Políticas

21/7/2022

Kicillof y el pacto con Juntos por el Cambio

Avanza la crisis política en la provincia de Buenos Aires. 

Axel Kicillof

Kicillof picó en punta para implorar el apoyo de la oposición en la crisis, un segundo acto después de su alineamiento con el plan de ajuste fondomonetarista de Silvina Batakis. A cada paso el gobernador bonaerense se presenta como un hombre de Estado burgués: lo hizo cuando llamó a votar positivamente el pacto con el FMI en el Congreso y cuando reivindicó haber cerrado el “canje” con el comité de acreedores de la deuda externa de la provincia de Buenos Aires.

¿Todos juntos pactaremos?

No es una política novedosa, aunque en este caso adquiere el carácter de una convocatoria pública. En su momento Axel Kicillof no escatimó elogios para destacar la colaboración de la oposición derechista en la Legislatura que llevó a la votación conjunta del Frente de Todos y Juntos en el Presupuesto (de ajuste) 2022. Kicillof combina las diatribas nacionales y populares para la tribuna con un persistente rumbo pactista con Juntos por el Cambio, no exento de crisis, como está ocurriendo con la reforma jubilatoria del Bapro de Vidal, que el PRO no quiere modificar o derogar a pesar de que el proyecto oficialista no restituye los derechos previsionales perdidos en 2017.

En un gesto hacia Juntos y, buscando fisurar a la coalición derechista, Kicillof recibió primero a los intendentes del radicalismo, y por separado a los alcaldes del Pro. Esta señal augura nuevas concesiones como sucediera con el Fondo de Infraestructura Municipal (FIM), una de las monedas de cambio con las que el gobierno pagó la aprobación de la ley de leyes provincial y ajustadora. Sin embargo, los límites de estos pactos están dictados por la crisis de caja y las imposiciones del FMI que dejan pedaleando las transferencias a los municipios y socavan las pretensiones de una mayor cuota en la coparticipación provincial. También por la interna en Juntos por el Cambio y el acercamiento de Vidal a Macri en la provincia. “Oficialmente” la jefatura nacional de Juntos rechazó una colaboración de gobierno para que Fernández cargue con el trabajo sucio del ajuste.

Con Batakis y el ajuste.

El apoyo de Kicillof y de los jefes comunales del PJ bonaerense a Batakis pondera a la ministra de Alberto Fernández como aliada de los intereses de la provincia, por su pasado como ministra de economía de Scioli entre el 2011 y 2015. Es más que eso, la jugada va colocando a Scioli como uno de los  candidatos en la gigantesca crisis política que se está llevando puesto al gobierno del Frente de Todos.

Mientras Kicillof hace gala de un perfil propio y de una agenda “productiva” y de consenso, su alineamiento con Batakis lo va atando al presente tormentoso de la ministra por descarte. El programa de créditos a tasa cero, por 20.000 millones de pesos, para refaccionar viviendas -como todos los anuncios de Kicillof en campaña- , está sujeto a la disciplina fiscal del “no gastaremos más allá de lo que tenemos realmente” (Batakis dixit). Para fundamentar este programa, Kicillof agregó que el 80% del déficit habitacional en la provincia de Buenos Aires (1.800.000 viviendas) es por deterioro de las unidades; una forma de encubrir el fracaso del “megaplan” de construcciones que no pasó del relato y está paralizado por el ajuste a la obra pública.

Con todo, la falta de vivienda es una radiografía brutal de la crisis social que golpea a la provincia. Para el gobernador la prioridad es fortalecer sus vínculos con el Partido Justicialista y los barones nuevos y viejos del conurbano, con vistas a la reelección. Paga el precio de quedar más pegado a los nuevos ajustes que prepara Silvina Batakis, un “ajuste tradicional” al decir de Melconian, una fuente de consulta cada vez más frecuente del peronismo y de la propia Cristina Kirchner. En la mira están los salarios y un mayor desangre de las jubilaciones provinciales.

Por una salida de los trabajadores

Los “politólogos” destacan el silencio de Cristina ante la agudización de la corrida contra el peso y la pérdida de reservas del Banco Central. Este acompañamiento “desde afuera” (y desde adentro), al programa de ajuste se extiende a su hijo Máximo, a la Cámpora y a la CTA Yasky que postergó toda acción hasta el 17 de agosto donde confluiría con la incierta convocatoria de la CGT. Las movidas de Kicillof y su apoyo abierto a Batakis van a agudizar la interna en el Frente de Todos y las disputas por el poder territorial. Pese a ser el presidente del PJ de la provincia de Buenos Aires, Máximo Kirchner sigue sin poder afirmar su jefatura en nombre del kirchnerismo.

La CTA de los trabajadores, con Yasky y Baradel a la cabeza, se sumó al pedido de una suma fija para los estatales y docentes frente a la inflación y la ofensiva de los “formadores de precios”,  que puso al desnudo los acuerdos paritarios en cuotas y a la baja. Por boca de Hugo Yasky habla Cristina pero también Axel Kicillof, que se niega a reabrir las paritarias bonaerenses. El salario es una variante de ajuste de los nacionales y populares para cumplir con los pagos de la deuda externa nacional y provincial.

En una situación desesperante para el pueblo trabajador, la inflación proyectada en un 90% anual opera como una colosal transferencia de ingresos hacia la burguesía. La proliferación de reclamos para que se reabran las negociaciones paritarias se extiende a los gremios estatales, judiciales y la Cicop, pero no pasa por ahora de las palabras y sin un plan de lucha a la vista. Las burocracias sindicales de la CGT y de ambas CTAs extreman su colaboracionismo, mientras se suman los tarifazos del 40% en el transporte al aumento brutal de los precios de los alimentos. Una devaluación enorme de los ingresos populares.

Para los trabajadores, la lucha por romper el cepo paritario va unida a la movilización política contra el FMI y contra todos los ajustadores. La lucha reivindicativa es un puente para que la clase obrera intervenga en la crisis nacional en defensa de una salida de conjunto. El pacto con la oposición derechista, del que se jacta y practica Kicillof en territorio bonaerense, ya dio lugar a un reparto de cargos en el Estado provincial con Juntos por el Cambio y lleva el sello del capital financiero y de los intereses capitalistas.

Un dato significativo son las vacaciones que pidió Sergio Berni, desensillando hasta que aclare. Tambíen Berni saludó la asunción de Batakis a la espera de una definición de la interna del Frente de Todos. La construcción de un movimiento popular con banderas socialistas se asienta en la campaña por el paro nacional y plan de lucha, y un programa para unir a la clase obrera y los sectores populares contra el peronismo ajustador por una salida de los trabajadores.

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