Daniel Scioli fue nombrado nuevo ministro de Desarrollo Productivo. El presidente Alberto Fernández le ofreció el cargo a quien hasta el momento era embajador argentino en Brasil, tras la salida de Matías Kulfas. Así fue que el funcionario se despidió bajo agradecimientos mutuos con Jair Bolsonaro, presidente del país carioca, quien le pidió reunirse antes de que regrese a la Argentina. Scioli se retiró de su cargo entre alabanzas del presidente y de su Cancillería, del cardenal elegido por el Papa, Cezar Costa, e incluso de varios referentes evangelistas y hasta de Lula da Silva.

Quien supo ser un gobernador del ajuste de la provincia de Buenos Aires bajo el gobierno de Cristina, premiado (entre otras cosas) por su decretazo de miseria para quebrar la huelga docente por el salario con la candidatura de 2015, fue electo como ministro de Desarrollo Productivo por sus buenos vínculos con los grandes grupos capitalistas. De hecho, en la última semana mantuvo reuniones con Matías Blanco, del Grupo Blanco, Santiago Chamorro, presidente de General Motors para América del Sur, y con Matías Campodónico, el presidente para Argentina del pulpo petroquímico Dow (Infobae, 12/6).

Pero no hay que perder de vista tampoco que Kulfas, el relevado por Scioli, fue eyectado del cargo por sus mensajes “en off” donde criticaba a los funcionarios kirchneristas de Integración Energética Argentina (Ieasa) por la concesión a Techint para proveer de láminas la construcción de los tubos del gasoducto Néstor Kirchner. En medio de la turbulencia, este “paso al frente” de Scioli, de aceitado vínculo con Techint y con el gobierno brasileño, parece definir una defensa del gobierno a la licitación otorgada al grupo de Paolo Rocca, y la intención de validar este rumbo a la búsqueda de sacar del empantanamiento el avance de la obra.

El nombramiento de Scioli fue resuelto por Alberto Fernández, pero fue incluso saludado por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Esto vuelve a evidenciar cómo el kirchnerismo se recuesta cada vez más en el aparato del PJ. Por lo pronto, el nuevo ministro llega con la tarea de recomponer lazos con los capitalistas y alentar inversiones y acuerdos en medio de una aguda crisis económica signada por la recesión. Este es el objetivo central de su designio, cuando las alabanzas de Bolsonaro y el gobierno brasileño se corresponden a los negociados capitalistas que supo favorecer entre Argentina y Brasil.

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