Políticas
5/12/2024
Flybondi: pasajeros a pata, negocios en bicicleta
Cancelaciones permanentes y precarización en la lowcost que es el paradigma de Milei y Sturzenegger.
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Avión de Flybondi.
Tras reprogramar más de 70 vuelos, este fin de semana Flybondi se transformó en el máximo exponente de cancelaciones y demoras en el rubro. La aerolínea lowcost, favorecida por la política de apertura de los cielos promovida por Milei, perjudicó a más de 12.000 personas y quedó en el ojo de la tormenta. En el marco del escándalo, el gobierno, cuyos integrantes a menudo se muestran enemigos del intervencionismo estatal, se vio empujado a intimar a la empresa a presentar un plan para reducir las cancelaciones.
A Flybondi ya se la conocía por prestar un servicio con deficiencias de todo tipo; solo rompió un nuevo récord. Lo acontecido el fin de semana resonó mucho más en la opinión pública porque el gobierno nacional viene de protagonizar una pulseada contra Aerolíneas Argentinas, empresa que busca privatizar. Solo en noviembre, de 1.991 vuelos 384 fueron cancelados –un 20%–, y más de 700 habrían sido reprogramados. Las filas de pasajeros afectados por el mal funcionamiento de la aerolínea –que denunciaron, además, demora en la entrega de equipajes– saturaron las terminales de recepción, cuyos trabajadores no dieron a basto.
La patronal de Flybondi salió a desentenderse de los problemas, señalando que tuvieron su origen en “cuestiones operativas vinculadas a la disponibilidad de la flota”. Los problemas, en realidad, son el producto de una política más amplia que los dueños de la aerolínea aplican para llenar sus bolsillos de mucho dinero. Flybondi se caracteriza por tener controles laxos –no contempla tiempos de contingencia y la higienización de los aviones es superficial–, una planta de trabajadores ultraprecarizados y por ofrecer poca seguridad y garantía a sus pasajeros –suelen alquilar aviones usados, etc. En septiembre, además, fue habilitada para brindar servicio de handling a otras aerolíneas.
Todo esto, junto a las exenciones impositivas que recibe, le permite a la patronal ofrecer un servicio barato y a la vez obtener ganancias importantes. Esas ganancias son utilizadas a menudo para hacer otro tipo de negocios: los vinculados a la especulación financiera. Las lowcost cubren sus dolarizados costos pidiéndole divisas al Banco Central y al tener sus sedes fiscales en el exterior “hacen negocios financieros con el dólar que el Estado les da a través del contado con liqui o bonos de deuda” (Página 12, 7/1). La “joda” de los patrones de Flybondi la pagan los pasajeros.
En semana santa, Flybondi canceló 22 vuelos, convirtiéndose en la aerolínea que más vuelos suspende en todo el mundo junto a Genghis Kan Airlines, que tiene base en Mongolia. La aerolínea encabeza el podio de las peores aerolíneas del planeta. En octubre pasado, un avión de la empresa sufrió una falla mecánica en la plataforma del aeropuerto de Neuquén; ante la falta de mecánicos propios en esa provincia, Flybondi debió acudir a Aerolíneas Argentinas para ir a buscar a sus técnicos. Por otro lado, a principios de noviembre, un avión tuvo un caótico aterrizaje en el Aeroparque; las imágenes mostraron en su momento cómo impactó fuertemente contra el suelo y cómo su piloto tuvo que realizar maniobras para evitar volcar.
Uno de los incidentes más graves tuvo lugar hace un tiempo en el aeropuerto de Iguazú, cuando un despegue debió ser cancelado debido a un “tailstrike” –contacto anormal de la cola con la pista. Un informe de la Junta de Seguridad del Transporte reveló que “la aeronave estaba desbalanceada y que nadie se había percatado de que los pasajeros estaban mal distribuidos dentro de la cabina” (Tiempo Argentino, 17/4). La patronal llegó a despedir a un técnico por denunciar que un avión no estaba en condiciones de volar. Un fiscal presentó en 2018 una cautelar para que Flybondi cesara sus operaciones hasta que las autoridades realicen una evaluación de la seguridad de la compañía; a pesar de las denuncias y las quejas, reinó la impunidad. En Brasil, asimismo, la compañía fue multada en varias oportunidades por problemas de inseguridad.
El gobierno, promotor de las lowcost, intimó a la empresa a presentar un plan para reducir las cancelaciones. Una medida que probablemente llevó adelante presionado por los empresarios hoteleros y del turismo que salieron a quejarse. Con todo, el negocio de Flybondi pasa justamente por ofrecer ese tipo de servicio precario –defendido por el gobierno. Milei, con su política privatizadora, quiere ir hacia una flybondización de todo el servicio de transporte aéreo que pondría en peligro la vida de muchísimas personas. El gobierno viene de asestarle un golpe a los trabajadores de Aerolíneas, a los que les impuso una reforma laboral reaccionaria –llegó a militarizar el aeropuerto de Ezeiza para cumplir con su objetivo–, y pronto volverá a la carga con más ataques privatistas.