Políticas
17/12/2025
Editorial
Las inconsistencias de la ofensiva antiobrera del gobierno

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Una lucha tenaz de los trabajadores pondrá de manifiesto las limitaciones del gobierno.
En el mismo momento que el gobierno aprieta el acelerador para avanzar a fondo en la ofensiva antiobrera, salen a la superficie inconsistencias de la política económica que, como mínimo, relativizan la fortaleza que varios opositores le atribuyen a la administración Milei. Ocurre que los cambios anunciados por Caputo en lo referido a las bandas cambiarias y la acumulación de reservas han sido impuestos por los sucesivos fracasos del gobierno, tanto en relación a la reducción de la inflación como a la colocación de deuda para poder afrontar los vencimientos significativos que se acumulan para el año entrante. Estos fracasos sucesivos obligaron a Caputo y Milei a improvisar medidas de urgencia, las mismas que semanas atrás descartaron categóricamente en varias entrevistas.
Devaluación
Una de las medidas más resonantes fue la decisión de ajustar las bandas de flotación de acuerdo al índice inflacionario. El gobierno venía defendiendo a capa y espada el ajuste del 1% mensual de las bandas, pero el crecimiento de la inflación de los últimos meses impuso un cambio de estrategia. Con una inflación que ya marcha al 2,5% mensual, el ajuste anterior agravaba el atraso cambiario y con ello el déficit de cuenta corriente que se convertía en imposible de financiar.
En los últimos días había quedado claro que el gobierno de Trump no estaba dispuesto a seguir usando la billetera para salvar al gobierno, y atrás también había quedado la promesa de un préstamo de 20.000 millones de dólares de un consorcio de bancos encabezado por la JP Morgan. Todos ellos junto con el FMI reclamaban al gobierno que “acumule reservas” para asegurar el pago de los vencimientos de deuda que rondan los 16.000 millones de dólares para el 2026.
El gobierno, para zafar de ese reclamo, quiso recurrir a un endeudamiento en el mercado local, pero también se dio la cabeza contra la pared. Rascando la olla consiguió algo menos de 1.000 millones de dólares a una tasa cercana al 10% anual, es decir por encima del que pagan las provincias y varias empresas. Esta cifra, sin embargo, resultó muy escasa ante los vencimientos de enero superiores a los 4.000 millones de dólares.
Ante esta situación el gobierno decidió proceder a ajustar las bandas siguiendo el índice de inflación y se comprometió a un plan de acumulación de reservas. Ambas medidas, sin embargo, pueden terminar acelerando la inflación, que hasta ahora es el único “activo” del gobierno ante la población. Esto porque la indexación del tipo de cambio puede retroalimentar el aumento de precios y así de continuado. De este modo, en vez de la inflación cero que prometía Milei para el 2026 podemos tener un incremento significativo del costo de vida.
Por otro lado, para llevar adelante la acumulación de reservas el Banco Central deberá proceder a la defenestrada emisión monetaria, que Milei identificó siempre como la causa originaria de la inflación. Caputo ahora busca relativizarlo diciendo que en el corto plazo se aceleraría la demanda de dinero, y que por ese motivo una mayor emisión no impactaría sobre los precios. Como suele decirse, nos permitimos dudar. Si esto no sucediera Milei deberá archivar definitivamente su promesa de prender fuego el Banco Central para volver a las malditas Lebac o Leliq de los gobiernos anteriores, o sea al déficit cuasifiscal.
Aunque muchos adjudican que el FMI impuso estas medidas, lo cierto es que están lejos de la devaluación monetaria que reclama el Fondo y varios sectores capitalistas para hacer frente a las importaciones, en particular a las que provienen de China. El ajuste del dólar según la inflación congela el tipo de cambio en su valor actual, no deprecia el peso frente al dólar. Por lo tanto es muy probable que estas medidas improvisadas terminen siendo solo un episodio de una crisis más amplia, cuyo final sea una devaluación significativa que termine impactando de un modo directo sobre la inflación. El gobierno está buscando dilatar esta decisión por temor a que desestabilicen las paritarias que marchan al 1% mensual desde hace al menos 10 meses, golpeando duramente a los salarios y al consumo interno. Junto con el impacto económico preocupa que pueda despertar un ciclo de luchas obreras en momentos donde el gobierno pretende ir a fondo en su agenda antiobrera.
A las atropelladas
Estas inconsistencias de la política económica de Milei explican por qué el gobierno quiere aprobar en tiempo récord las llamadas “reformas estructurales” en el Congreso. Según ha trascendido, Patricia Bullrich pretende darle media sanción en el Senado a la reforma laboral entre Navidad y Año Nuevo, y en la Cámara de Diputados se apuraron a votar de apuro el Presupuesto 2026. En ambos casos la avanzada libertaria solo es posible con el colaboracionismo explícito de sectores de la llamada oposición, no solo del PRO y la UCR sino también del peronismo. Los gobernadores de Tucumán y Catamarca, que integraron y encabezaron las listas de Fuerza Patria en acuerdo con Cristina Fernández de Kirchner, han decidido apoyar el presupuesto de Milei con su “motosierra” contra los trabajadores, los jubilados, las universidades y la discapacidad.
Con estas reformas, empezando por la esclavista ley laboral, Milei pretende acallar los reclamos de la clase capitalista a favor de una devaluación monetaria y el establecimiento de medidas proteccionistas ante las importaciones chinas. Pero es altamente improbable que la reducción de las indemnizaciones, el banco de horas, la eliminación de la ultra-actividad y los convenios por empresa sean suficientes para darle competitividad a la burguesía nacional contra la competencia extranjera en general y China en particular. Lo que sí podría ocurrir es que el abaratamiento de las indemnizaciones, en un cuadro de quiebra de la industria y caída del consumo y la construcción, produzca un salto significativo en los despidos y en la desocupación, y un mayor retroceso del salario.
Ganar la calle
El reconocimiento de las inconsistencias del gobierno antiobrero tienen una función política precisa: refutar la idea de que enfrentamos a un gobierno fuerte contra el que toda lucha está condenada a la derrota. Lejos de ello, una lucha tenaz de los trabajadores pondrá más de manifiesto las limitaciones de fondo del gobierno libertario y golpeará la confianza que la burguesía deposita en él para avanzar en un programa antiobrero. Se trata, por lo tanto, de llevar la deliberación a los lugares de trabajo, promover asambleas y reuniones, ganar la calle y preparar por esa vía las condiciones para una huelga general. Es el camino que están recorriendo los trabajadores de Portugal que enfrentan con el método de la huelga y los piquetes una reforma laboral de contenido similar a la de Milei.
Es claro, sin embargo, que ni la CGT ni el peronismo-kircherismo tienen ese horizonte en su hoja de ruta. El proyecto alternativo de reforma laboral elaborado por los diputados y senadores que responden a Cristina Fernández de Kirchner no solo carece de profundidad en las medidas que propone, sino que por sobre todas las cosas juega un papel distraccionista en relación a la única tarea seria del momento, que es preparar un plan de lucha y la huelga general. Pretender que este Congreso, copado por Milei y sus cómplices, apruebe una reforma laboral progresiva equivale a una estafa política.
Nuestra participación diferenciada en la movilización de la CGT del 18 de diciembre, con una columna independiente y un documento propio, tiene esta razón de fondo. La burocracia solo aspira a una negociación que le permita salvar sus propios intereses de casta, entregando las conquistas de los trabajadores. La burocracia es enemiga de la huelga general, porque sabe que una acción histórica de los trabajadores no es compatible con el manejo burocrático y mafioso de los sindicatos. En última instancia le teme más a los trabajadores que a Milei.
Las próximas semanas plantean un gran desafío. Promovemos asambleas y deliberaciones en los lugares de trabajo y en los sindicatos. Hay que buscar pronunciamientos por un paro activo urgente y un verdadero plan de lucha, y organizar al activismo en esa dirección, votando un programa contra la reforma laboral, como así también por la recuperación del salario y para enfrentar los despidos y las suspensiones masivas, en la perspectiva de la huelga general.




