Políticas

14/9/2023

¿Qué es el IVA?

Un sistema impositivo que recae sobre los laburantes.

1 de cada 5 pesos que gastamos en el super va al Estado.

El Impuesto al Valor Agregado, el famoso IVA, es el mejor ejemplo de cómo el Estado recauda sus recursos a costa de los laburantes. Es lo que se denomina como sistema tributario regresivo, porque los que menos tienen terminan poniendo proporcionalmente mucho más que los de mayores ingresos. Veamos cómo funciona.

El IVA grava casi todos los artículos que podemos comprar, inclusive los más básicos como alimentos y elementos de higiene. El gravamen recae sobre el consumidor final, es decir el último eslabón de la cadena, cuando el beneficiario de la venta es en realidad el comerciante y a través suyo sus proveedores (fabricantes, mayoristas, etc.). Así, uno de cada cinco pesos que gastamos en el almacén van a parar a las arcas del Estado. De esta manera, la tercera parte de todo lo que recauda la administración pública viene de nuestros bolsillos cuando compramos lo esencial para vivir.

Para colmo, esta recaudación se realiza a través de intermediarios. Es decir, el 21% que pagamos del IVA no va en forma automática a las cajas de la Afip, sino que los empresarios actúan como agentes de retención. Son ellos quienes cobran el precio total de los productos, incluyendo el impuesto, y recién vencido un período deben tributarlo a las arcas públicas. Existe un sistemático incumplimiento en esos giros al Estado -que incluso ha dado lugar a intentos del gobierno por cobrar una parte por adelantado-, por lo que los capitalistas disponen de una masa de dinero líquido que en realidad corresponde a terceros. El mismo mecanismo rige para los aportes previsionales, que son descontados del salario de los trabajadores por la patronal.

El IVA no es el único impuesto al consumo. Es la regla general. Uno de cada cuatro pesos de las boletas de luz y gas son gravámenes, y lo mismo sucede con distintas alícuotas en los combustibles. Otros gravámenes que no están fijados al consumidor, como Ingresos Brutos -de donde provienen en promedio tres cuartas partes de los tributos de las provincias-, son trasladados por los empresarios a los precios. Gracias a eso la inflación no es solo un mecanismo para transferir ingresos de los laburantes a los capitalistas, sino también al Estado. De hecho, en agosto la recaudación le ganó a la inflación gracias a que el ítem que más subió fue el IVA (166,4% interanual).

La medida de Massa no solo es limitada en cuanto rige únicamente para productos de la canasta básica alimentaria y tiene un tope de devolución, y excluye a trabajadores informales o no bancarizados, sino principalmente porque deja en pie este impuesto regresivo y toda la estructura tributaria que descansa sobre él. Mientras tanto sigue sin gravarse en este país la renta financiera, lo que quiere decir que nada pagan los que especulan por ejemplo con las tasas altísimas que paga el gobierno a través del Banco Central o con los bonos públicos indexados al dólar.

Solo el Frente de Izquierda plantea la eliminación lisa y llana del IVA y los impuestos a los consumidores, de la misma manera que lucha junto al movimiento obrero combativo desde hace más de una década por la eliminación de la cuarta categoría de Ganancias, que es la que confisca a los asalariados. Es una cuestión elemental. Finalmente, el valor agregado solo es el resultado del trabajo, del esfuerzo y el tiempo que dedican los trabajadores en la producción de los productos por los que después pagan al Estado un recargo del 21%. Los tributos deben caer sobre quienes se benefician de la fabricación y venta, o sea sobre los capitalistas.

Cuando Milei se queja de la presión tributaria y habla de que el Estado le roba a la población, en realidad le preocupa únicamente lo que pesa sobre las empresas y los empresarios, como las retenciones a las exportaciones o Bienes Personales. Recordemos que cuando su voto fue determinante en el Congreso se levantó de su banca para permitir que se apruebe la tasa aeroportuaria (cuya consecuencia fue un encarecimiento de los vuelos de cabotaje), por indicación del dueño de los aeropuertos Eurnekian, uno de sus financistas y de quien fue empleado. Si, a la vez que promete reducir impuestos, el “libertario” asegura que va a eliminar el déficit fiscal es porque la contrapartida será un recorte bestial de las partidas destinadas a educación, salud, obra pública, salarios y jubilaciones; de nuevo, el ajuste y la “motosierra” tienen un marcado contenido de clase.

Como sea, no hay que pensar que es un tema sencillo. Para decirlo más claramente, las cuentas no dan. Para cumplir con las metas fiscales fijadas por el FMI el acuerdo explícita la necesidad de revisar el “gasto tributario”, que son los regímenes especiales de que gozan diferentes capitalistas (una determinada rama o región). El Presupuesto 2024 que prepara Massa, también prometiendo déficit cero, augura otra pulseada sobre este punto. Es que, paradójicamente, todos los capitalistas que se la pasan quejándose del gasto público y reclaman mayor ajuste se oponen categóricamente a que les toquen sus beneficios. Finalmente, el capital no deja de ser el reino de los empresarios privados que compiten entre sí por la ganancia. Es la demostración de un rumbo inviable. Los trabajadores no tenemos que pagar esta factura, ni seguir financiando a un Estado capitalista que hambrea a la población.

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