Políticas
8/8/2025
¿En qué se van los dólares de las reservas?
El enorme endeudamiento externo solo financia el pago de intereses y la fuga de capitales.

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Desde que asumió Milei se fugaron U$S 34.378 millones.
La insostenibilidad del andamiaje económico de Milei se refleja en particular en la presión devaluatoria y la crisis de reservas que azota al Banco Central. El tipo de cambio pisado y la apertura del cepo aceleró la fuga de divisas, sumado a la sangría de dólares que significa el pago de la deuda externa, tanto pública como privada. Eso se cubre con más deuda, preparando las condiciones para una nueva quiebra.
La corrida cambiaria de las últimas semanas fue síntoma de las dudas que recorren al mercado sobre la capacidad del gobierno de intervenir en caso que el dólar supere el techo de la banda. Sucede que las reservas del BCRA se encuentran en rojo como resultado de la constante fuga de capitales, a la cual las políticas del oficialismo no hacen más que favorecer.
Según un informe del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), elaborado en base a datos oficiales, entre diciembre 2023 y junio 2025, se fueron nada menos U$S 34.378 millones de las reservas. De ese monto, U$S 14.097 millones se destinaron al pago de intereses de deuda externa pública y U$S 2.097 millones estuvieron dirigidos al pago de intereses de deuda externa del sector privado. Por otra parte, la dolarización de excedentes privados ascendió a U$S 16.838 millones y la desinversión extranjera sumó otros U$S 1.346 millones.
Como vemos, buena parte de la riqueza del país va a parar al bolsillo de los bonistas y del Fondo Monetario, a través del rescate de esa hipoteca usuraria. Las multinacionales también despluman las reservas del BCRA mediante el fraude de los autopréstamos; tal es así, que el 54% de la deuda externa privada fue contraída con empresas del mismo grupo. A lo anterior debemos sumarle la descapitalización de los inversores extranjeros y la mayor demanda de divisas por el auge del turismo emisivo y de las importaciones -esto último incentivado por la apreciación cambiaria.
Este esquema de saqueo termina de completarse cuando reparamos en que los propios capitalistas nativos que fugan divisas son los mismos que hacen negocios con la deuda externa argentina. Sin ir más lejos, según la consultora LCG, una parte del pago a los bonistas privados, que se efectuó el 9 de julio, fue a parar a cuentas locales, engrosando los depósitos en moneda extranjera por U$S 1.200 millones. La burguesía nacional, lejos de estar interesada en el desarrollo de Argentina, lucra con el endeudamiento que hunde la país.
Hasta los propios funcionarios del gobierno son agentes de la fuga. El ministro Federico Sturzenegger, según su declaración jurada, tiene el 95% de su dinero líquido afuera del país y el 97% de sus inversiones financieras en títulos de deuda pública argentina, cuya cotización favorece cada vez que ejecuta alguna medida de ajuste contra el pueblo. Luis Caputo, por su parte, declaró que dos tercios de su patrimonio está radicado en el exterior; el mismo que alentaba a la clase media a "deshacerse de los dólares guardados en el colchón" mantiene los suyos bien atesorados en cuentas off-shore.
Frente al estado calamitoso de las reservas como resultado de este drenaje, el gobierno pretende hacer frente a los próximos vencimientos de deuda externa contrayendo nuevos préstamos en moneda extranjera. Sin embargo, las dificultades que encuentra para acceder al mercado de crédito internacional a causa de su insolvencia acrecientan la posibilidad de terminar en un default. Al mismo tiempo, el oficialismo busca recabar divisas otorgando nuevas concesiones a los pulpos extractivistas, como lo muestra la baja de retenciones al agro y la eliminación de las mismas a las mineras.
Tamaña precariedad económica hace tambalear la bicicleta financiera de la cual pende la gestión libertaria. Vale decir que el eventual estallido de esa burbuja especulativa supone un salto cambiario de enorme magnitud que traerá consecuencias aún más ruinosas sobre los trabajadores. Importa, entonces, organizarnos en cada lugar de trabajo para defender nuestros ingresos y condiciones laborales.
Salir de esta crisis, en términos que resulten positivos para las mayorías populares, implica romper con el FMI, repudiar la deuda externa fraudulenta y cortar con la fuga de capitales bajo todas sus formas mediante la nacionalización bajo control obrero de los pilares económicos del país, como la banca y el comercio exterior. Son los cimientos de un programa de transformación integral que solo podrán y querrán llevar adelante los trabajadores cuando se erijan como alternativa de poder.

