En el mes de abril las trabajadoras de casas particulares percibirán el tercer y último tramo del aumento salarial del 28% fijado el año pasado por la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares dirigida por el Ministerio de Trabajo.

Mientras que la canasta básica de alimentos es de $23.885 y la canasta total -para no caer por debajo de la línea de pobreza- ascendió a $57.015, según las cifras del Indec, el salario de una trabajadora de casa particular que integre la categoría 5 (categoría que ocupan el 73% del total de trabajadoras) quedará en $23.337 ($183,50 la hora) con retiro, y en $20.987 ($171 la hora) sin retiro. Por su parte, las trabajadores que se encuentren en la cuarta categoría recibirán la suma mensual de $26.007 ($206 la hora) con retiro, y $23.337 ($183,50 la hora) sin retiro.

La suba constaba de tres cuotas: 10% a cobrar en diciembre del 2020, 8% en febrero 2021 y 10% en abril 2021. Esta medida involucra a un universo compuesto por un millón y medio de trabajadoras (el 22% de las asalariadas del país), las cuales seguirán padeciendo salarios de indigencia.

Como vemos, el gobierno nacional, que se jacta de incluir políticas con perspectiva de género en su gestión, permite que avance la inflación -proyectada en un 50% para este año- mientras fija un aumento salarial ruinoso para el gremio más feminizado de Argentina; es decir, condena a la indigencia a una de cada 5 trabajadoras de este país. Como si esto fuera poco, el 76,8% de las trabajadoras de casas particulares lo hace en la informalidad con un ingreso promedio de $15.000. Esta ausencia de derechos ha dado lugar a que se perdieran alrededor de 200.000 puestos de trabajo en el servicio doméstico durante el 2020 en el país.

Este cuadro de situación ha suscitado la organización creciente de un gremio sumamente golpeado, como lo es el de trabajadoras de casas particulares. Desde la Agrupación de Trabajadoras de Casas Particulares en Lucha hemos impulsado cinco movilizaciones al Ministerio de Trabajo desde que comenzó la pandemia, para reclamar por nuestros derechos laborales, movilizaciones que son las primeras en las que las trabajadoras organizadas son las protagonistas algo que en el pasado no había ocurrido nunca de la mano de ninguno de los sindicatos que se apropian de la representación en el gremio.

Resulta fundamental seguir desarrollando medidas de lucha, en función de exigir un aumento de emergencia del 100%, imprescindible para recomponer el poder de compra de un salario que ha quedado pulverizado frente al aumento del costo de vida. Planteamos también que se termine con la informalidad laboral, se reincorporen todas las despedidas y se implementen protocolos que no nos expongan al contagio. Vamos por todo lo que nos corresponde.