Sindicales

6/12/2020

Paritaria de UOM: una nueva entregada de Caló que consolida la miseria

Distintos portales de noticias presentaron el último acuerdo suscrito por Antonio Caló y algunas cámaras empresarias – Adimra (la mayoritaria), AFAC (autopartistas), Camima (pymes industriales), Afarte (terminales electrónicas de Tierra del Fuego), Caiama (aluminio) y Fedehogar (electrodomésticos) – como una “paritaria récord del 39,6%”.

Los ajustes comenzarían a pagarse recién en enero de 2021: un 25% más la incorporación al básico del 4, 6% correspondiente a los 6 mil pesos del bono del segundo semestre de este año, y el 10% restante en febrero.

El acuerdo no incluye a las poderosas empresas siderúrgicas cuyos trabajadores siguen reclamando la reapertura mediante movilizaciones, petitorios y otras acciones, como en Siat, Siderca y Acindar.

Por otro lado porcentajes se aplican a los básicos de abril de este año; es decir que el 2020 se cierra con “cero aumento”; este sí un verdadero “record”. La incorporación al básico de los seis mil pesos el año próximo los excluye del cálculo de aguinaldo y vacaciones (incluso en aquellos pocos casos en los que, por acuerdos internos, ya se están percibiendo).

Se consolida de esta forma una colosal pérdida del poder adquisitivo de los metalúrgicos. Agreguemos que los convenios de suspensiones pactados de manera inconsulta implicaron pérdidas de entre el 30 y el 50 % del sueldo (solo se cobró el proporcional del bono no remunerativo). En esos casos los sueldos promediaron los 30 mil pesos.

El 39,6, que sigue estando por detrás de la proyección inflacionaria que se encuentran en el orden del 42%, va a llevar a un operario especializado a recibir menos de 40 mil pesos mensuales de bolsillo, 7.216 pesos por debajo de la canasta básica total (se es pobre debajo de 47.216  pesos  según el  Indec – Infobae, 4/12).

La Nueva Normalidad es flexibilidad

Al derrumbe salarial hay que sumarle los despidos – masivos en los sectores de tercerizados y contratistas o bajo la forma de “retiros voluntarios” de los grupos de riesgo- y las suspensiones, en empresas que siguieron funcionando con protocolos confeccionados por las patronales (a la medida de sus necesidades productivas y no de la saludad de los trabajadores). En este contexto de golpes y desorganización sindical el avance de la flexibilidad laboral fue la norma: banco de horas, distribución de puestos para cubrir las suspensiones, recarga de tareas, etc. Este es el piso de la Nueva normalidad que pretende instaurarse, con el silencio cómplice o directamente el visto bueno de Caló y el resto de la directiva.

Está realidad  ha generado un clima de rechazo y bronca generalizado, que también se expresa de manera abierta en asambleas, piquetes o  movilizaciones – como en el caso de Siderca o Tenaris – y  del aguerrido conflicto de GRI Calviño. En este último caso, con mayor claridad incluso que en otros, se observan las maniobras de la directiva seccional del Barba Gutiérrez en combinación con el Ministerio de Trabajo de Kicillof, para frenar la lucha.

Es saludo de Caló en la reciente conferencia industrial de la UIA y su presencia en el asadito de la CGT con Alberto Fernández, demuestran que ante el rechazo creciente de los metalúrgicos su orientación es profundizar su alianza con las patronales y el Gobierno.

La respuesta de la base debe ser impulsar más autoconvocatorias, asambleas y congresos de delegados, para poner en pie un plan de lucha por el salario, en defensa del convenio y por todos los reclamos postergados. Y construir agrupaciones clasistas y listas independientes de la  para intervenir en las elecciones seccionales y de cuerpos de delegados que se avecinan. La burocracia sindical es incompatible con las reivindicaciones más elementales.