La rebelión norteamericana, tras el ataque a Jacob Blake

Tercera jornada de protestas y 2 muertos en Kenosha

Los siete balazos por la espalda que recibió el joven afroamericano Jacob Blake, a tan solo tres meses del crimen de George Floyd, han profundizado el odio contra el gatillo fácil y la represión estatal en los Estados Unidos. Por tercera noche consecutiva, se produjeron manifestaciones en Kenosha, Wisconsin (donde Blake fue atacado), reprimidas por la policía en un accionar mancomunado con grupos milicianos, según registran algunos videos.

Dos manifestantes fueron asesinados y un tercero herido por quien los medios locales identificaron como el vigilante de una estación de servicio, que portaba un rifle. Aún no está claro si esta persona integraba dichas milicias [ndR: las informaciones posteriores sindicaron al tirador como Kyle Rittenhouse, un joven ultraderechista de 17 años que escapó de la escena del crimen bajo la mirada cómplice de la policía].

Para sofocar la movilización popular, el gobernador demócrata Tony Evers impuso el toque de queda y el estado de emergencia en Kenosha, además de desplegar 250 efectivos de la Guardia Nacional en la localidad. Mientras hacen declaraciones de condena de la brutalidad policial para la tribuna, los demócratas reprimen a la par de los republicanos de Donald Trump. Esto ya se había visto durante el desalojo de la zona autónoma de los manifestantes de Seattle, ordenado por una alcaldesa de ese mismo partido.

El ataque contra Blake echó fuego a la rebelión norteamericana, con nuevas protestas de varios centenares de personas en Minneapolis (la ciudad donde murió Floyd), Portland, Seattle, Nueva York, Los Angeles y Louisville. Los objetivos de las manifestaciones son principalmente los edificios de gobierno y los edificios policiales, que en algunos casos terminan en llamas.

La furia popular apunta al racismo de las fuerzas de seguridad. De acuerdo a distintas investigaciones (Washington Post, ONG Mapping Police Violence), los hispanos y negros tienen dos y tres veces más posibilidades de ser abatidos por la policía. Al mismo tiempo, se repudia la impunidad: según la BBC (4/6), por cada 1000 personas que mueren a manos de la policía, solo 7 agentes son acusados de homicidio y apenas 2 o 3 condenados. El sistema judicial norteamericano otorga amplias atribuciones a las fuerzas represivas, lo que hace extremadamente difícil lograr una condena.

La movilización popular es también la expresión de un malestar acumulado ante el crecimiento del desempleo y la pobreza, cuando Estados Unidos se ha transformado en uno de los centros de la pandemia y de la crisis capitalista.

El gobierno de Trump y los gobiernos estaduales apelan a la represión para tratar de frenar la lucha popular. El descomunal despliegue represivo en Kenosha viene precedido del envío de fuerzas federales contra las manifestaciones de Portland por parte de Trump, quien llamó a poner fin a “ese nido de terroristas”. Las fuerzas de seguridad reprimen y realizan allí arrestos sin identificación.

La rebelión y la convención

La propia convención republicana, aún en desarrollo, se ha transformado en un espacio de ataques contra los luchadores y la izquierda. Entre quienes tomaron la palabra se encuentra una pareja de St. Louis, Missouri, que amenazó con un rifle semiautomático a manifestantes que reclamaban justicia para George Floyd. “Los radicales no están contentos con solo marchar en las calles. Quieren tomar los pasillos del Congreso. Quieren poder” (La Nación, 26/8), denunció uno de ellos. En la convención abundan las advertencias contra el socialismo y el comunismo. Donald Trump Jr dijo en su discurso que “es casi como si esta elección se perfilara como iglesia, trabajo y escuela contra disturbios, saqueos y vandalismo” (ídem), procurando al mismo tiempo asociar a los demócratas con las protestas y erigir al gobierno en el baluarte del orden. Pero lo cierto es que los demócratas vienen reprimiendo las protestas en los distritos que gobiernan, de manera brutal, e incluso Joe Biden llegó a recomendar que en vez de disparar a la cabeza, las fuerzas de seguridad disparen a las piernas.

Más allá de que muchos de los ataques macartistas de la convención republicana están dirigidos a los demócratas por una cuestión electoral, las bravuconadas contra el socialismo y el “vandalismo” grafican un temor de fondo a la radicalización política de las masas.

El mensaje derechista que emana desde el poder político es el caldo de cultivo para la operación de grupos milicianos de extrema derecha. Hace aproximadamente quince días, en Georgia, estos realizaron un acto en tributo a la Confederación esclavista frente a uno de los monumentos que aún quedan en pie y que son blanco de la ira de las marchas antirracistas. En Kalamazzo, Michigan, integrantes de los Proud Boys -ondeando banderas norteamericanas y de Trump- chocaron con una contramanifestación antifascista. También hubo confrontaciones en Portland.

Fuera Trump

Tras sufrir los siete disparos, Blake se encuentra hospitalizado en estado crítico. Su familia reclama que los policías sean expulsados de la fuerza y juzgados. La repercusión por su ataque ha llegado inclusive a la NBA, donde diferentes jugadores y entrenadores expresaron su repudio en declaraciones periodísticas. Algunos medios señalan que hubo una reunión de 80 jugadores en que se discutió la posibilidad de no disputar los partidos, iniciativa que finalmente no prosperó [ndR: al día siguiente, el miércoles, finalmente se paralizó la NBA y siguieron el mismo camino el baseball y el fútbol]. Uno de los equipos, sin embargo, los Lions de Detroit, canceló uno de sus entrenamientos.

Para llevar a la victoria la rebelión norteamericana y echar a Trump, es necesario superar la política de los demócratas, que buscan transformar la lucha en un apéndice de la candidatura de Biden, al tiempo que defienden la preservación de las fuerzas represivas cuestionadas por la rebelión.

En solidaridad con la rebelión norteamericana, el Frente de Izquierda – Unidad se concentrará este jueves frente a la sede de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina (Amcham).