Políticas
19/7/2024
Santa Cruz: las promesas de Vidal y Grasso
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El pueblo trabajador y desocupado queda en medio de una sorda pelea de poderes.
Durante el primer semestre de 2024 los santacruceños han estado bajo un virtual enfrentamiento entre el oficialismo del gobernador Claudio Vidal y el municipio de Río Gallegos con Pablo Grasso como intendente. La derrota del kirchnerismo en la provincia profundizó la campaña del petrolero por poner en evidencia el fracaso de la gestión anterior del Estado. El gobernador inició su carrera política gracias al kirchnerismo para, al mismo tiempo, romper con el mismo. Inició su gestión con una conferencia de prensa denunciando una serie de irregularidades menores sin apuntar directamente a desmantelar el régimen político que se armó el gobierno K a su medida. Nada se dijo de la estructura política que permitió que empresas y corporaciones privadas se lleven en pala los recursos de la provincia ni tampoco se habló de los negocios y testaferros de una clase dirigente devenida en gestora y socia minoritaria, que permitió a unos pocos enriquecerse desde la gestión de gobierno de manera escandalosa durante treinta años.
Por su parte, el kirchnerismo, a través de uno de los últimos bastiones que le queda, el municipio de Río Gallegos, montó un formidable aparato mediático de funcionarios para armar campañas contra el gobernador: notas, videos y noticias en los medios de comunicación que con cierta ironía pretenden poner en evidencia que Vidal no está cumpliendo con sus promesas de campaña. Esto, con comparaciones del tipo de quién paga primero los salarios o el aguinaldo, quién hace arreglos salariales con los trabajadores, etc. Además de ventilar a los cuatro vientos algunos escándalos de funcionarios del vidalismo, como el de la ministra de Desarrollo, Jazmin Maquiavelli denunciada por vender módulos de alimentos. Las usinas de prensa del grassismo golpean y con cada denuncia reciben un contragolpe de los funcionarios vidalistas.
Fueron 30 años de negociados, expolio y parálisis, tras los cuales ahora el pueblo trabajador y desocupado queda en medio de una sorda pelea de poderes.
El kirchnerismo dejó una provincia en crisis. Escuelas que se siguen cayendo a pedazos, sin calefacción ni agua, muchas directamente sin clases. Un sistema de salud colapsado por la falta de insumos y degradado en sus condiciones edilicias. La caja de servicios sociales con deudas de los municipios que ningún funcionario quiso cobrar en tanto la obsecuencia hacia el gobierno provincial perdurara. Nadie puede desconocer que la evidente falta de inversión en materia de educación, salud y salarios fue parte de la política de ajuste fiscal del gobierno de Alicia Kirchner. El mismo Vidal denunciaba indignado durante su campaña que todo eso no iba más y que si el llegaba a ser gobernador se acababan esas prácticas que afectaban a los trabajadores de Santa Cruz.
El vidalismo y el fantasma de los primeros seis meses
En diciembre de 2023 se celebraba el fin del régimen K en Santa Cruz, gobierno del cual el mismo Claudio Vidal fue parte. A partir de ese momento se pretendía terminar con treinta años de, como lo llamó entonces el periodista Daniel Gatti, un feudo encabezado por el mismo Néstor Kirchner, que logró con diferentes maniobras políticas garantizarse el poder a través de la reelección indefinida y de la tan discutida ley de lemas.
Lógicamente, un “nuevo gobierno”, que llegó al poder en un frente de partidos patronales, iba a tomar medidas defensivas antes de llevar adelante su plan de gobierno. Pocos días antes de asumir, Vidal ya lo decía en las radios: que el Estado estaba saturado y había que sacar gente. El mensaje era “el Estado no es productivo”.
El eslogan de “trabaja, educa, produce” no se corresponde con la declamación de “no hay plata”, proveniente del gobierno nacional, pero también repetida por la gestión vidalista en las diferentes reparticiones como respuesta a todo lo que sea aumentos salariales o pedidos de insumos para salir de la situación crítica en la que se encuentra la provincia. A esta situación se suma el inmovilismo de las conducciones de los sindicatos estatales, que han dejado pasar sin críticas mayores el ajuste: salarios en cómodas cuotas, recorte de 6.000 medicamentos en el vademécum de la CSS, escuelas con problemas edilicios y sin calefacción en el invierno más frío de los últimos diez años, despidos de trabajadores precarizados, etc. Ante el clima de ajuste permanente que baja desde la Casa Rosada a las provincias, por lo bajo, en los pueblos y también en la capital, se comienzan a dar luchas que chocan violentamente contra estos diques de contención.
Algunas conclusiones preliminares
En medio del enfrentamiento por arriba entre vidalistas y grassistas para poner en evidencia su mala gestión, el pueblo trabajador queda en el medio de peleas berretas por ver quién se sube a un palco en un acto oficial o por denuncias por corrupción que quedan en una meras declaraciones mediáticas.
Lo cierto es que en el contexto de crisis e inestabilidad económica, con una Ley Bases que ha tenido el acompañamiento de la oposición patronal y un DNU que prácticamente avanza contra todos los derechos laborales de los trabajadores, crece la desocupación y la miseria. Mucha gente se encuentra sin poder acceder a una vivienda, quedando en la calle, y crece la violencia estatal con un tipo de disciplinamiento perverso.
Para poder construir un canal independiente y de lucha contra los sectores que hacen una guerra contra los trabajadores, impulsemos la organización de plenarios de luchadores, asambleas en cada sector de trabajo y estudio, entre ocupados y desocupados, para llevar adelante un plan de lucha que derrote la motosierra de Milei y los gobernadores que no dudan en entregar pueblos y recursos. Vamos por un gobierno de trabajadores.
