YPF acaba de disponer una nueva suba del precio de los combustibles, la cual llegará a un 7,5% en promedio. Se trata del cuarto aumento del año en el sector, será de un 8,5% para las naftas y de un 6% para el gasoil. Con esto, el gobierno no hace más que seguir echándole leña al fuego de la inflación.

Las naftas de YPF acumulan en el año un incremento del 32% en su precio, mientras que el gasoil ha sumado un 51%. Esto influye mucho en el encarecimiento de las mercancías en general, por su impacto en la cadena productiva y especialmente en los costos logísticos y de transporte. Incluso, genera las condiciones para que recrudezcan los chispazos con las empresas concesionarias que reclaman nuevos boletazos en los colectivos. Todo ocurre cuando en julio el aumento de precios fue el mayor en veinte años, y agosto arrancó con el mismo ritmo.

En Capital, la suba de naftas debutó por encima de la media, con un 9,3%. Por otro lado, se ha reportado que en algunos lugares como Córdoba el aumento escaló hasta el 10% (TN, 21/8). La petrolera “nacional” es la empresa dominante del mercado, controla más del 55% del comercio minorista de combustibles y es la que da la señal de largada a que el resto de las compañías remarque los precios; la angloholandesa Shell y Axion ya comunicaron que actualizarán los surtidores en el mismo sentido.

La remarcación en los surtidores promete nuevos capítulos de beneficios a las empresas en el próximo período, los cuales son parte de la agenda económica con estímulos a las ramas de exportación que el ministro de Economía Sergio Massa anunció, lo que incluye un régimen cambiario e impositivo especial para las petroleras. Esta promoción obliga a su vez a ceder al reclamo de las empresas por arrimar los precios del mercado interno con la cotización internacional del barril, algo que en un cuadro de presiones devaluatorias amplifica el problema hacia adelante. Son cuestiones que estarán sobre la mesa en el próximo tour de Massa por Estados Unidos, en el cual mantendrá reuniones con representantes de las principales petroleras norteamericanas, como Chevron y Exxon.

El gobierno sigue alimentando la inflación, cuando según las estimaciones de algunos economistas esta rondará en agosto entre un 6 y un 6,5%, algo anunciado también por el aumento del 7,1% en los precios mayoristas que se registró el mes pasado. El Ejecutivo nacional se erige así como el principal formador de precios, mientras busca poner topes a los salarios.

En este marco, queda demostrada la justeza y el valor del reclamo de aumento salarial por encima del costo de vida que levantan la Unidad Piquetera y los sectores combativos del movimiento obrero como el Sutna, y más en momentos en los que el gobierno, la burocracia sindical y las patronales cierran filas para imponer un nuevo “aumento” del salario mínimo que lo dejará otra vez por debajo de la línea de indigencia.

Para derrotar el naftazo y todos los ataques contra los trabajadores, debemos seguir el camino de la movilización, el paro y la lucha.