Políticas

6/9/2023

Jorge Macri quiere que trabajemos hasta los 80 años

El primo del expresidente hace campaña por una reforma jubilatoria reaccionaria.

Jorge Macri.

Jorge Macri, el candidato a jefe de gobierno porteño de Juntos por el Cambio, se pronunció este martes a favor de un aumento de la edad de retiro. Lo hizo a través de su perfil en la red social X, recurriendo a argumentos capciosos y antiobreros. Mientras Narendra Modi (72 años) gobierna la India y Joe Biden (80) es presidente de Estados Unidos, nos dice Macri, “otras personas de las mismas edades no pueden trabajar, estudiar o crear una empresa”.

Es sabido que la coalición cuya máxima exponente es actualmente Patricia Bullrich propone avanzar hacia una elevación de la edad jubilatoria. Algunos de sus exponentes han hecho declaraciones en este sentido en varias ocasiones. “Imaginate por un momento a alguien como Xi Jinping (presidente de China), de 70 años, presentando su currículum para conseguir un empleo en una sucursal bancaria. ¿Qué pensarían en Recursos Humanos? ¿Le darían una oportunidad? ¡Ninguna! Tenemos una contradicción cultural muy profunda”, señala Macri indignado.

Esta dinámica, que según el candidato es un entramado de prejuicios, habría “convertido de forma irracional y general a casi el 25% de la población en obsoleta”. Como los adultos mayores de la clase trabajadora estarían siendo “discriminados”, entonces habría que hacerlos laborar más. Se trata de un planteo en extremo reaccionario, detrás del cual se esconde un intento por recomponer la tasa de ganancia del capital avanzando en una ofensiva en regla contra los trabajadores.

Va de suyo que la suba de la edad jubilatoria vendría de la mano de un incremento de la cantidad de años necesaria para acceder a la jubilación mínima, que en Argentina se encuentra en niveles de indigencia (casi 80 mil pesos). La jubilación es un salario diferido que el trabajador cobra una vez que se retira, luego de haber aportado de su sueldo a las cajas jubilatorias durante toda su vida laboral. Por lo tanto, los haberes deben estar vinculados al salario en actividad.

El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, implementó una reforma previsional con la que aumentó la edad jubilatoria (las mujeres pasaron a retirarse a los 62 años y los hombres a los 65) e incrementó los años de contribución para poder jubilarse. En esta línea también avanzaron tanto el gobierno francés de Emmanuel Macron como el gobierno uruguayo de Luis Lacalle Pou. En ambos casos hubo una respuesta de las masas trabajadoras, debido al carácter negativo de la política en cuestión. En Uruguay se realizaron paros, pero en Francia se desarrolló una verdadera rebelión popular que duró meses, de la que participaron amplios sectores de la clase obrera.

Los personeros de Juntos por el Cambio saben bien que se trata de una apuesta explosiva. El gobierno de Mauricio Macri implementó en 2017 una reforma previsional que implicó el robo de un trimestre entero del cálculo jubilatorio y estableció una edad de retiro “opcional”. Contra esta política se movilizaron miles de trabajadores, provocando el principio del fin del gobierno Macri. El Frente de Todos profundizó el ataque contra los jubilados cuando en 2020 modificó regresivamente el cálculo de la movilidad jubilatoria, desindexándolo de la marcha inflacionaria.

La política que levanta Macri está en sintonía con las exigencias del FMI (reducir déficit fiscal y beneficiar a los capitalistas). Se trata, asimismo, de una medida que exacerbaría las contradicciones sociales y económicas existentes. Subir la edad de retiro llevaría a que la Anses se ahorre dinero en sostener trabajadores pasivos y a la vez le pondría un coto a la absorción de obreros por parte del “mercado laboral” en un cuadro de huelga de inversiones.

El Partido Obrero rechaza de plano esta orientación. Los trabajadores deben poder jubilarse con un haber que les permita reproducir su existencia dignamente (Eugenio Semino estimó que la canasta de jubilados se encuentra en casi 250 mil pesos); esto puede realizarse a través de una recomposición generalizada de salarios para los trabajadores ocupados, que coloque los sueldos a tono con la canasta básica; de un restablecimiento de los aportes patronales, que han sido disminuidos por todos los gobiernos burgueses; y del blanqueo del conjunto de los obreros precarizados.

El gobierno de Massa y CFK viene avanzando por el camino contrario: profundiza el saqueo de la Anses. Recientemente, dispuso una eximición del 100% de las contribuciones patronales para las prepagas y anunció más exenciones de aportes para las Pymes (de las cuales muchas son empresas importantes o apéndices del gran capital) que contraten personas. Hizo suyo el libreto de la “derecha”, cuyos representantes dicen que el problema de la crisis económica y social que reina en Argentina reside fundamentalmente en un supuesto elevado “costo laboral” (el cual en realidad está en un piso histórico).

Políticos capitalistas como Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De la Rúa, los Kirchner y Macri han reducido los aportes patronales de diversas formas (directamente, mediante las denominadas “leyes de blanqueo”, o a través del impulso al trabajo en negro). Mediante esta política se apunta a recomponer la tasa de ganancia de los capitalistas. Javier Milei también implementaría una agenda de este tipo. La clase capitalista, en Argentina y en el mundo, quiere convertir las jubilaciones en una mera pensión a la vejez.

Por otro lado, utilizar los casos de presidentes o burócratas millonarios que siguen desarrollando una actividad mientras tienen todas sus necesidades materiales satisfechas (debido a su posición de defensores de regímenes de acumulación de trabajo excedente) para realizar una arenga en favor de que los trabajadores realicen labores prácticamente hasta morir (esto, cuando en el país se viene produciendo un descenso de la expectativa de vida) es brutalmente reaccionario. Mientras los primeros son tributarios de la explotación de una mayoría por parte de una minoría, los segundos son víctimas de regímenes sociales basados en la opresión, la degradación y la alienación.

Los socialistas no estamos en contra de que un adulto mayor continúe realizando tareas productivas, siempre y cuando no las desarrolle por necesidad (para no morir de hambre). Debe tratarse, por el contrario, de una decisión tomada libremente. Y esto último, sin embargo, es imposible bajo el sistema capitalista.

Abajo los ataques de los gobiernos capitalistas contra los jubilados y los trabajadores.

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