En una entrevista realizada en el subte por una movilera del programa “Bien de Mañana”, conducido por Fabián Doman, al matrimonio formado por Kantuta Killa y Wari Rimachi, “abuelos” de la comunidad originaria Ayllu Mayu Wasi, ubicada en la localidad bonaerense de Villa Martelli, se pudo observar una reacción en tono burlón de parte de los panelistas, la movilera y el conductor, frente a la respuesta en su idioma originario.

“La discriminación, la xenofobia, nos llega a todos, todas (…) Cuando los saludamos en quechua se empezaron a reír de nosotros y a decir cosas horribles”, declaró la mujer. “Intentaron apurarnos con la palabra. Como diciendo ‘cuál es la lengua de los indios’, ‘a ver cómo habla el indio’, prepoteándonos con esa forma, con ese lenguaje peyorativo, riéndose realmente de nuestra cultura que nosotros llevamos con mucho orgullo”.

Este hecho de discriminación con tono racista, que generó repudio en las redes sociales, es un episodio dentro de un largo discurso discriminador reproducido por los medios de comunicación, pero que surge esencialmente desde el Estado y sus partidos, y que es funcional a la división de los trabajadores.

Es de público conocimiento que no está incorporada en la educación pública de las localidades en donde habitan pueblos originarios, la enseñanza de los idiomas originarios, que son parte de la cultura en distintas regiones del país. Es el Estado el que no garantiza el respeto y la conservación de la cultura de los pueblos, y de esta forma favorecen un discurso discriminador y racista.

Es este mismo discurso el que fue utilizado por todos los partidos capitalistas durante la campaña electoral, para generar una grieta entre los trabajadores contra el movimiento piquetero que se organiza y lucha contra el ajuste. La discriminación a los trabajadores migrantes y los prejuicios contra quienes perciben asistencia social, fueron la base de una campaña de odio desarrollada por Milei, pero también por Bullrich y por Tolosa Paz, candidata de Massa.

La ideología reaccionaria de las clases dominantes se adjudican una superioridad, cuando son las responsables del fracaso que ha llevado a la mayoría de la población a una situación de pobreza y miseria. Los trabajadores debemos repudiar estos hechos de discriminación y racismo.

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