El prontuario de la Daia
El atentado a la Amia, la banalización del antisemitismo y el lobby represivo en Argentina.
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Rubén Beraja, extitular de la Daia.
Como parte de las presiones del sionismo para acallar toda voz que se pronuncia contra el genocidio al pueblo palestino, la Daia salió a repartir acusaciones de antisemitismo. Después de cruzar a la Cancillería afirmando que el Estado de Israel tiene derecho a bombardear centros de refugiados, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas puso la mira en las organizaciones populares, pidiendo que la UBA instaure el delito de opinión para sancionar a las agrupaciones de izquierda que expresan su solidaridad con la causa palestina, o que el Ministerio de Educación de Santa Fe censure un material pedagógico elaborado por la docencia del sindicato Amsafe Rosario para debatir el tema en las aulas. En suma, quiere una férrea regimentación ideológica por parte del Estado, al servicio del sionismo. Pero antes de levantar el dedo acusador, la Daia debería recordar que tiene las manos manchadas.
La Daia se arroga la representación de la colectividad judía en el país, cuando en realidad excluye taxativamente la afiliación de toda institución no sionista. Es decir que la igualación entre antisionismo y antisemitismo la consuma, en primer lugar, marginando a organizaciones de la propia comunidad judaica. En este artículo nos vamos a centrar en una de las mayores afrentas a los judíos argentinos perpetrada por esta dirigencia, siguiendo los designios de Israel.
La Daia fue parte del entramado de encubrimiento del atentado a la sede de la Amia, gracias al cual se van a cumplir tres décadas de la más absoluta impunidad, ya que no hay un solo condenado. Cuando fue volada la mutual de instituciones judías ubicada en la calle Pasteur, el titular de la Daia era Rubén Beraja, un activo colaborador del entonces gobierno de Menem e íntimo amigo de Carlos Corach, quien fuera secretario de Legal y Técnica y luego ministro de Interior en los ’90. Los tres, junto al juez federal Juan José Galeano y el jefe de la Side Hugo Anzorreguy, terminaron sentados en el banquillo de los acusados por haber coimeado al acusado Telleldín para orientar su declaratoria, en lo que fue parte de las operaciones de desvío de la investigación con pistas falsas, destrucción de pruebas y otros artilugios.
La propia Daia se quejó mucho tiempo después, al morir el expresidente Menem, porque “falleció amparado hasta el último día por sus fueros de senador que impidieron que estuviera preso. Nunca pagó por su responsabilidad en el encubrimiento del atentado“. Pero lo que vale para el gobierno vale para la propia dirigencia de la Daia, que siguió abonando a todas las maniobras de impunidad que bloquearon la indagación de la llamada conexión local del atentado, saludó la absolución de Beraja y se plegó a las disputas judiciales del macrismo y el kirchnerismo en la causa por el Memorándum con Irán sin el más mínimo interés en esclarecer el siniestro que se cobró 85 vidas el 18 de julio de 1994.
Esta traición a la colectividad judía argentina no solo quita autoridad a la Daia para acusar quién es antisemita -según su conveniencia-, sino que fue perpetrada especialmente a cuenta de Israel y Estados Unidos. Por eso, en lugar de investigar qué pasó, se dirigió toda la causa a intentar probar una injerencia iraní. Vemos que es corriente la utilización del combate al terrorismo como carta de presión del imperialismo, tal como ocurre hoy con las condenas a Hamas para justificar el exterminio al pueblo palestino.
Esto fue denunciado incansablemente por Apemia, la Asociación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la Amia. En un comunicado difundido el año pasado, en ocasión de un nuevo aniversario del atentado, sentenciaron que la fiscalía rechazaba toda prueba sobre la conexión local y especialmente del Estado para orientar la investigación a terceros países: “Si los documentos oficiales desmienten y no se ajustan a sus viejas teorías, los descartan. Esconden los papeles, dificultan su entrega y análisis. Bajo responsabilidad del procurador y su Secretaría contra el Terrorismo, la fiscalía se está vaciando de objeto y personal para transformarse en un ‘observatorio’ de los movimientos migratorios de los iraníes, al servicio del Mossad y el FBI”. También denunciaron en todo momento la complicidad de la Amia y la Daia.
En conclusión, fue siguiendo los intereses de la política internacional del sionismo que se enterró toda posibilidad de esclarecer la verdad de lo sucedido en la voladura de la sede mutual. Es una muestra de lo infame que resulta que ahora la Daia se dedique a tildar de antisemita a quienes no solo denunciamos hoy el genocidio en Palestina, sino que estuvimos desde el primer día en las calles acompañando las marchas contra el atentado a la Amia y luchando contra la impunidad. Estos acusadores prefirieron cerrar filas con un régimen de servicios que evitó salir a la luz del día.
El porqué la Daia le dio semejante puñalada por la espalda a la comunidad judeoargentina tiene también, por supuesto, un componente de clase. Mientras presidía la entidad, Beraja manejaba además el Banco Mayo, que fue llevado a la quiebra en octubre de 1998 tras una operación de vaciamiento a través de autopréstamos gracias a la complicidad del gobierno, que le daba créditos con tasas subsidiadas desde el Banco Central. Es decir, estuvieron con Menem como dirigentes capitalistas de las instituciones israelitas. Beraja estuvo un cuarto de siglo imputado en una causa penal por eso, y nuevamente volvió a quedar impune. De esta madera están hechos los dirigentes del sionismo en Argentina, y así han apoyado feroces ataques al pueblo por parte del poder de turno.
Es que quien avala la barbarie de Israel contra el pueblo palestino, en nombre de su “derecho a la defensa”, alega lo mismo para el Estado argentino… contra el pueblo argentino. Tal vez el caso emblemático sea Claudio Avruj, que fue varios años director ejecutivo de la Daia hasta que se integró al gobierno porteño de Macri, y luego fue su secretario de Derechos Humanos de la Nación, puesto desde el cual se dedicó a apoyar el 2×1 para liberar a los genocidas de la dictadura. Esos represores desaparecieron y torturaron con especial saña a más de 1.500 judíos. Una perlita: ahora Avruj llama a votar a Milei, mientras sus diputadas electas reivindican a reconocidos nazis en redes sociales o su referente en materia educativa enaltece a la Gestapo.
Por eso es importante denunciar que esta campaña de acusaciones de la Daia, que banaliza el antisemitismo, tiene objetivos concretos. Su vicepresidente primero, Marcos Cohen, salió a alertar que Hamas prepara ataques en otras regiones del mundo y que Argentina es vulnerable porque sus fronteras son un colador. Con esto agitan la aplicación de la Ley Antiterrorista hacia quienes, como los estudiantes de la UBA o los docentes de Amsafe Rosario, se manifiestan -como millones en todo el mundo– contra las masacres de Israel. Vemos que la promesa de Massa de incluir a Hamas como organización terrorista no es un tiro al aire. Hoy, que tanto se debate sobre las libertades democráticas, urge repudiar esta ofensiva.
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