Políticas

25/10/2021

Los avatares de Argentina ante la crisis energética mundial

El alza de los precios internacionales de los hidrocarburos pone al sistema energético local en la picota.

Con el precio del barril de petróleo Brent en alza superando los 80 dólares (el doble respecto a un año atrás) y el precio del gas que en Europa rondando los 30 dólares por millón de BTU, un país como Argentina con una formación privilegiada como Vaca Muerta debería avizorar una euforia inversora y productiva. Sin embargo, no hay un boom inversor hidrocarburífero y la producción recién recupera a niveles de hace varios años atrás sobre la base de la superexplotación obrera. Por el contrario, la crisis energética internacional suma presión sobre un esquema local de subsidios y tarifas ya en la picota.

¿Cómo se explica esto? Veamos.

El contexto mundial, la huelga de inversiones

La caída de la inversión, como caracteriza un reciente artículo de Pablo Heller, es el telón de fondo de la crisis capitalista mundial es “la sobreproducción y sobreacumulación de capitales. Hay un enorme capital sobrante que no encuentra una colocación redituable en el campo productivo, lo cual explica la huelga de inversiones productivas que hoy reina en la economía mundial”.

Como se trata de un “commodity” en el caso del petróleo, y aunque no lo sea en el caso del gas, existen determinados mercados importadores que marcan una tendencia en su precio y pulpos gigantescos que influyen decisivamente en la oferta. Una parte del aumento de precios obedece al propio proceso de devaluación del dólar estadounidense por la inflación, pero la huelga de inversiones productivas en la producción de hidrocarburos es verificada.

Según datos de la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos, el mayor productor mundial de petróleo: “la reducción de la producción fue en gran parte el resultado de una caída inducida por los precios en las inversiones petroleras ajustadas y, en menor medida, cortes no planificados” (El Periódico de la Energía, 21/7). Al mismo tiempo, “Nigeria y Angola, los principales exportadores africanos de petróleo, tendrán dificultades para aumentar la producción a sus cuotas establecidas por la Opep hasta al menos 2022 debido a problemas de inversión y mantenimiento” (Ámbito Financiero, 28/9). La guerra comercial también mete la cola, en medio de las reticencias norteamericanas para con Rusia por la efectiva construcción del gasoducto Nord Stream 2 para aumentar su abastecimiento a Europa.

El mercado local

Este contexto suma interrogantes al intento del gobierno argentino de atraer inversiones de las petroleras para incrementar la producción, porque desde el vamos las compañías se fijan en la posibilidad de explotar este alza de los precios internacionales, cuando la comercialización de combustibles en nuestro país ha quedado 30 dólares por debajo.

Un alineamiento del precio en el mercado local con el internacional medido en dólares sería el puntapié para un proceso hiperinflacionario, porque un naftazo recalentaría la suba en toda la cadena y el encarecimiento del gas que es el insumo base de toda la matriz energética nacional implicaría un tarifazo en gran escala de los servicios públicos, cuando el gobierno ya contempla reducir los subsidios al sector del 2,2 al 1,5% del PBI en el Presupuesto 2022. Todo esto se agrava en un cuadro de fuertes presiones devaluatorias.

El secretario de Energía, Darío Martínez, afirmó que “no hay ninguna posibilidad de ir al precio internacional”. Oculta en realidad que hoy en Estados Unidos un litro de gasolina cuesta U$S0,97, mientras que un litro de Infinia diésel en nuestro país tiene un precio de $104, o sea que si tomamos la paridad cambiaria del dólar oficial se ubica en los mismos valores que el mercado norteamericano. A lo que no hace referencia el funcionario es a cuáles son los costos de producción en Argentina, con mano de obra percibiendo salarios bajísimos medidos en divisas.

Para aprovechar el negocio de este alza de los hidrocarburos se debe exportar, pero la producción local choca con la misma huelga de inversiones del resto del mundo: “Solo con una campaña de pozos que compensen la declinación y le permitan mantener su nivel actual de producción, (YPF) está en condiciones de ofrecer un volumen en la licitación (de gas). Tecpetrol, Pampa y Pluspetrol, todas con desarrollos de gas no convencional en Neuquén, también están en una posición similar” (Econojournal, 20/10).

Lejos de perforar para compensar la declinación (los pozos no convencionales declinan muy rápido), ocurre que en Vaca Muerta solo hay en los yacimientos 29 equipos perforadores de los más de 50 anunciados el año pasado. Con lo cual la mayor producción alcanzada camina hacia un techo. Además de que no alcanza a cubrir la demanda energética interna, para afrontar proceso de exportación un no hay ductos suficientes, ni infraestructura de destilación, ni de elaboración de GNL, ni siquiera de una flota de buques metaneros. Sufrimos todos las penurias, pero no estamos en condiciones de anotarnos para las ventajas.

El petróleo es “nuestro”, pero los dólares son ajenos

Apelando a una imagen retórica muy recurrente, el presidente Alberto Fernández ha dicho que si en una puerta giratoria se coloca una piedra que la trabe no puede salir nadie, pero tampoco entrar. Se refirió así al reclamo de las petroleras y el gran capital por una vía para sortear el cepo cambiario como condición para invertir, es decir garantías de que podrán fugar sus dividendos al exterior.

Hacia ello apunta el proyecto de Ley de Hidrocarburos, el cual de aprobarse derivará en que la producción incremental será exportada sin liquidar localmente las divisas obtenidas por las empresas. Pero es una concesión limitada que no satisface a las petroleras, porque el gobierno nacional se encuentra en una encrucijada que pretende superar sin quitar “la piedra”, ya que la prioridad de toda su política económica es garantizar que estarán las divisas para el repago de la deuda al FMI.

Esto muestra que los problemas que afronta la industria energética en nuestro país responde al sostenimiento de todo un régimen de saqueo, que incluye el mantenimiento de YPF como una sociedad anónima que cotiza en la bolsa de Wall Street y beneficios extraordinarios a las Dow Chemical, Chevrón, Exxon, Total, Petronas.

La resolución a esta encerrona debe partir por la apertura de los libros al control obrero, para determinar cuáles son los costos de extracción de los hidrocarburos y de la producción de combustibles y generación eléctrica, para establecer los precios locales en función de sus costos reales. Ello pondría en evidencia la necesidad de nacionalizar toda la industria energética, que hoy goza de millonarios subsidios estatales (uno de los pocos ítems del presupuesto público que crece por encima de la inflación), para emprender un proceso de desarrollo productivo que debe incluir además la nacionalización del comercio exterior, de manera de que sea el país el que se apropie de la renta diferencial respecto de los precios internacionales de los hidrocarburos.

Este planteo solo es defendido por el Frente de Izquierda Unidad, en contraste con la entrega que caracterizó a todos los gobiernos que se sucedieron las últimas décadas, desde el vaciamiento de YPF, la expropiación leonina de Repsol y el pacto Chevron durante el mandato de Cristina Kirchner, hasta la dolarización de Macri y Aranguren, y el actual proyecto de ley del Frente de Todos. Solo hay salida a los efectos de la crisis energética sobre nuestro país con un plan económica de los trabajadores, rompiendo con el FMI y la subordinación al capital imperialista.

Este planteo estará presente en la plaza de la izquierda, la tribuna política que levantará el FIT-U en la Plaza de Mayo el sábado 30 de octubre.