Editorial
A dónde va la Argentina luego del triunfo de Milei y la devaluación de Massa y el FMI
Seguir
Edición: Prensa Obrera
El rutilante triunfo de Javier Milei ha dejado expuesta la crisis de fondo del régimen actual y la distancia que separa a los partidos y fuerzas tradicionales con la población en general y con los sectores más explotados en particular. Por este motivo, el triunfo de una fuerza de derecha, lejos de abrir un cuadro de estabilidad política y económica para la propia clase capitalista, ha agravado los factores de crisis y división a su interior. La paliza recibida por el gobierno lo deja aun en peores condiciones para hacer frente a una bancarrota económica de magnitud, que amenaza con transformarse en el preludio de una hiperinflación que afectaría de un modo decisivo la gobernabilidad. La devaluación que acaba de ejecutar, cumpliendo un compromiso secreto asumido con el FMI, no solo es un factor de agravamiento de la crisis económica, sino que condiciona fuertemente la posibilidad de revertir la derrota electoral sufrida en las Paso. El salto inflacionario que se prevé golpeará duramente a los sectores populares y actuará desmoralizando aun más a la propia base del gobierno.
Derrota conjunta de las fuerzas tradicionales
La contracara de la elección del “libertario” es la derrota sin atenuantes de los partidos tradicionales de la clase capitalista. A pesar del enorme aparato de gobernadores e intendentes, y del respaldo cerrado de todas las fracciones de la burocracia sindical, la candidatura de Massa logró superar apenas el 20% de los votos (sobre el total del padrón su voto representa un 14%). En ese sentido, lo sucedido el domingo debe entenderse como un capítulo decisivo en el retroceso histórico del peronismo. El kirchnerismo, que quiso neutralizar este retroceso apelando al ala derecha del actual gobierno, terminó mordiendo el polvo de la peor manera. La pérdida de la gobernación de Santa Cruz es vista por muchos como el final del propio kirchnerismo en tanto fuerza política. El haber reemplazado a Wado de Pedro por Massa no le permitió siquiera morir con las botas puestas. Massa no fue capaz siquiera de ganar las Paso en el municipio de Tigre y en la provincia de Salta, gobernada por su amigo Gustavo Sáenz, Milei cosechó un 50% de los votos.
La derrota del peronismo solo es comparable con la que sufrió Juntos por el Cambio. Hace solo unos meses atrás la coalición macrista estaba llamada a sustituir al Frente de Todos en el gobierno con el apoyo casi unánime de los distintos sectores capitalistas. Pero el resultado cosechado representó un revés enorme, que lo deja aun en peores condiciones que al peronismo para afrontar las elecciones generales de octubre. Patricia Bullrich carece de un ángulo movilizador para enfrentar el ascenso de Milei y, a la vez, esta tiene menos posibilidades de ser la que le pueda ganar a Massa las elecciones de octubre, ya que como candidata quedó en tercer lugar y con dificultades para sumar los votos de su rival en las Paso, Horacio Rodríguez Larreta. La derrota política de Juntos por el Cambio no se ve aminorada siquiera por el triunfo que obtuvo CABA, la plaza central del PRO. Con el 50% de los votos obtenidos, CABA ya le dio al macrismo todo lo que le puede dar. Y la candidatura de Jorge Macri, por su perfil derechista y represor, carece de las características básicas para movilizar a un electorado contra Milei.
La catástrofe electoral de las fuerzas tradicionales, sin embargo, no debiera sorprender. Ante los ojos de la población son los responsables conjuntos de un país quebrado, endeudado y empobrecido, con un crecimiento enorme del narcotráfico y sus secuelas inevitables en la inseguridad ciudadana. El asesinato de la niña Morena en Lanús a manos de una banda lumpen dejó expuesto que el municipio que maneja el candidato a gobernador de Bullrich y la provincia en manos del peronismo son una gran zona liberada por el propio aparato del Estado (policía, Justicia, poder político). Había pasado otro tanto cuando fue asesinado un chofer en la línea 620 en La Matanza. La golpiza que los choferes le dieron a Berni frente a las cámaras de TV anticipaba la golpiza que los partidos tradicionales sufrieron en las elecciones de este fin de semana.
Milei no nace de un repollo
Luego del resultado electoral muchos analistas y también dirigentes políticos salieron a sorprenderse porque haya ganado las elecciones Paso un candidato extravagante, tanto por sus características personales como por sus planteos políticos reaccionarios. Sin embargo, este análisis pasa por alto que la mayor parte de sus planteos no nace de un repollo, sino que está presente en buena medida en los programas de todas las fuerzas capitalistas y que fueron aplicados en la década del ‘90 por el propio peronismo en el poder. Después de todo la llamada “dolarización”, que fue el caballito de batalla de Milei en la campaña electoral, tiene su antecedente en la convertibilidad de Menem y Cavallo, cuando el Banco Central fue reducido a una caja de conversión manejada por el capital financiero internacional que se llevaba un seguro de cambio gratuito. Otro tanto sucede con la privatización de la salud y la educación que pregona el “libertario”. ¿O no han sido los gobiernos con su política de desfinanciamiento de la educación y la salud públicas los responsables tanto de su estado avanzado de privatización como de desprestigio ante amplios sectores populares?
El “giro a la derecha” que se verificó en estas elecciones es el resultado final de una orientación de toda la clase capitalista y sus partidos contra la clase obrera y los sectores populares. Hasta Grabois, que sirvió como pata izquierda del peronismo para contener a los descontentos con Massa, hizo su campaña basada en terminar con la “industria del juicio”, un eslogan de la Unión Industrial y de toda la clase capitalista para poner fin a las conquistas en materia laboral de los trabajadores. Máximo Kirchner, por su lado, no tuvo empacho en llevar como su segunda candidata en la lista de diputados de provincia de Buenos Aires a la ministra Tolosa Paz, que por su política y sus declaraciones bien podría ser ministra de Desarrollo Social de un eventual gobierno de Javier Milei.
Todas las listas de las fuerzas capitalistas hicieron su eje en terminar con el movimiento piquetero. Mientras Milei prometía meter presos a los líderes piqueteros y su bufón porteño Ramiro Marra armaba un “movimiento antipiquetero”, Bullrich hacía spots contra los piquetes y Larreta premiaba a Gerardo Morales con la candidatura a vicepresidente, luego de que el gobernador jujeño reprimiera salvajemente a su pueblo. Pero el peronismo aquí tampoco sacaba los pies del plato. No solo Tolosa Paz aplicaba el ajuste desde su ministerio. La propia Cristina Fernández de Kirchner llamaba a terminar con las organizaciones sociales pasando la administración de los planes a los intendentes del conurbano, una propuesta idéntica a la de Milei.
El peronismo pavimentó el triunfo de Milei no solo con sus acciones por derecha sino también por “izquierda”. Sucede que las medidas de intervención del Estado que tomó el gobierno concluyeron en todos los casos agravando la crisis y la desorganización económica. El gobierno lanzó el programa “Precios Cuidados” y terminó en la inflación más alta de los últimos 30 años. Implementó un cepo cambiario y los dólares no solo se siguieron fugando, sino que se desdobló de hecho el mercado de cambios con cotizaciones alternativas que superaban en un 100% al valor del dólar oficial, o anunciaban una ley de alquileres y se hacía imposible alquilar. La intervención desquiciante de un Estado capitalista llevó a un amplio sector popular a comprar el libreto “libertario” de las privatizaciones. El llamado “Estado presente” del kirchnerismo fue la mejor campaña ideológica para pavimentar un giro subjetivo a la derecha.
La mala elección de la izquierda
La izquierda en general y el Frente de Izquierda en particular hicieron una mala elección. Esta caracterización no surge tanto de una comparación con elecciones precedentes, sino del hecho evidente que el repudio a las fuerzas políticas tradicionales fue canalizado por la derecha y no por la izquierda. El costo de oportunidad ha sido altísimo. Los motivos que las cosas hayan transcurrido de este modo son de distinto tipo. Las causas principales son de orden objetiva, y en esa medida independientes de la propia izquierda. No caben dudas que, durante el último período, y aun más pandemia mediante, el clima dominante en el movimiento popular fue de pasividad. La reactivación económica al concluir la cuarentena se basó en una mayor superexplotación de la fuerza de trabajo, que agravó las desigualdades al interior de las propias filas de los trabajadores. Mientras el llamado sector formal (los trabajadores registrados) tuvo paritarias manejadas por la burocracia en las que quedó algunos puntos por debajo de la inflación, en los trabajadores precarizados el derrumbe social y de sus condiciones de vida se agravó de modo notorio. En estos sectores, especialmente en la juventud, fue donde Milei consiguió más votos. El clima de pasividad y contención impuesta por la burocracia sindical fue un factor importante para que el descontento popular se canalizara por derecha.
Dicho esto, la izquierda cometería un grave error si no indaga en su propia política. El Partido Obrero viene planteando desde hace mucho la necesidad de que el Frente de Izquierda juegue un papel relevante en la organización popular y de lucha contra el gobierno. Para poder canalizar y expresar la bronca popular contra el régimen antes debíamos ser el canal de esa bronca en las calles, en las fábricas, en las barriadas populares y en los establecimientos educativos. Las elecciones no son como la presentan los liberales, el terreno donde el pueblo elige libremente. Lejos de eso, están condicionadas por la relación de fuerzas establecida por las clases sociales en la propia lucha cotidiana. Para que el trabajador vote siguiendo su interés de clase antes debe actuar en ese sentido en la vida cotidiana, empezando por su lugar de trabajo. Este planteo elemental, sin embargo, no prosperó dentro del FIT-U donde se impuso una orientación electoralista y prokirchnerista. La falta de una delimitación estratégica de la izquierda con el kirchnerismo, en momentos donde éste es visto como uno de los principales responsables de las penurias de la población trabajadora, facilitó la tarea de los “libertarios” de canalizar la bronca por la derecha. En el mismo sentido operaron las declaraciones permanentes de Myriam Bregman en favor de Cristina Fernández de Kirchner. Que la figura con mayor instalación dentro del FIT-U haya asumido esa posición pública fue un factor adicional de bloqueo para la izquierda.
Lejos de una pelea por candidaturas, el debate al interior del FIT-U puso de relieve cuestiones de orden estratégico. La falta de una delimitación de fondo con el kirchnerismo no solo obedeció a una especulación electoral, sino que remite a divergencias sobre el Estado capitalista. En un artículo de balance electoral el editorialista de La Izquierda Diario, Fernando Rosso, cuestiona al gobierno de Alberto Fernández por aplicar un “estatismo blando”. De ahí se deriva naturalmente que la izquierda quiere un “estatismo duro”, una crítica similar a la que realiza Guillermo Moreno al actual gobierno, calificándolo como “socialdemócrata”. La crítica socialista debe poner el acento no en cuán fuerte es el estatismo sino en su naturaleza de clase. El socialismo es la gestión obrera de la economía en manos de un Estado de trabajadores, y no un estatismo extremo en manos de una burocracia capitalista.
La confusión ideológica y el oportunismo ante el kirchnerismo fueron de la mano con darle la espalda al movimiento que más desafió la parálisis y la contención, que fue el movimiento piquetero. En estas condiciones nuestra decisión de ir a las Paso no respondió a un cálculo electoral, ya que era obvio que partíamos de una menor instalación pública, sino que respondía a una necesidad política de la propia izquierda y de la vanguardia obrera y popular. No es casual tampoco que esta vanguardia se sumó mayormente a nuestra lista, sea como candidata o sea para impulsar la campaña. El magro resultado obtenido muestra la profundidad del trabajo que resta por hacer. Los miles de compañeros y compañeras que participaron activamente en la campaña dejan, en una contabilidad alternativa, un saldo favorable. Son el gran ariete para intervenir en la nueva situación política que se ha creado.
Qué hacer
El triunfo de Milei en las Paso impacta de modo desigual en el pueblo argentino. Mientras capas populares muy amplias lo votaron con entusiasmo, entre los sectores más politizados hay una verdadera conmoción por su programa abiertamente reaccionario. Se nota ya un estado deliberativo de cómo vamos a enfrentar esta situación. Aunque Massa y el peronismo quieren valerse de esta conmoción para ganar votos para su candidatura, lo cierto es que la devaluación que acaba de ejecutar el gobierno, en acuerdo con el FMI, implica un golpazo a los trabajadores que lo inhibe para ser el canal de resistencia a la derecha fascistoide. ¿Vamos a enfrentar a Milei en una alianza reforzada con el FMI? Este debate elemental se plantea entre los trabajadores y la respuesta suena más que obvia. Debemos alertar que la burocracia sindical querrá valerse de la amenaza de Milei para paralizar aún más a los trabajadores y frenar toda respuesta y demanda frente a la devaluación ejecutada. Nuestra denuncia ante esto debe ser tajante: debemos denunciar que dejar pasar un ataque a los trabajadores es, otra vez, allanar el triunfo a la derecha.
Si las elecciones nunca fueron el recurso para frenar efectivamente a la derecha, mucho menos lo puede ser ahora cuando el FIT-U acaba de realizar una magra elección. Nuestro llamado a votar por la lista que encabezan Bregman y Del Caño debe integrarse a un planteo más general de lucha y de acción directa contra la fuerza derechista de Milei y contra el nuevo ataque al pueblo llevado adelante por el gobierno del Frente de Todos en acuerdo con el FMI. La izquierda debe refutar los planteos libertarios para buscar a sectores populares que votaron por su lista y por sobre todas las cosas promover la acción directa, aprovechando el estado deliberativo y la conmoción que se ha creado. En términos prácticos esto implica dirigirnos al conjunto del pueblo, más allá de su posición electoral, planteándole que es hora de tomar la iniciativa. Debemos promover asambleas en los lugares de trabajo, de estudio y en las barriadas populares para pasar a la acción.
¿Milei quiere privatizar el Conicet? Entonces respondamos con asambleas de los científicos para rechazar sus planes y exigir ahora mismo un aumento de salarios y del presupuesto ¿Milei quiere avanzar contra la universidad pública? Entonces realicemos asambleas en las facultades para denunciar sus planes y reclamar ya mismo una reparación salarial y presupuestaria ante la devaluación confiscatoria ¿Milei quiere despedir empleados públicos? Exijamos ya mismo el pase a planta permanente de todos los trabajadores, para evitar que se repita la experiencia de despidos masivos de contratados realizado por el gobierno de Macri. Este método vale para el movimiento de la mujer, ante la provocación anunciada por Milei de querer convocar un plebiscito para anular el aborto legal, para lo cual se va a apoyar en las iglesias que han sido reforzadas por este gobierno.
Toda la situación plantea la necesidad de la intervención de los trabajadores. Para ello, junto a la convocatoria y las autoconvocatorias en los lugares de trabajo, planteamos como salida de conjunto la necesidad de un Congreso de todos los sindicatos y organizaciones sociales con mandato de asambleas y el reclamo de un paro nacional y un plan de lucha. Esta acción de lucha debe ir acompañada de un programa enunciado frente a la emergencia nacional: fuera el FMI, reapertura de las paritarias, indexación mensual de acuerdo al costo de vida de salarios, las jubilaciones y planes y beneficios sociales, basta de saqueo capitalista, no al pago de la deuda externa, nacionalización de la banca y del comercio exterior.
La nueva situación que se ha creado le ofrece a la izquierda la posibilidad de estrechar lazos con el pueblo, para superar el aislamiento relativo en la que se encuentra, tal como se ha constatado en la elección. La condición para aprovechar esta nueva posibilidad es huir del faccionalismo electoralista y sumergirse en un fuerte trabajo de organización del pueblo para enfrentar la ofensiva capitalista.
https://prensaobrera.com/politicas/por-que-gano-milei-y-como-lo-enfrentamos-sintoniza-el-debate-con-gabriel-solano-y-vanina-biasi-en-twitch
https://prensaobrera.com/politicas/el-significado-de-milei-y-el-fracaso-de-la-democracia