Internacionales
23/1/2025
Una Alemania en crisis se acerca a elecciones adelantadas
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Olaf Scholz, canciller alemán.
Alemania, el gigante europeo, se encuentra bajo el fuego cruzado de una crisis política que no para de escalar y de una recesión económica a la que algunos analistas han definido como “estructural”. El canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, perdió una moción de confianza y habrá elecciones anticipadas en un contexto en el que la ultraderecha se posiciona como una de las fuerzas con mayor intención de voto. El telón de fondo de esta situación es la crisis del régimen capitalista, que está provocando sacudones sobre todos los países del mundo y se agravará como consecuencia de la política que aplicará Donald Trump para revertir el declive de Estados Unidos como potencia hegemónica.
Crisis política y elecciones anticipadas
La crisis política en Alemania se profundizó en noviembre tras el colapso de la coalición gubernamental del semáforo –formada por el Partido Socialdemócrata (SPD), los Verdes y los liberales (FPD). Se vino a pique cuando Scholz despidió al ministro de Finanzas, Christian Lindner (FPD), debido a una disputa en torno a cómo hacer reflotar la economía germana. El canciller y sus socios verdes eran partidarios de levantar el techo que limita el endeudamiento al 0,35% del PBI. Más tarde, en diciembre, Scholz perdió una moción de confianza y se allanó el camino hacia la convocatoria de elecciones anticipadas, que se realizarán el 23 de febrero.
El gobierno alemán se fue desgastando por su incapacidad para pilotear la crisis, atender las necesidades sociales del conjunto de los trabajadores, y fundamentalmente por su política de apoyo al eje Otan-Ucrania en la guerra que desenvuelve contra la Rusia de Putin, que es vista con mucho recelo por la población. Scholz puso en marcha el mayor programa de rearme de la historia de Alemania y su ministro de Defensa, Boris Pistorius, acaba de anunciar que el presupuesto militar podría aumentar hasta alcanzar el 3% del PBI (Infobae, 18/1).
No por nada, entonces, han crecido partidos que aparecen como opositores a la guerra, estos son, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y la “izquierdista” Alianza SahraWagenknecht (BSW). AfD, que sin embargo sostiene que es necesario reforzar las capacidades de las Fuerzas Armadas alemanas, es la segunda fuerza con más apoyo electoral; según una encuesta realizada por el instituto Insa, tiene un 21% de intención de votos. En tercer lugar se encuentra el SPD, con un 16%, y luego los Verdes, con un 13%. Más atrás se sitúan BSW, que registró un alza en posibles votos, y Die Linke, que alcanza un 4%.
Las encuestas las lidera la coalición conservadora constituida por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), con un 29% de intención de votos. Entre otras cosas, propone una política dura contra los migrantes, reforzar el apoyo a Ucrania –incluso enviando misiles Taurus, lo que viene siendo rechazado por Scholz–, mantener el “freno a la deuda” e ir hacia un recorte de las prestaciones sociales.
El avance de AfD, que explota a su favor el hastío de sectores de la clase obrera y de la pequeño burguesía con la crisis reinante, no asegura su llegada al gobierno, puesto que Alemania cuenta con un régimen parlamentario que promueve la formación de coaliciones, que este partido no está claro que pueda poner en pie.
“Recesión estructural” y bancarrota capitalista
El descalabro político hunde sus raíces en la crisis económica en la que está hundida la economía alemana. Según cifras oficiales, en 2024 se contrajo por segundo año consecutivo y las exportaciones se redujeron pese al incremento del comercio mundial. El año anterior pasó por lo mismo, como producto de la guerra en Ucrania, que privó a la industria alemana de la energía barata proveniente del Kremlin. La burguesía alemana enfrenta un panorama sombrío; las automotrices están en crisis y vienen perdiendo terreno frente a sus competidores chinos fuera de Europa –y al interior del gigante asiático, donde Mercedes Benz y Volkswagen obtienen el 30% de sus beneficios.
La industria química también sufre los coletazos de la crisis, como lo demuestra la situación de Basf. El aumento de los costos de energía, consecuencia de la guerra, provocó un cimbronazo en el mundo de los negocios de la burguesía alemana. La principal potencia de Europa se ha vuelto muy dependiente de Rusia y China, y eso ha intensificado las contradicciones que la corroen. Con Moscú ha visto disminuir su intercambio en materia energética. El régimen chino está inmerso en una crisis económica de alto voltaje y no puede oficiar como dínamo de la economía alemana. El Brexit también ha aportado condimentos explosivos a la debacle de Alemania, cuyas exportaciones al Reino Unido se redujeron fuertemente después de su consumación.
En este marco muchas empresas están bajando sus persianas, deslocalizando su producción hacia Estados Unidos y al este y el sur de Europa. Volkswagen anunció el cierre de fábricas y despidos masivos, lo que provocó una reacción de los trabajadores. La tasa de beneficio capitalista en Alemania se ha estancado, como señala el economista británico Michael Roberts (Sin Permiso, 31/12/2024). Por eso las empresas son reacias a invertir. Al calor del incremento de la crisis social, el consumo ha caído. Los salarios reales se mantuvieron en la primera mitad de 2024 en niveles más bajos que en 2019, al igual que en otras potencias como Francia, Italia y Reino Unido. Los jóvenes deben destinar el 40% de sus alicaídos ingresos en gastos de vivienda. Asimismo, el 40% de las personas sin hogar alojadas en centros de asistencia el año pasado tenía menos de 25 años (UDGTV, 17/1). El desempleo, por su parte, se situó en un 6,1%; el nivel más alto en cuatro años. El Bundesbank ha señalado que el empleo podría seguir reduciéndose en los meses de invierno.
El futuro por venir, como se ve, no es para nada alentador. Según la Ocde, Alemania crecerá más lentamente que cualquier otra nación industrializada en 2025. El Bundesbank prevé que el PBI se expanda en torno a un pequeño 0,1%. Y algunos analistas han dicho que el estancamiento podría prolongarse hasta casi una década. A esto hay que sumarle las contradicciones que añadirá a la economía alemana y a la economía mundial la política de guerra comercial –y de guerra en sí– que prometió llevar adelante Trump. Alemania exporta el 28% de su producción y los aranceles pueden reducir su crecimiento en un 1,6% del PBI. No por nada ciertos economistas de la burguesía han dicho que Alemania va hacia una recesión estructural.
Según el Instituto de Macroeconomía e Investigación Económica, la política arancelaria del gobierno republicano pondría en peligro directamente 300.000 puestos de trabajo. El Instituto Prognos señaló que un total de 1,2 millones de puestos de trabajo alemanes dependen de las exportaciones a Estados Unidos. Trump apunta a someter a los países europeos haciendo primar los intereses de la burguesía norteamericana. Es una competencia a muerte por el copamiento del mercado mundial para sacar a la economía capitalista de su impasse mortal. En este contexto se inscriben las guerras imperialistas en Europa y en Medio Oriente. Trump, con su promesa de abandonar la Otan si sus países constituyentes no aumentan radicalmente los presupuestos de guerra, busca profundizar las divisiones en el seno de la UE –que, además, alberga países de buenos lazos con Rusia, como Hungría. Y Alemania ha sido el país que más dinero desembolsó en esa empresa.
Perspectivas
Los trabajadores alemanes están dispuestos a luchar contra los capitalistas y sus gobiernos, que buscan descargar la crisis del sistema sobre sus espaldas. Así lo han demostrado los de Volkswagen, Audi, Amazon, Lufthansa, IG Metall, los maquinistas y los de otros gremios que han ido a paros y medidas de acción el año pasado en defensa del salario y sus condiciones de existencia. Es necesario construir una fuerza revolucionaria en Alemania que dirija esa bronca por la vía de la pelea por un gobierno obrero y socialista, que es lo único que puede abrir un norte progresivo para el pueblo alemán y para los pueblos de Europa y del mundo entero.