Sin sonrojarse, Javier Milei declaró respecto al alza inflacionaria que “Replicar el mismo número [en enero, en alusión al 25,5% de diciembre] sería un buen dato. Si a eso le sumás que tenemos un arrastre estadístico de, por lo menos, 10 puntos, de ahí para abajo es todo para festejar”. Lo cierto es que los únicos que festejan los efectos del golpe devaluatorio que empujó los precios son las patronales exportadoras y los tenedores de deuda del Tesoro indexada la dólar, mientras que los trabajadores asistimos al derrumbe de nuestro poder adquisitivo.

Con la suba del dólar a $800 en diciembre, sin contar las retenciones, el complejo agroexportador embolsó aproximadamente $1,2 billones extra en ese mes. A su vez, la industria manufacturera obtuvo alrededor de $795 mil millones extra al liquidar sus exportaciones. Las petroleras, por su parte, tuvieron un ingreso extra por la exportación de hidrocarburos que rondó los $309 mil millones. Por otro lado, a raíz de la megadevaluación, la banca y los fondos de inversión vienen  haciendo un gran negocio con los bonos dólar linked, que ya cotizan por encima de su paridad (Página 12, 19/1).

En contraste, como resultado de la escalada de precios luego del salto cambiario, el salario mínimo y el programa potenciar trabajo cayeron 14,8% real en diciembre, según los datos de Cifra, y tendrán un retroceso similar en enero ya que no se avizoran aumentos en dichas remuneraciones. Asimismo, con la inflación del 25,5% de diciembre y la proyección del 25% para enero según el REM, el deterioro promedio de las jubilaciones en esos meses sería del 23%.

En ese sentido, los trabajadores de comercio tuvieron un aumento salarial del 130% en todo el 2023 (contabilizando la reciente suba del 47%), cuando la inflación acumulada del período fue del 211,4%. A su turno, el incremento del 25% en diciembre decretado por Kicillof para los empleados del sector púbico bonaerense, cerró a la baja la paritaria 2023, con aumentos acumulados del 153% para los estatales de la Administración Central, 166% para los auxiliares y 175% para los estatales del área de salud, todos porcentajes  inferiores al índice de inflación del año pasado. Lo mismo podemos decir del aumento del 16% en enero firmado por ATE para los estatales nacionales, cuando, según las consultoras privadas, la inflación del mes oscilará el 20%. Así las cosas, la burocracia sindical y los gobernadores peronistas son cómplices del rodrigazo contra los salarios que impulsa el gobierno nacional.

Lo cierto es que el crecimiento de la brecha cambiaria, la inflación mayorista del 54% en diciembre y las subas en el transporte, prepagas y telecomunicaciones preanuncian que la inflación minorista continuará arrojando guarismos altos en enero. Si bien las consultoras hablan de una leve desaceleración de precios respecto a diciembre, ha sido a costa de un desplome en el consumo debido al deterioro salarial. De hecho, se estima que en enero las ventas en supermercado cayeron 7% interanual. Como vemos, el único “ancla inflacionaria” de Milei es hundir los ingresos populares destruyendo su capacidad de compra.

Sin embargo, productos de primera necesidad presentan aumentos exorbitantes en las góndolas. Cómo señala Ámbito (21/1), en lo que va de enero, los artículos que más se dispararon en los supermercados fueron: la pasta dental (82,5%), el tomate (50%), el arroz (48,4%), el jamón cocido (38%), el shampoo (31,7%), el jabón para la ropa (27%) y la leche (26,8%).

Los tarifazos y la nueva megadevaluación en puertas agravarán el desastre inflacionario actual. Por eso, resulta urgente la pelea por un salario mínimo de $500 mil, apertura de paritarias y aumentos salariales indexados a la inflación mensual. Debemos participar masivamente del paro y movilización del 24 de enero, para que sea el puntapié de un plan de lucha por la recomposición salarial.

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