Sociedad

23/1/2025

Milei se inspiró en Trump y prepara una ley contra los migrantes

Con argumentos xenófobos, busca obstaculizar la obtención de la residencia argentina.

«No me llames extranjero, traemos el mismo grito
El mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
Desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras
Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan
Los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños
Los que inventaron un día, esta palabra, extranjero» Rafael Amor.

El carácter reaccionario y antiobrero de un gobierno puede medirse fácilmente por el grado de persecución a los migrantes que este desenvuelve. Resulta que el Ejecutivo está elaborando un proyecto para restringir la entrega de residencias a extranjeros, lo cual nos remite a las campañas de tinte xenófobas impulsadas bajo la última dictadura militar. Va en sintonía con los dichos estigmatizantes vertidos por Milei en el Foro de Davos, donde habló de «hordas de inmigrantes que violan, abusan y matan ciudadanos europeos».

Inspirado en el discurso antiinmigratorio de Trump, Milei planea enviar al Congreso durante las sesiones extraordinarias un proyecto para modificar la Ley de Migraciones (25.871), en función de dificultar la obtención de la residencia argentina. A su vez, la reforma migratoria incluiría el arancelamiento de la educación y la salud para los extranjeros. De este modo, abona a la construcción de un «enemigo externo» para dividir a la población trabajadora y justificar sus planes de ajuste.

Esta política tiene muchos puntos de contacto con la legislación sancionada por la dictadura del ´76 respecto a la población migrante. Un artículo publicado por la investigadora del Conicet, Lucila Sabrina Nejamkis, remarca la preocupación de Videla y compañía en disciplinar a la sociedad proyectando en el imaginario colectivo «una ´esencia´ del hombre argentino: blanco, cristiano, occidental, hombre, adulto, propietario. La contraposición es ese ´otro´, cuyo asidero no sólo era el subversivo, sino también el inmigrante».

En ese sentido, «las investigaciones que han analizado en profundidad las políticas migratorias de este periodo (Novick, 1986; Pérez Vichich, 1988; Sassone, 1987; Olego de Campos, 1990) coinciden en caracterizarlas como altamente restrictivas respecto al ingreso de inmigrantes limítrofes, ampliatorias de las capacidades del Poder Ejecutivo para expulsar población y cada vez más controladoras».

A fin de moldear ese «ser nacional» homogéneo, el gobierno de facto sancionó el Decreto 3.938/77, que delineaba políticas nacionales en materia de población. Uno de los objetivos explicitados en su articulado era el de «elevar la calidad de su población en cuanto a cultura, salud, educación y capacitación, eficiencia económica y espíritu de empresa y otros atributos, preservando la unidad y los valores nacionales», junto con la «organización de un régimen de ingreso que permita la adecuada selección y encauzamiento de los inmigrantes de países limítrofes». Una mirada absolutamente eurocéntrica y discriminatoria hacia los inmigrantes latinoamericanos.

En la misma línea apuntaron el reemplazo de la Ley N°346 de Ciudadanía y Naturalización por la de Ley N°21.795 en 1978; o bien, el Decreto-Ley N°22.439 de migraciones y fomento de la inmigración de 1981. Ambas normativas otorgaban «prioridad a los inmigrantes europeos con la pretendida justificación de mantener la composición étnica del país». Cabe destacar que este andamiaje jurídico, de raigambre profundamente racista, se mantuvo intacto durante los gobiernos constitucionales posteriores, hasta el año 2003, cuando se dictaminó la actual Ley de Migración, que ahora el gobierno libertario pretende reformar.

No es casualidad que Milei decida emprender una cruzada contra los inmigrantes de países limítrofes en momentos donde arrecian los despidos en la industria y la construcción como resultado de sus políticas recesivas. El modelo migratorio expulsivo impuesto por la Junta Militar también coincidió con un proceso de desindustrialización y desempleo estructural encabezado por Martínez de Hoz. Sucede que es completamente funcional a la clase dominante y sus partidos que los trabajadores nacidos en Argentina culpen a los extranjeros del aumento de la desocupación y eximan a los capitalistas y al Estado. Finalmente, la xenofobia es un recurso ideológico muy valioso para el capital a la hora de dividir a los explotados. Cuanto mayor es la ofensiva antiobrera en curso, más apela el poder a esta retórica fascista.

A su vez, al obstruir el acceso a la residencia argentina, el gobierno busca aumentar la cantidad de inmigrantes en situación irregular, a quienes se les pagan los peores sueldos. De ese modo, las patronales lograrían abaratar el costo de la fuerza de trabajo, presionando a la baja los salarios de todos los trabajadores, sean extranjeros o no. Como vemos, esta diatriba forma parte del plan de flexibilización laboral hacia el conjunto del movimiento obrero que está en el centro de la agenda de Milei y los empresarios.

Por otro lado, volver a la carga con el arancelamiento de la salud y la educación para extranjeros, pretende justificar el brutal ajuste que está aplicando el gobierno en ambas áreas. Se señala a los inmigrantes como los beneficiarios de un gasto estatal supuestamente «excesivo», y, de esa manera, los utilizan de chivo expiatorio para desfinanciar hospitales y universidades, lo cual termina perjudicando a toda la población. Por otra parte, el oficialismo usa al colectivo migrante como excusa para avanzar en la privatización completa de la salud y la educación. Además, los promotores de esta demagogia reaccionaria omiten que los inmigrantes también sostienen con sus impuestos (el IVA, sin ir más lejos) dichas instituciones públicas y, a través de su trabajo, contribuyen a crear riqueza en este país.

Otro aspecto de la reforma en ciernes es que asocia la inmigración a las actividades ilícitas con el objetivo de legitimar una mayor presencia de las fuerzas represivas. Por eso, los trascendidos periodísticos que refieren al tema mencionan que «la Casa Rosada planea además reforzar el control fronterizo en el norte», o bien, que «la reforma migratoria que preparan en Balcarce 50 forma parte de una política restrictiva que el Ejecutivo busca impulsar para prevenir la llegada de enemigos extranjeros al país». Incluso, se extrajeron declaraciones del entorno gubernamental afirmando que «nuestro alineamiento internacional a favor de Israel nos lleva a tomar más precauciones ante las amenazas de Irán” (TN, 23/1).

Más allá de lo disparatado que puedan sonar esas afirmaciones no dejan de revestir un enorme peligro. La militarización de la frontera con Bolivia, en el marco del Plan Güemes, ya provocó el asesinato del trabajador de frontera Fernando Gómez a manos de la Gendarmería, al cual Bullrich intentó presentar como un trofeo de la «lucha contra el narcotráfico». Demonizan a los migrantes para promover un reforzamiento represivo, cuya finalidad principal es la de sofocar las protestas sociales. El reciente DNU que repone a las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad interior se inscribe dentro de este objetivo.

Tampoco debemos tomar a la ligera la alusión a Israel. Si llevamos ese razonamiento hasta el final podríamos concluir que el gobierno de Milei tiene en sus planes legalizar la deportación de aquellos que alzan la voz contra el genocidio sionista en Palestina. No sería extraño que cometa semejante atropello a las libertades democráticas, teniendo en cuenta que a poco de asumir insinuó con aplicar de facto una «Ley de Residencia» contra los compañeros migrantes que integran las filas del movimiento piquetero; amenazó con expatriarlos por participar de la marcha del 20 de diciembre, pasando por encima de todas las garantías constitucionales.

Son rasgos propios de un gobierno autoritario y represivo que busca instrumentar un cambio de régimen político en función de barrer con los derechos civiles y materiales de la clase trabajadora. Milei viene por todo, es necesario enfrentarlo con la unidad de los trabajadores en las calles, rechazando todos los intentos de fragmentarla por razones de etnia o nacionalidad.

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