Sociedad
21/7/2025
Superbacterias, o el capitalismo como fábrica de pandemias
Informes alertan sobre los crecientes riesgos sanitarios y sociales de la propagación de organismos resistentes a los antibióticos.

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Las superbacterias son microorganismos resistentes a los antibióticos.
El aumento de la propagación de superbacterias –microorganismos resistentes a los antibióticos– se convirtió en un importante tema de abordaje en los círculos de investigación científica a nivel internacional. Su profundización podría derivar en la emergencia de una nueva pandemia de dimensiones impredecibles, con millones de muertes y catástrofes sociales y económicas. Es un horizonte probable, sobre todo en momentos en que los gobiernos del mundo avanzan en recortes a los presupuestos de salud y promueven políticas que contribuyen a la existencia de este fenómeno.
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es producida por el uso excesivo de antibióticos. En la producción agrícola-ganadera (aves de corral, cerdos, lácteos), en sistemas intensivos, los capitalistas los aplican en animales en condiciones de hacinamiento y estrés para evitar brotes y/o aumentar su explotación y productividad. El móvil es la sed de ganancias. El uso de antibióticos para impulsar el crecimiento se prohibió en la Unión Europea en 2006; fuera de la UE, utilizarlos en animales sanos es una práctica establecida. En América Latina, fundamentalmente en Argentina y Brasil, su uso se ha extendido en los feedlots; en nuestro país, una lucha popular impuso la prohibición de las salmoneras en Tierra del Fuego, industria destructora de ecosistemas caracterizada por el uso de antibióticos.
La utilización de antibióticos en la producción es también un factor de contaminación ambiental. A esto se suma su uso en el terreno de la salud humana. En este contexto, los microorganismos se adaptan, generando resistencia a los antimicrobianos. El Center For Global Development, tras realizar un estudio sobre 122 países, registró un alza en las tasas de resistencia. El microbiólogo español Bruno González Zorn, que participó en un estudio promovido por instituciones de investigación de España, Francia, Reino Unido, Países Bajos y Australia, alertó sobre la propagación de un gen bacteriano conocido como npmA2.
Su aparición en hospitales y granjas en al menos seis países (Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Australia, China y Francia) generó temor porque podría tornar incurables algunas de las infecciones más comunes y porque "ha cruzado fronteras mediante un mecanismo inusual de resistencia que puede transferirse entre distintos grupos de bacterias". Se halló, por ejemplo, en una bacteria relacionada con infecciones intestinales graves y frecuentes en entornos hospitalarios (El País, 17/7). Sobre este gen y las superbacterias en general, los expertos advierten que, si continúan propagándose, el planeta podría ir hacia un retroceso civilizatorio: una simple infección devendría en mortal.
La Organización Panamericana de la Salud señaló que, sin una respuesta "mundial, conjunta y sistematizada", la RAM podría ser la primera causa de muerte a escala planetaria y una fuente de futuras pandemias. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud indicó que, para 2050, las muertes asociadas a la RAM se duplicarían, ascendiendo a 10 millones –superando las relacionadas con patologías oncológicas–, y que la esperanza media de vida se reduciría en 1,8 años. Cada año se producen 1,3 millones de muertes directamente atribuibles a bacterias resistentes –en la última década, uno de cada cinco fallecidos fue menor de 5 años– y 5 millones de muertes indirectas. Según la Organización Mundial de Sanidad Animal, "los patógenos resistentes a los medicamentos podrían poner en peligro la seguridad alimentaria de más de 2000 millones de personas en el mundo".
En este marco, los gobiernos capitalistas del mundo están recortando los presupuestos de salud, ciencia y programas de ayuda exterior, lo que limita aún más su capacidad para enfrentar el problema. El primer ministro británico, Keir Starmer, anunció un ajuste sobre el fondo Fleming, destinado a combatir la resistencia antimicrobiana en países de ingresos bajos y medios. En Estados Unidos, Trump confirmó un recorte de aproximadamente 9 millones de dólares al presupuesto de ayuda exterior. El francés Macron y su primer ministro Bayrou lanzaron un plan de recortes de 44.000 millones de euros que afectará gravemente la atención en salud. El gobierno alemán de Friedrich Merz se prepara para seguir un camino similar. Todos buscan ahorrar dinero para pagar deudas públicas, rescatar a capitalistas en crisis, y, sobre todo, financiar la guerra imperialista.
En Argentina, la autoridad regulatoria de la Ley Nacional de Prevención y Control de la Resistencia a los Antimicrobianos es la ANMAT, cuyos fondos están siendo afectados por el plan motosierra de Javier Milei. La política del régimen libertario es enfrentada por los trabajadores del Garrahan y del sector científico, que vienen realizando jornadas de lucha para reclamar aumentos salariales y presupuestarios. Milei es tributario y defensor del orden social que genera pandemias, desastres ambientales y penurias inauditas para los trabajadores a la vez que se erige como un límite brutal para hacerles frente.
Como quedó demostrado durante la pandemia de Covid-19, el régimen social capitalista –con su propiedad privada sobre las patentes y la privatización de la investigación científica– constituye un obstáculo para afrontar catástrofes de este tipo. En la era del agotamiento histórico del capitalismo, marcada por la agudización de los conflictos comerciales y militares, el desarrollo científico está más orientado a la producción de armamento convencional y nuclear de altísima tecnología que al avance de la investigación médica o al desarrollo de métodos de producción ambientalmente sustentables.
Una vez más: socialismo o barbarie.
