída de las ventas despidiendo trabajadores y flexibilizando las condiciones laborales. Ni qué decir de los grupos exportadores, que tienen la posibilidad de colocar en el exterior los productos que no vendan en el mercado interno. Con todo, Caputo deja en claro que seguirá utilizando el cepo a los salarios y la caída del consumo como principales anclas de la inflación.
De seguro haya consecuencias inflacionarias, no solo por el traslado a precios de los bienes transables sino también por la incidencia en las tarifas de los servicios de gas y electricidad, puesto que el insumo base de toda la cadena energética (el gas) se encuentra dolarizado. Lo anterior configurará un nuevo golpe a los salarios, en su mayoría encorsetados por el techo a las paritarias fijado por el gobierno y convalidado por las burocracias sindicales.
Que se dispare la inflación haría que el gobierno pierda su principal caballito de batalla para la arena electoral, complicando los resultados. Por lo tanto, hacia octubre intentará apaciguar al mercado otorgándole nuevas concesiones y redoblando los ataques contra la población trabajadora. El movimiento obrero debe intervenir en esta crisis para derrotar los planes de Milei; el plenario de los sectores clasistas y combativos pautado para el 16 de agosto buscará colaborar en esa dirección.

