Según un informe del Centro de Profesionales Farmacéuticos (Ceprofar), los medicamentos aumentaron un 146% entre noviembre y febrero, 53 puntos por encima de la inflación general. Esto está provocando, entre otras cosas, que muchas personas dejen de usar medicamentos para enfermedades crónicas y otro tipo de tratamientos complejos, o que Pami reduzca la cantidad de remedios que cubre a sus afiliados. En la Argentina libertaria, el cuidado de la salud se volvió un lujo. Milei gobierna para los laboratorios farmacéuticos, atentando contra la vida de cada vez más trabajadores.

Rubén Sajem, director de Ceprofar, señaló que, en el mes de febrero, los medicamentos subieron casi 3 puntos por arriba de la inflación (15,8% contra 13,2%). Por ejemplo, una caja de Amoxicilina 500mg x21 costaba el 29 febrero unos $6.126, una de Ibuprofeno 600 x20 $8.853, y una de Clonazepam 1mg x60 unos $12.272. Desde un punto de vista más amplio, entre enero de 2023 y febrero de 2024, los precios al público de los medicamentos se incrementaron entre un 344% y un 566% (Clarín, 2/4).

Según la economista Marina Dal Pogetto, desde 2018 hasta febrero de 2024, los salarios privados subieron un 1.500%, el dólar un 2.145%, la inflación general un 2.500% y los medicamentos un 3.477%. Los grandes laboratorios como Bagó, Bayer o Pfizer la vienen levantando en pala y ahora remarcan los precios con la venia del gobierno libertario.

“Se están dejando de usar medicamentos para enfermedades crónicas, para hipertensión arterial, prediabetes, enfermedades metabólicas, disminución del colesterol, tratamientos oftalmológicos”, advirtió Sajem. Este proceso se ha visto reflejado en la caída de las ventas en el rubro Farmacia, que acumula un 35,6% en relación al mismo periodo de 2023 (Redcame, 7/4). Así las cosas, las personas buscan comprar remedios por unidades, sin recetas; o piden a sus médicos un desdoblamiento de las recetas por si no les alcanza el dinero para comprar dos remedios a la vez.

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En este marco, Pami ha reducido la cantidad de medicamentos gratuitos que le ofrece a sus afiliados, que podrán acceder a ellos a través de un copago. Esto no solo tiene que ver con el aumento del precio de los fármacos, sino también con la política de destrucción de los salarios y las jubilaciones y de promoción del trabajo en negro que impulsa el gobierno de Milei. Es que el Pami se financia con los aportes que se descuentan del haber básico, que tiende a ser cada vez más bajo. Todo esto, asimismo, tiene lugar en medio de un aumento de las cuotas de las prepagas y en momentos en los que el gobierno se niega a avanzar en una política de prevención de enfermedades.

Milei está desarrollando una política prolaboratorios. A modo de ejemplo, con el DNU 70/2023 habilitó que los médicos puedan incluir una sugerencia comercial junto al nombre del fármaco que recetan (las grandes empresas cuentan con la espalda financiera suficiente como para contratar planteles de visitadores médicos afines), suprimió una ley que promovía el abastecimiento del sistema público de salud con medicamentos y vacunas a bajo costo, y recortó los fondos destinados a subvencionar la producción pública de medicamentos.

Esto va de la mano del intento gubernamental de favorecer los negocios de Farmacity y del resto de las grandes cadenas. Mientras beneficia a estos sectores capitalistas, se apresta a profundizar sus ataques contra los trabajadores farmacéuticos y de la salud en general.

El DNU también habilita que los auxiliares de despacho (que no cuentan con título de farmacéutico) puedan despachar recetas médicas, cuando la ley solo los autorizaba a recetar productos de venta libre. De este modo, las farmacias pueden contratar personal menos calificado (por un salario mucho menor) para que realice las tareas de un profesional. Los partidos opositores capitalistas, que podrían voltear el DNU en Diputados pero no lo hacen porque buscan pactar con el gobierno, son cómplices de toda esta situación.

Los trabajadores debemos irrumpir en el escenario político con un programa propio. Para defender la salud de la mayoría de la población hay que expropiar y poner bajo control obrero toda la industria farmacéutica (esto permitiría ver los costos reales y comercializar los productos en función de las necesidades sociales de la clase trabajadora y no del lucro privado capitalista) y nacionalizar el sistema de salud triplicando su presupuesto sobre la base de impuestos extraordinarios al capital y del desconocimiento de la deuda externa.

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