Políticas
27/9/2024
Respuesta a Estación Obrera ante la crisis del Nuevo MAS
La lucha por la dirección revolucionaria de la clase obrera.
Nuevo MAS.
El Centro Político Cultural Estación Obrera (EO) respondió la nota publicada en Prensa Obrera sobre la crisis y ruptura del Nuevo MAS (NM). Es una respuesta extraña. Omite prácticamente fijar posición sobre los temas centrales que están en debate para la izquierda en esta etapa, arma una gran confusión e incluso no respeta la verdad en algunos temas que sí toca.
El peronismo y la lucha contra Milei
Para EO criticar al Nuevo MAS por su seguidismo al peronismo sería una “superficialidad”, pero esto no desmiente la crítica del Partido Obrero ni aclara si los compañeros están de acuerdo o no con la adaptación del NM al nacionalismo burgués. Compartir la “alegría” por el triunfo del Frente de Todos en el 2019 -calificando al gobierno de los Fernández como una expresión deformada de la movilización popular- es mucho más que un “episodio” o un hecho pasajero sin mayores consecuencias.
La expectativa en un desplazamiento por izquierda del kirchnerismo, que ha guiado los análisis y políticas del MAS hace años, no se ha materializado. Lo que sí se ha materializado es un faccionalismo contra la izquierda que desarrolla un campo de independencia de clase, desde su posición sobre el FIT-U a su negativa a apoyar a la lista de la izquierda clasista que conduce el Sutna y el divisionismo sistemático en las elecciones de centros de estudiantes. Divisionismo con la izquierda, concesiones y seguidismo con el peronismo.
Por otra parte, el hecho de estar frente a un gobierno de ofensiva contra la clase obrera mucho más represivo que el anterior, no agota el problema de la política frente al peronismo. No va a encontrar ninguna posición del Partido Obrero que diga que Javier Milei y Sergio Massa o Cristina Kirchner “son lo mismo”. Es de muy mal método adjudicar citas apócrifas. El problema es otro: ¿qué rol jugó el peronismo en el ascenso de Milei? Gobernó para el FMI, aumentó gravemente la pobreza y la inflación y le armó, por cálculo electoral, las listas a Milei para dividir los votos de Juntos por el Cambio.
Hoy esos elementos de continuidad están presentes en la integración de peronistas como Guillermo Francos y Daniel Scioli al gabinete de Javier Milei, del massista Marco Lavagna como titular del Indec, en la votación y el apoyo de gobernadores peronistas a la Ley Bases y al Régimen de Incentivos a los grandes pulpos capitalistas, y en el pacto de la CGT y las burocracias sindicales con el gobierno “libertario” en torno a la reforma laboral y jubilatoria.
Estación Obrera dice en su respuesta al Partido Obrero que “no va detenerse en episodios”, entre los que ubica “el supuesto” voto del Nuevo MAS a Sergio Massa en el balotaje del año pasado. Sería oportuno que los compañeros precisaran a qué se refieren con este supuesto. El Nuevo MAS no sólo llamó a votar a Massa en el ballotage, sino que antes evadió una definición pública de voto al Frente de Izquierda Unidad (FITU) para las elecciones generales de octubre, luego de haber quedado fuera en las Paso. Una neutralidad sectaria y properonista.
¿Ahora, los compañeros que se han ido del MAS, sostienen esas posiciones o las critican? ¿Hay que votar al peronismo o desarrollar un campo de independencia de clase con la izquierda?
Seguimos sin saber su opinión. Escriben un largo texto, donde incluso nos quieren dictar cátedra, pero no dicen nada sobre estos temas centrales. Podemos clarificar nuestras posiciones, pero no retrucar críticas a compañeros que no sabemos si van a constituir una organización, ni de qué carácter, ni hasta donde defienden las posiciones de la organización con la que rompieron. Antes de aleccionarnos, les convendría ordenar sus ideas.
Una política de independencia de clase para luchar por la dirección del movimiento popular debe subrayar los elementos de continuidad entre los gobiernos capitalistas; en primer lugar, la sumisión ante el FMI, el ajuste y la precarización de las condiciones de vida de las masas para pagar la deuda externa.
El debate del frente único
La polémica que los compañeros sí nos dirigen es sobre el frente único. Su planteo es confuso y confunde. Nos reprochan no luchar junto a los peronistas. Sin embargo, el Partido Obrero y las organizaciones de masas sobre las que influimos han estado presentes en cada acción de lucha contra el gobierno de Milei. Estuvimos en cada paro, marcha o iniciativa de lucha que incluyó a sectores de masas con direcciones peronistas como la CGT, CTA o Utep. Y en muchísimas acciones en que estos sectores no han querido participar por su política de desmovilización y tregua con el gobierno de Milei. Lo extraño es que mientras los compañeros creen tener que explicarnos que hay que luchar junto a la base peronista, cosa que no hacía falta que nos avisen, nos critican, sin desarrollar una posición clara, por haber concurrido a movilizaciones junto a la CGT, CTA y Utep el 1 de mayo o el 7 de agosto. Sin embargo, estas no fueron “marchas políticas”. Fueron marchas de las organizaciones de los trabajadores contra el gobierno de Milei, más allá de los límites insalvables de las direcciones que las convocaron y sus métodos de convocatoria. Reclamar frente único y no concurrir a esas movilizaciones equivale a salir con paraguas el día de sol y a dejarlo en casa los días de lluvia.
¿Nuestra concurrencia a esas acciones con una columna clasista e independiente, planteando y exigiendo un paro nacional y un plan de lucha hasta derrotar a Milei, no es acaso la expresión más clara de una correcta política de frente único? ¿No equivale, acaso, al planteo de Trotsky de “golpear juntos, marchar separados”? La confraternización de la columna clasista con las bases de los sindicatos burocráticos, en la movilización del 1 de mayo, fue sin lugar a dudas el hecho más destacado de toda la jornada. Es lo que explica las declaraciones públicas de Pablo Moyano contra el PO en los días posteriores, alertado por la simpatía que recogió la columna combativa entre sus propias bases. La burocracia tomó nota del descontento no solo entre la base de los gremios, sino también entre sus propios delegados, para operar y de esa manera evitar que el día del tratamiento de la Ley Bases en el Senado se transforme en un nuevo 14 y 18 de diciembre de 2017. También en el movimiento piquetero, el Polo Obrero ha favorecido golpear contra el gobierno junto a la Utep siempre que ha sido posible, hasta que la Utep discontinuó esa posibilidad, guardándose frente a la represión y a la persecución.
Otro asunto, completamente distinto, es la concurrencia luego del atentado fallido a CFK a una marcha convocada “en defensa de la democracia” por el kirchnerismo, que ejercía en ese momento el gobierno nacional. Helo aquí, justamente, una marcha política del peronismo.
Nosotros no ignoramos la importancia de este hecho. Repudiamos -sin brindar el menor apoyo político al gobierno- el atentado contra la exvicepresidenta en un comunicado del Comité Ejecutivo y en el Congreso Nacional, así como en todas las legislaturas. Reclamamos la inmediata investigación del hecho criminal, que no ha sido clarificado a pesar del paso del tiempo.
No fuimos a Plaza de Mayo porque hubiese sido un acto monumental de confusión el apoyo político al gobierno del Frente de Todos que profundizaba el ajuste y al superministro Sergio Massa que se fue de gira a los EE.UU. para consumar una entrega nacional a gran escala al imperialismo y al FMI.
Discrepamos con la visión sesgada que tienen los compañeros de Estación Obrera, que los lleva a enredarse con los “frentes únicos por abajo y por arriba”. Para no repetirnos, un ejemplo de enorme actualidad es el frente de las organizaciones de jubilados, que tiene al Plenario de Trabajadores Jubilados (PTJ), integrante de la Coordinadora Sindical Clasista del Partido Obrero y a sus principales dirigentes, como animadores destacados de la lucha contra el veto y el ajuste brutal a los jubilados. Fue de este frente único combativo que salieron los plenarios y reuniones que votaron las movilizaciones al Congreso y las acciones en distintas provincias, que “despertaron” a los sectores de la burocracia y del peronismo que se movilizaron limitadamente el miércoles 11. Puso en evidencia también la política miserable de la CGT y su “libertad de acción” trucha frente al veto.
EO debería estudiar en profundidad la historia del movimiento piquetero y la organización de masas de miles de desocupados. El desarrollo y autoridad que adquirió el Polo Obrero se caracterizó justamente por intervenir con el método del frente único en todas las fases del movimiento piquetero, en minoría ante D’Elía y la CCC en los grandes piquetazos y acampes en La Matanza del 2000, impulsando la Asamblea Nacional de Trabajadores con el MIJD de Castells, el MTL, Barrios de Pie y otras organizaciones contra Duhalde, luchando contra la cooptación de los Kirchner y luego contra la “paz social” pactada por el Evita de Pérsico, Grabois y el PCR con la ministra de Macri, Carolina Stanley. Como parte de esta lucha de frente único y de defensa de la independencia de clase del movimiento piquetero se conformaron la Unidad Piquetera y el Frente de Lucha Piquetero, que enfrentaron a Milei desde el primer día.
Llama la atención que la respuesta de EO al Partido Obrero omita la convocatoria a Plaza de Mayo del 20 de diciembre, una movilización masiva del Polo y del movimiento piquetero junto al sindicalismo combativo que desafió al protocolo represivo de Bullrich. Esa misma noche estallaron los cacerolazos contra el gobierno de Milei y comenzaron las grandes movilizaciones del verano contra la Ley Ómnibus y el decreto. No se pueden escindir los paros de la CGT -ni sus maniobras- del temor de la burocracia a una irrupción independiente de los trabajadores con la izquierda como canal.
La táctica del Frente Único Obrero, como la desarrolló León Trotsky, es “golpear juntos y marchar separados”. Participamos de toda acción obrera de lucha, sin condiciones por la política de sus direcciones burocráticas, a condición de no abandonar la tarea de reagrupar al clasismo, no suspender la lucha política con la burocracia y de dar la pelea por la recuperación de los sindicatos contra la burocracia. Recordar una parte del Frente Único, a desmedro de la otra, es solo adaptación política.
Es un error circunscribir la táctica del frente único a los sindicatos u organizaciones donde el clasismo y la izquierda son minoría, y por lo tanto dirigirlo únicamente a la burocracia o al nacionalismo burgués. Existe, en otro plano, la lucha por la puesta en pie de frentes únicos del clasismo y los sectores combativos para recuperar los sindicatos, las comisiones internas y los centros de estudiantes, etc., de manos de las burocracias sindicales o estudiantiles, que actúan como agentes de los intereses patronales al interior de las organizaciones obreras y populares. Dirigir sindicatos, seccionales, internas, cuerpos de delegados, centros de estudiantes u otras organizaciones populares nos plantea la responsabilidad de defenderlos unitariamente frente al Estado y las patronales así como del faccionalismo de capilla. Carlos Marx explicaba, casi 200 años atrás, que los comunistas no somos una fracción particular de la clase obrera sino su destacamento más consecuente en la lucha de clases. Impulsamos el frente único para luchar contra la reacción, por la unidad de la clase obrera contra los capitalistas, para desenmascarar a los agentes de los capitalistas en las propias organizaciones obreras, y, a su turno, expulsarlos.
La política divisionista y de aparato del Nuevo MAS volvió a ponerse de manifiesto en las elecciones de centro de estudiantes en Filosofía y Letras de la UBA; facilitó el triunfo de La Cámpora. ¿Qué dicen de esto los compañeros de Estación Obrera? En noviembre habrá otro capítulo de esta lucha política en las elecciones estudiantiles de la Unlp en La Plata contra Franja Morada, y la alianza peronista que incluye a Patria Grande y el PCR, que integran Unión por la Patria. Una lucha política que no se debe rehuir y que replantea el programa y el frente único de la izquierda y el activismo estudiantil.
Reivindicamos la recuperación de la seccional capital de la Uepc, un sindicato de la docencia de Córdoba que tiene 18.000 afiliados y echó a la burocracia con los métodos del frente único antiburocrático. No por nada Llaryora considera a la combativa y clasista dirección de la Uepc un enemigo jurado.
La subjetividad revolucionaria -conciencia de los trabajadores como clase para sí- solo puede construirse y avanzar interviniendo en la lucha de clases y peleando por la dirección de los explotados. Los agrupamientos de sectores clasistas y antiburocráticos son un aporte en ese sentido, y no corresponde el desprecio de considerarlos una unidad “por arriba”. ¿La Multicolor docente y las seccionales y los sindicatos arrancados a la burocracia de Sonia Alesso y Roberto Baradel pueden ser consideradas acaso “representaciones desde arriba” desligadas del avance de la conciencia de la docencia? La Multicolor -un frente de organizaciones- es un canal de movilización del activismo allí donde dirige y es protagonista de grandes huelgas, y también donde la conducción responde a la burocracia, como se manifestó con el gran paro multicolor en la provincia de Buenos Aires contra la esencialidad antihuelgas.
Los frentes únicos no son un menú de opciones sino una táctica para fortalecer al partido revolucionario, unir a los trabajadores y separarlos de sus direcciones conciliadoras, reformistas o nacionalistas burguesas.
La “tarea principal” para el Partido Obrero es cómo preparamos y desarrollamos la huelga general para derrotar a Milei mediante la agitación, la intervención en los movimientos de masas, el frente único en la lucha, la deliberación del activismo, la delimitación con la burocracia y con el peronismo que resucita como farsa “el hay 2027”, y luchando siempre por recuperar los sindicatos para poner en pie una nueva dirección clasista en el movimiento obrero.
En este contexto, el PO convocó un plenario de la Coordinadora Sindical Clasista (CSC) el 14 de setiembre como parte de la campaña por la huelga general para derrotar a Milei y por la construcción de una nueva dirección clasista. Los compañeros de EO dicen estar en contra de tener por política “conquistar representaciones”. Sin embargo, “conquistar representaciones” para una corriente clasista es desarrollar un trabajo de base en el movimiento obrero y expulsar a la burocracia. EO criticó al Nuevo MAS por formar un sindicato de repartidores, al que denuncian como un aparato sin base. Sin embargo, si rechazan “conquistar representación” en los sindicatos burocráticos, ¿qué proponen? ¿convivir con la burocracia sindical sin trabajar por la tarea estratégica de expulsarla? Significativamente, Estación Obrera sigue sin delimitarse de la política divisionista del Nuevo MAS en el Sutna, la cual lo redujo a la marginalidad en el combativo sindicato del neumático.
La crisis de dirección de la clase obrera
Nos enteramos en su artículo de polémica que Estación Obrera considera desactualizada la famosa formulación de León Trotsky de que la crisis de la humanidad se reduce en última instancia a la crisis de dirección del proletariado. Esto no es una observación al azar de Trotsky, sino la tesis central del Programa de Transición. Significa que es la falta de dirección revolucionaria y la política contrarrevolucionaria y de conciliación de clases de las direcciones de masas existentes la que ha impedido e impide la revolución y no la falta de condiciones objetivas para la revolución, ni la falta de disposición de lucha de las masas para rebelarse contra la opresión capitalista.
Lejos de un “objetivismo fatalista”, Trotsky realzaba la importancia de la subjetividad revolucionaria organizada en la Cuarta Internacional y sus secciones (partidos). La revolución socialista es el producto de la combinación de factores extraordinarios: las condiciones objetivas “que empiezan pudrirse” porque las fuerzas productivas no pueden ser contenidas en los marcos nacionales y las condiciones subjetivas que requieren de la conformación de una vanguardia curtida en la lucha de clases y en la asimilación política del programa de la revolución permanente para luchar por el liderazgo de las masas y la destrucción del régimen burgués.
Esta caracterización de fondo, lejos de ser una concepción fatalista de la revolución, es una guía para la acción revolucionaria, válida para el estudio de las revoluciones estranguladas del siglo XX, como también para entender el por qué de las grandes insurrecciones y rebeliones populares del siglo XXI que no terminaron en revoluciones triunfantes. Un problema central es la adaptación de buena parte de la izquierda mundial al democratismo burgués e imperialista frente al derrumbe de la URSS y del mal llamado “socialismo real” del estalinismo, y en los países semicoloniales y atrasados al nacionalismo burgués.
Para el Partido Obrero, esta afirmación y el método del Programa de Transición del cual es el núcleo central, están plenamente vigentes. Otra cosa es discutir cómo son las condiciones objetivas y subjetivas en 2024, que obviamente no son una réplica mecánica de las de 1938. No sabemos si quienes acusan al Partido Obrero de “objetivista” han leído la amplia literatura que hemos desarrollado en la crisis partidaria que terminó en la escisión que protagonizó el grupo liderado por Jorge Altamira. Justamente se discutía el rol de la subjetividad para evaluar las posibilidades revolucionarias, tanto en el campo de la burguesía y sus siglos de aprendizaje de maniobras contrarrevolucionarias, como en el campo de la clase obrera, donde la falta de organizaciones obreras de masas subjetivamente revolucionarias plantea un cuadro de crisis de dirección pero completamente distinto al de hace ochenta años. Es decir, quien defendía una posición objetivista, banalizando el catastrofismo y estableciendo una relación mecánica entre la crisis del capital, la reacción de las masas y el desarrollo de la izquierda revolucionaria, era Altamira. Del otro lado, estábamos quienes cuestionamos esa tesis y establecíamos un análisis concreto de la situación del movimiento de masas y el desarrollo de la subjetividad revolucionaria. Todo esto, los compañeros de EO lo pueden leer en la revista En Defensa del Marxismo N° 53. Se puede estar de acuerdo o no con las posiciones que desarrollamos pero acusarnos de objetivismo no se condice con la realidad.
La polémica sobre las revoluciones de posguerra, y en particular de la Revolución China y la Revolución Cubana merecen un debate ordenado. En el Programa de Transición, Trotsky previó como excepcionalidad la posibilidad de que direcciones pequeñoburguesas fuesen más allá de lo previsto en su ruptura con el régimen burgués. En Cuba, la dinámica de la revolución permanente radicalizó el proceso revolucionario, que expropió a los capitalistas y dividió al Movimiento 26 de Julio, el movimiento nacionalista burgués que derrocó a Batista. La revolución cubana, para realizarse, debió romper con los límites de una lucha nacional-burguesa. La falta de una dirección proletaria y de organismos propios de la clase obrera facilitaron una burocratización rápida de parte del stalinismo. Pero reafirmamos que no existen vías intermedias entre la revolución socialista y la claudicación nacional-burguesa al imperialismo y a la propiedad privada. Reivindicamos las conclusiones de un líder y protagonista de esa gesta revolucionaria, el Che, como norte estratégico para la emancipación latinoamericana: “o revolución socialista o caricatura de revolución”.
El castrismo fue luego un factor de contención de los procesos revolucionarios como se demostró en Nicaragua y El Salvador, y se fue convirtiendo en el vehículo de difusión de las relaciones sociales capitalistas y en un instrumento de represión a las luchas por los derechos democráticos y a la organización y movilización política contra la burocracia cubana. La reconstrucción del Estado cubano sobre bases socialistas (dictadura del proletariado) es incompatible con el orden burocrático y plantea agudamente la crisis de dirección y la construcción de un partido revolucionario.
Sobre el tema cubano el artículo de Estación Obrera realiza una mentira que no es propia de un debate franco entre compañeros. Adjudica a una polémica entre un compañero de la dirección del PO, que defendió la caracterización histórica del PO sobre la revolución cubana, y Altamira, que revisó esa posición, una supuesta expulsión de Altamira y su grupo. Clarifiquemos: el debate fue en 2016, Altamira tuvo todos los medios del PO para difundir su posición, que no fue mocionada a ningún congreso ni instancia del partido, y aparentemente abandonada por él mismo. En 2019, luego de dos congresos partidarios, Altamira realiza una conferencia que vota una dirección, una disciplina militante y finanzas separadas del PO. El tema de Cuba no fue un eje de la polémica que rodeó a esos congresos, como sí lo fue la concepción mecánica y si se quiere “objetivista” que éste levantaba, reduciendo la acción de las organizaciones socialistas a hacer propaganda frente al inminente estallido revolucionario que estaría garantizado por la crisis capitalista.
En China también se verificaron las tesis de la Revolución Permanente. El campesinado chino actuó bajo la dirección del Partido Comunista, y luchando contra el Kuomintang, agente de la burguesía china. La declaración de China como un país socialista provocó una crisis con Stalin y la burocracia de la URSS, que presionaban para que el Estado chino no se saliera del marco de la “Nueva Democracia”. La deriva restauracionista no fue un proceso pacífico exento de luchas obreras y campesinas, ni es un proceso terminado.
Importa que precisemos qué ha pasado con estas revoluciones estranguladas y con la restauración capitalista en Rusia que vino de la mano de la propia burocracia a la que perteneció Putin. La restauración en los exEstados obreros agudizó la puja capitalista e imperialista por el reparto del mercado mundial. China no es un estado socialista; la dirección del PC chino ha ido muy lejos en la apertura de la economía al capital y en la superexplotación de los trabajadores. El estado restauracionista chino -pieza clave del sostenimiento del orden capitalista en todo el mundo- está en la mira del imperialismo yanqui y de otras potencias que quieren una colonización completa de China y remover las trabas que supone la burocracia.
La crisis capitalista pretende ser sorteada por el imperialismo yanqui y mundial por medio de una completa colonización de Rusia y China, lo que amenaza con transformarse en una tercera guerra mundial. Sin comprender esta dinámica del proceso mundial no se puede explicar la guerra en Ucrania, el recalentamiento de las tensiones en el Mar de la China meridional, ni tampoco la guerra en Medio Oriente ni en el Sahel africano. Es muy significativo que EO no emita opinión al respecto de lo que es hoy el principal debate de la burguesía mundial y lo que ha abierto realineamientos de todo tipo en la izquierda internacional. Con esto no exageramos ni un ápice. En las elecciones norteamericanas, Trump polemiza contra los demócratas en representación de una fracción de la burguesía norteamericana que señala como un error haber precipitado la guerra en Ucrania, ya que eso forzó a un mayor acercamiento entre China y Rusia. Para Trump, EE.UU. debe concentrarse en enfrentar al que aparece como su enemigo principal: China. Otro tanto se ha visto en las elecciones europeas de este año, donde el debate de la guerra ha estado también en el tope de la agenda. Macron viene insistiendo en la necesidad de que Europa adquiera autonomía en materia militar, mientras todos los países europeos, incluida Alemania, han incrementado sensiblemente sus presupuestos militares. Lo mismo sucede con Japón, marcando un quiebre con su política posterior a la segunda guerra.
Pero tan o más importante que la estrategia que se da la burguesía, es poner a consideración la estrategia de la izquierda ante la guerra. Es la condición sine qua non para diputar la dirección del movimiento obrero. El Nuevo MAS, como la mayor parte de la izquierda que se reclama del trotskismo a nivel internacional, se ha alineado, con reservas y críticas, con el campo militar de la Otan. Lo mismo vale para el NPA Révolutionnaires de Francia, con quien EO viene de realizar una charla. Hasta cierto punto, el conjunto de críticas de EO al Nuevo MAS son nimiedades en relación al gran problema político internacional: la guerra. Las guerras han sido las parteras de las revoluciones. Pero para que las fuerzas que se reclaman obreras y socialistas puedan jugar un papel en esos procesos es necesario que intervengan con una política revolucionaria en la guerra y no como la fracción izquierdista de la política guerrerista del imperialismo.
Son puntos clave que hacen a la ubicación de principios de la izquierda revolucionaria. Tomemos por caso la afirmación del Nuevo MAS de que “no justificamos política ni metodológicamente” el levantamiento palestino del 7 de octubre. No se trata de “justificar” a las organizaciones que componen la resistencia palestina, sino de apoyarlas y militar en ese campo contra la barbarie sionista en Gaza. No cabe una postura equidistante entre las direcciones burguesas de un sector oprimido como el palestino y el sionismo -que tiene un poderoso Ejército financiado por Estados Unidos, que moviliza sus colonos armados usurpando tierras palestinas, etc.- y ante el imperialismo que justifica el genocidio cometido por el Estado de Israel.
En un cuadro internacional de guerras, rebeliones populares y golpes reaccionarios, la crisis de dirección de la clase obrera contrasta brutalmente con la degradación de las condiciones de vida de las masas. La “vieja” formulación del Programa de Transición es por completo actual.
Invitamos a los compañeros del Centro Cultural Estación Obrera a proseguir el debate. Las críticas al Frente de Izquierda Unidad no pueden ser la excusa para prolongar una política sectaria que lleva más de una década. El Partido Obrero no disimula sus divergencias con los otros partidos del FIT-U y ha propuesto un Congreso del Frente de Izquierda Unidad para que el FIT-U actúe como un centro de reagrupamiento militante de la vanguardia y un canal de lucha para derrotar a Milei y abrir una intervención política independiente de los explotados.
Defendemos al Frente de Izquierda Unidad y combatimos todo seguidismo al peronismo y adaptación a la democracia burguesa. Los “frentes democráticos”, burgueses y respetuosos de la institucionalidad, no sirven para echar a Milei porque su función primigenia es contener la lucha obrera y popular. La larga crisis política de la Argentina es también la de la crisis de dirección de la clase obrera. La superación del peronismo exige la construcción de una dirección revolucionaria trotskista que luche por el gobierno de los trabajadores y el socialismo.