Políticas

21/6/2022

CFK propone más recesión para cumplir con las metas del FMI

La expresidenta promovió un endurecimiento del cepo como medida para frenar el "festival de importaciones" y contribuir al acopio de divisas.

Cristina Kirchner en la CTA

Tras la polémica salida de Matías Kulfas del gabinete, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner reapareció públicamente este lunes en el plenario de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), en Avellaneda, con un discurso que hizo referencia a los problemas más urgentes que tiene actualmente el gobierno: la falta de dólares y las dificultades del Banco Central para acumular reservas. Allí, la expresidenta promovió un endurecimiento del cepo como medida para frenar el “festival de importaciones” y contribuir al acopio de divisas, lo que profundizará la tendencia recesiva.

Si bien formalmente, desde el gobierno, descartaban añadir nuevas trabas a las importaciones, sus funcionarios, en distintas declaraciones, continúan dejando entrever que avanzarán en esa dirección. El propio Scioli dijo al respecto que “se asignarán prioridades para administrar las reservas”, y, a su turno, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, habló de “sintonía fina” para que las mismas no superen los USD 6.500 millones mensuales (en mayo fueron de USD 7.800 millones).

CFK cuestionó los mecanismos que utilizan las patronales para hacer negocios redondos con la brecha cambiaria, ya que pueden dolarizarse a la cotización oficial acumulando stock en sus importaciones, sobrefacturando las mismas y subfacturando las exportaciones. Sin embargo, su discurso es ante todo una defensa de las metas fondomonetaristas en materia de acumulación de reservas y política monetaria, a costa de la economía nacional. Nada dijo la vice acerca de la fuga de divisas por el pago puntual de la deuda, cuando al día siguiente se concretaba otro pago al FMI por 2.700 millones de dólares, ni del financiamiento de la corrida cambiaria a base de dilapidar reservas.

Finalmente, cumplir con los vencimientos fue la razón de ser del cepo que instauró en su segundo mandato. Lo prueba su nueva crítica apuntada al grupo de Paolo Rocca: “¿Por qué no le dijeron a la empresa Usiminas (donde participa Techint) que le pida un préstamo al BNDES en vez de conseguir los dólares al tipo de cambio oficial de $ 127?”. Es un paso atrás de lo que reclamara en Chaco, sobre “colocar la línea de producción de chapa del gasoducto Néstor Kirchner en Argentina”.

La crítica de la expresidenta es incoherente y no plantea ninguna salida, porque finalmente abulta la deuda externa del país y no cuestiona la total privatización del comercio exterior. Esas son las vías principales por las que se concreta la fuga de capitales. Solo mediante la nacionalización del comercio exterior bajo control obrero y la apertura de los libros de la industria es que puede haber un registro fidedigno de las necesidades de importación y de sus costos, e incluso encarar un plan real de sustitución de importaciones invirtiendo la renta diferencial de los productos de exportación en un desarrollo de la industria nacional.

CFK acoge los reclamos del FMI a fuerza de agravar la recesión, por la falta de insumos industriales que deben importarse, cuando además el gobierno viene subiendo la tasa de interés a niveles usurarios encareciendo enormemente el consumo y prácticamente anulando el crédito comercial e industrial. Lo peor es que estas medidas tampoco logran contrarrestar las presiones devaluatorias del mercado, que son cada vez más irrefrenables dado que el BCRA no acumula reservas a pesar del ingreso récord de divisas por el auge exportador.

Esa liquidación récord del sector responde únicamente al boom de los precios internacionales, dado que las cantidades exportadas están en los niveles más bajos de los últimos cinco años, por menor productividad y por el acopio de granos. Con la retención de la cosecha toma fuerza el reclamo de devaluar la moneda, ya instaurado a su vez con la reciente venta masiva de bonos CER y la consecuente suba de los dólares financieros.

El oficialismo es consciente que un salto abrupto del dólar oficial encierra un potencial hiperinflacionario que agravaría el descontento popular, así como también los choques al interior de la propia clase capitalista justo porque encarecería abruptamente los insumos importados y pondría al rojo vivo la cuestión de las tarifas, por ejemplo. Por lo demás, ni siquiera serviría para licuar la deuda en pesos, porque en gran medida esta se encuentra indexada a la inflación o linkeada al dólar.

Estamos frente a un gobierno completamente acorralado, que no solamente agrava las contradicciones descriptas y alimenta la recesión, intentando contener una disparada del tipo de cambio, sino que carece de los recursos para sostener esa tarea en el tiempo. Sumado a que sigue virtualmente vedada la posibilidad de endeudarse en dólares dado que el riesgo país está por las nubes debido a la bancarrota estatal, fruto de la incesante fuga de capitales, y el panorama mundial no ayuda: asciende el precio internacional de la energía y demás insumos de importación (lo cual se conjuga con la huelga de inversiones local) y sube la tasa de interés de la Reserva Federal estadounidense, promoviendo un repliegue de los capitales colocados en los países emergentes.

Los trabajadores no podemos seguir pagando los costos de este descalabro. Debemos arrancar desde las bases un paro nacional y un plan de lucha en defensa de nuestras condiciones de vida y construir una alternativa política propia que pelee para que la crisis la paguen los capitalistas.