Políticas
23/11/2020
Aceleración inflacionaria
Otro naftazo más, parte del programa fondomonetarista
YPF subió los precios por cuarta vez desde agosto. Los incentivos a las petroleras los pagamos los trabajadores.
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Siguen las subas mensuales de los precios de los combustibles en surtidor. YPF aumentó un 2,5% en promedio las naftas y gasoil en todo el país, aunque en la Capital y el Conurbano el alza roza el 3%. La compañía maneja dos tercios del negocio, por lo que es tomada como referencia por el resto de las empresas que actualizarán tambiuén sus precios. Se concretó así la cuarta remarcación desde agosto, cuando se anunció la implementación de un nuevo Plan Gas de subsidios a los pulpos petroleros. Desde entonces, cargar en una estación ya cuesta entre un 15 y un 20% más.
Lo que confirma este sendero de naftazos mensuales es que el grueso de los incentivos a la producción petrolera lo pagan los consumidores. Es lo que se pondrá en marcha también con las tarifas de gas y electricidad (que utiliza combustibles en la generación) desde diciembre, cuando caduca el congelamiento. Se viene una temporada veraniega de tarifazos. No hay mejor ejemplo para mostrar las patas cortas de la demagogia progresista del “aporte solidario”, cuya recaudación tiene como principal destinatario a las petroleras sin que ello atenúe la confiscación de la población a fuerza de aumentos de los servicios y los combustibles.
Estas subas retroalimentan a su vez la aceleración inflacionaria, que en octubre se expresó no solo en un índice del 3,8% sino además en una inflación mayorista del 4,8%, lo cual implica un arrastre hacia adelante. Estas remarcaciones de precios, que golpean en especial a los trabajadores porque se destacan en los artículos de consumo popular como alimentos e indumentaria, se verán recrudecidas por el impacto de los combustibles en toda la cadena de valor por su incidencia sobre los costos logísticos.
El gobierno de Alberto Fernández adoptó este rumbo de naftazos con la mira puesta, por supuesto, en el pacto con el FMI. Es que los incentivos a los pulpos petroleros para revertir el desplome de la inversión en los yacimientos pretenden reducir las necesidades de importación, buscando acotar la fuga de divisas por esa vía, aunque sea a costa de una producción mucho más costosa en pesos. Nada ganan los trabajadores con este plan económico.
De hecho, mientras suben los combustibles y se anuncian tarifazos y subsidios para las patronales, el combo se complementa con una ofensiva contra el convenio colectivo de los petroleros, que se manifiesta en una duplicación de la productividad en Vaca Muerta. En primera línea de esta avanzada se encuentra la propia YPF, con su “plan de optimización” y el preacuerdo firmado con la burocracia sindical del sector para flexibilizar las condiciones de trabajo. Es una de las expresiones de que el programa fondomonetarista que negocia Martín Guzmán incluye la reforma laboral. La frutilla del postre es el otorgamiento de una vía libre a las petroleras para que giren sus dividendos al exterior.
En conclusión, los naftazos son parte de un plan económico colonial que se descarga sobre las espaldas de la clase obrera.
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