Políticas

19/1/2024

Milei en Davos: ¿un capitalismo pacífico y próspero?

El discurso de un impostor.

Javier Milei en el foro de Davos.

En el discurso que realizó en el foro de Davos, donde los explotadores del mundo se congregan para discutir su agenda político-económica y conspirar contra la clase obrera, Javier Milei señaló que “el mundo de hoy es más libre, más rico, más pacífico y más prospero que en cualquier otro momento de nuestra historia”. Se trata de una mentira consciente. Pues mientras el presidente argentino decía estas cosas, la cantidad de palestinos muertos como producto de la ofensiva sionista en Gaza ascendía a casi 25.000 y la Otan se preparaba para anunciar el despliegue de 90.000 soldados para la realización de ejercicios militares en Europa y el Atlántico –su mayor operación desde la Guerra Fría.

Milei tendría que hacer malabares para fundamentar su tesis a partir de un análisis de la realidad concreta. Es que el mundo capitalista ha asistido a un agudizamiento de los choques militares y la posibilidad de que se desencadene una tercera guerra mundial de contenido imperialista se halla latente. Ahí está la guerra en Europa para demostrarlo, que amenaza con persistir en el tiempo y expandirse geográficamente, en la que Ucrania y la Otan se enfrentan a la Rusia de Putin; o la política de aumento de los presupuestos militares que se encuentran llevando adelante las principales potencias capitalistas. El despliegue de soldados mencionado se inscribe en este marco. Detrás de esto subyace la tentativa del imperialismo de colonizar económica y políticamente no solo a Rusia sino también a China. Por eso se han recrudecido las tendencias bélicas en el Pacífico, donde Estados Unidos y Pekín miden sus fuerzas desplegando buques militares en una región en la que está emplazada Taiwán y las dos potencias tienen intereses de tipo económicos.

La masacre que el Estado de Israel está llevando adelante contra la población palestina de Gaza es otra manifestación de la explosividad del panorama político internacional. No solo han sido asesinados miles y miles de palestinos, sino que también casi dos millones de personas han sido desplazadas por la fuerza y la mitad de la población gazatí sufre hambre e inanición. En este contexto, la posibilidad de que se regionalice el conflicto crece, como lo demuestran los bombardeos entre el gobierno sionista y Hezbollah en la frontera de Israel con el Líbano, los ataques de Estados Unidos y Reino Unido contra los rebeldes hutíes en Yemen, o los misiles lanzados por Irán contra objetivos en Pakistán, Siria e Irak. Milei es un defensor a ultranza del Estado de Israel y respalda el proceso de limpieza étnica que está sufriendo el pueblo palestino desde 1948. Naturalmente, desde su lugar como títere del imperialismo norteamericano, también apoya al gobierno de Zelensky en la guerra en Ucrania.

A todo esto se suma la profundización de los conflictos bélicos-políticos en África, que puede devenir en un nuevo foco de guerra internacional. Malí, Níger y Burkina Faso vienen de conformar una alianza defensiva para hacer frente a las amenazas guerreristas de una coalición imperialista liderada por Francia y acompañada por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (organismo encabezado por Nigeria). El imperialismo quiere expoliar aún más el continente, rico en uranio y otros minerales. Por otro lado, se ha desatado un conflicto entre Venezuela y Guyana en la región del Esequibo, en la que hay importantes reservas de gas y petróleo que Estados Unidos quiere usufructuar en su beneficio y sobre las cuales el gobierno venezolano también ha puesto la mira.

¿De qué habla, entonces, Milei? Solo un defensor y lobista del capital financiero internacional puede afirmar semejantes barbaridades. Nunca va a reinar la paz en esta etapa histórica; sostener lo contrario equivale a divulgar una utopía reaccionaria. El capitalismo, en su fase imperialista, es la reacción en toda la línea y no deja de engendrar en su interior tendencias al desarrollo de bancarrotas económicas y guerras. La competencia entre las empresas ha asumido la forma de una pelea descarnada entre los monopolios de los distintos países que, asociándose a sus Estados y valiéndose de sus recursos económicos y de sus Fuerzas Armadas, buscan conquistar nuevos mercados para extraer plusvalía de más trabajadores y tener acceso a fuentes de materias primas. Bajo el capitalismo imperialista las fuerzas productivas se han convertido en fuerzas destructivas. La guerra, asimismo, es un instrumento del capital para salir de su crisis –sirve para depurar el capital sobrante. Tal es la forma del régimen social capitalista generada por la contradicción entre la internacionalización y socialización del proceso productivo, por un lado, y su organización en intereses privados y nacionales, por el otro.

En el siglo XX tuvieron lugar dos guerras imperialistas por el reparto del mundo, que supusieron una destrucción masiva de fuerzas productivas. El capitalismo parió a Hitler, a Franco y a Mussolini y a otros gángsters como Churchill y Roosevelt. También acontecieron las guerras balcánicas, los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki; las guerras en Corea, Vietnam y en el Golfo Pérsico; los bombardeos de la Otan sobre Yugoslavia, los bombardeos imperialistas sobre Irak en los ’90, etc. Y en el siglo XXI hemos presenciado también las invasiones imperialistas de Afganistán e Irak, los bombardeos sobre Yemen y Siria, la guerra en el Líbano, etc. La tendencia actual hacia una guerra mundial se explica por la necesidad del capitalismo de encontrar una salida a su crisis, que se intensificó con el estallido financiero de 2008. Todas las contradicciones del capitalismo se vienen agudizando al compás de un aumento de la sobreproducción de mercancías y la sobreacumulación de capitales. Solo en la cabeza reaccionaria de Milei puede caber la idea de que el capitalismo es un factor de desarrollo de la humanidad.

Tampoco se sabe muy bien a qué se refiere Milei cuando habla de la “prosperidad” capitalista. Casi la mitad de la población mundial vive con menos de 7 dólares por día y más de dos mil millones de personas se enfrentaron en 2022 a lo que se conoce como “inseguridad alimentaria”. A la par de este proceso, la desigualdad entre ricos y pobres ha crecido. La “prosperidad”, en todo caso, es para los millonarios cuya existencia depende, a su vez, de la existencia del régimen capitalista. Incluso en Estados Unidos, la principal potencia capitalista, los índices de desigualdad vienen tendiendo al alza y la expectativa de vida ha disminuido. Por otro lado, ¿se puede hablar de prosperidad cuando el Mar Mediterráneo se ha convertido en una fosa común para los migrantes que escapan de la barbarie –producida por el capitalismo– que impera en sus países de origen?

Al foro de Davos han concurrido los presidentes y empresarios impulsores de la guerra y la explotación y opresión de los pueblos del mundo. Milei es un lacayo de ellos. La clase obrera debe mandar a este régimen social en estado de putrefacción al basurero de la historia.

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