Sergio Massa se sumará al plantel de trabajo de Greylock Capital Management, un fondo de inversión norteamericano que posee bonos de deuda argentinos. Anteriormente, el otrora candidato presidencial del peronismo fue noticia por haberse opuesto al paro que la CGT convocó a fines de enero pasado contra el gobierno de Milei. Ahora lo es porque formará parte del elenco de fondos buitre que se benefician con la política económica libertaria.

El exministro de Economía trabajará en diez proyectos ligados a diversos negocios. Sus buenos lazos con la Embajada de Estados Unidos le han servido para tejer relaciones con Hans Humes, CEO de Greylock y exempleado de alto rango en el Banco Santander y en Lehman Brothers. Humes ha llegado a inclinarse por la candidatura de Massa en el balotaje de noviembre 2023.

Greylock lucra con la deuda pública de países en crisis. En Argentina, al igual que otros fondos como BlackRock y Templeton, tuvo un rol activo en la reestructuración de la deuda que el exministro de Economía Martín Guzmán llevó adelante en 2020, la cual supuso un rescate a los acreedores –prácticamente no hubo quita, se reconocieron altas tasas de interés y se establecieron cláusulas leoninas. El fondo de inversión también participó de los canjes confiscatorios de 2005 y 2010.

Los bonos rescatados por Guzmán y los Fernández son pagados hoy por Milei con el dinero que le roba a los jubilados y a los trabajadores y con los fondos que le quita a los presupuestos de salud y educación. Massa trabajará para los saqueadores de la Argentina.

Massa es consecuente con la política del peronismo, que gobernó para garantizar el pago de la deuda externa y satisfacer las exigencias del FMI. No por nada Cristina Kirchner viene de pronunciarse a favor de ir hacia una reforma laboral antiobrera. Se trata, asimismo, de una política en beneficio de la burguesía criolla, que tiene buena parte de sus capitales invertidos en bonos de deuda pública, o sea, se enriquece con la fuga de divisas vía pago de deuda.

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Humes formó parte del comité directivo de inversionistas que impulsaron la reestructuración de la deuda soberana griega. El país helénico ingresó en default en 2015. Para cumplir con el pago de la deuda y salir de la crisis, los gobiernos tuvieron que aplicar el programa de la Troika –FMI, Banco Central Europeo, Comisión Europea–, lo que significó un duro ataque contra las masas obreras griegas.

Greylock también es acreedor de Ghana, Sri Lanka, Pakistán, Ucrania y Venezuela. Se trata de países que, al igual que Argentina y Grecia, han ido al default (o este se les aparece como perspectiva) y están sometidos fuertemente a la opresión y explotación imperialista.

En 2020 estuvo al borde de la quiebra, cuando los precios de los bonos de los mercados emergentes se desplomaron. Sus activos financieros se redujeron considerablemente, lo que lo obligó a reducir su plantilla y a reestructurar sus propias deudas.

Los gobiernos de las últimas décadas ejercieron el poder para beneficiar a los capitalistas. La salida no pasa por la motosierra de Milei, que representa los intereses del capital financiero internacional y se apresta a profundizar su ofensiva contra la clase obrera. Los trabajadores debemos abrirnos paso en el escenario político con nuestros propios reclamos.

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